The Mystery Lights, el fuego, la revelación

En 1974 Jon Landau escribió su famoso “he visto el futuro del rock’n’roll y se llama Bruce Springsteen”, pero en realidad lo único que vio fue el futuro rock de estadios. La noche del viernes en la Sala Stereo fuimos muchos los que vimos, oímos y palpamos el futuro del rock, en una revelación colectiva que surgió del fuego que encendieron en el escenario, iluminado permanentemente con luz roja, estos cuatro chicos que comparten casa en Queens y que, con un solo disco de larga duración en el mercado –el impactante homónimo del año 2015-, tienen todos los boletos para asumir el testigo de una larga tradición que se remonta a la época en que algunos nacimos.

Son jóvenes, muy jóvenes, y son los herederos naturales de todas esas bandas a las que todavía rendimos tributo cuando pasan por nuestras ciudades pero cuyos miembros tienen edad de pensionistas. Zach Butler (batería) y Luis “L.A.” Solano (guitarra), sentados en la acera de la calle cuando nos despedimos de ellos, podrían pasar sin embargo por estudiantes de primero de carrera. Hemos llegado al principio, la rueda ha girado, el rock ha vuelto a ser joven, y ellos –aunque no solo ellos- lo personifican en sus canciones y en una actitud vital sin la que nada de todo esto puede entenderse. Estábamos frente a unos críos que tras chequear sus equipos se habían sentado en círculo en un rincón al fondo del escenario a esperar al que faltaba, que venía de la barra con unas cuantas cervezas.

The Mystery Lights, Alicante 2017 (13)

Hablamos de Mike Brandon, que con Solano fundó la banda en California cuando todavía estaban en el instituto, alguien que presta especial atención a las letras de sus canciones, a las que quiere dotar de un punto de madurez más allá de los tópicos, y que conjuga esto con una puesta en escena desbordante de energía, un torbellino humano que cambia de posición veinte veces por minuto, salta, se gira, patea en el vacío sin dejar de lanzar desde su guitarra ráfagas de notas que se asemejan a llamaradas. Tiene Brandon un timbre de voz especial, agudo, metálico a veces, que se rompe en las fronteras del aullido y que se pasea en los límites del falsete. Una voz que es fuego y enciende las canciones.

The Mystery Lights, Alicante 2017 (07)

Los pasajes de guitarra de Solano se funden con los de Brandon y todo es un magma de sonido que se derrama hacia el público, que responde con brazos alzados y oleadas de pogo. Nos miramos unos a otros, el brillo en los ojos, los signos de la revelación que estamos viviendo, y todos los espacios se llenan con el flujo oscuro y palpitante del bajo de Alex Amini, una cadencia melódica que alimenta el ritual al que nos venimos entregando desde que se situó en una esquina de la tarima y pulsó las cuerdas por primera vez. Amini aporta los sonidos de la noche, sin ellos ese fuego que The Mystery Lights conjuran no brillaría igual, pero ahí está, esplendente, avivadas las llamas por el ritmo a las baquetas de Butler, un pulso primitivo alojado en nuestras venas que nos impulsa y nos mueve a través de las canciones.

Hay momentos adrenalíticos y pausas surferas, como cuando abordan la maravillosa “Too many girls”, un diamante de tres minutos durante el que la botella de agua sobre el teclado de Solano tiembla con el mismo compás. Se despidieron con un par de bises acelerados –entre ellos “Dead Moon Night”, de Dead Moon- que generaron el éxtasis definitivo en la audiencia, pero antes habían cerrado con un descomunal “What happens when you turn the devil down”, que se prolongó durante casi diez minutos y en el que la botella de tequila “Pistolero” corrió de mano en mano. Derrocharon entusiasmo y un innato talento para destilar en una música que es suya y solo suya los ingredientes de medio siglo de rock, un crisol en el que se vierten las esencias de bandas como MC5 o los Flamin’ Groovies.

The Mystery Lights, Alicante 2017 (01)

Esto no tiene nada que ver con la visión de Landau, esto es rock and roll y se vive en el terreno corto. Brandon lo sabe y cuando en el último tema de la noche baja a cantar entre el público no se está exhibiendo gratuitamente: sencillamente está en su sitio, con todos nosotros.

Fotos y vídeos por Juan J. Vicedo.

 

Escrito por
More from Juan J. Vicedo

Existen discos igual de buenos que «Parallel Lines» (1978) de Blondie, pero no mejores…

Existen discos igual de buenos que "Parallel Lines" (1978) de Blondie. Cuando...
Leer Más