Enfrentarse a un concierto de The Cult es siempre una incógnita, y es que en la mayoría de casos depende bastante del pie con el que Ian Astbury se haya levantado dde la cama. Pero bueno, a final de cuentas ¿no ha sido el rock’n’roll siempre un poco imprevisible?
Así que con muchas expectativas y ganas se fue llenando el incomparable marco del Poble Espanyol para recibir a Ian Astbury y Billy Duffy. Y con cinco minutos de retraso empezó el recital con la apenas reconocida “In The Clouds”. De entrada, sonido pobre y con poco músculo, que lastró ese cañonazo que es “Rise” que vino acto seguido. La cosa fue yendo a mejor, pero quizás deberian plantearse añadir un músico adicional, que reforzase su sonido al menos en directo.
Curiosamente y en un raro cambio de papeles Ian Astbury se mostró solvente y motivado, lo contrario de Billy Duffy, al que se le notaba que había algo que le molestaba durante casi todo el concierto. La cosa siguió para adelante con un Astbury usando la pandereta como una extensión de su cuerpo, pero también hay que reconocer que su voz está perdiendo cierto fuelle por la edad. Pero si algo fue una rémora durante una buena parte del concierto fue una parte importante del público, que parecía que sólo había venido a escuchar singles y de 1989 hacia atrás. El intento que hizo la banda por salirse de lo habitual con temas más rebuscados como “War (The Process), “The Witch”, “Mirror” (de su última obra de estudio), “C.O.T.A” o “Resurrection Joe”, fue un esfuerzo fútil por hacer correr el aire en su repertorio.
Incluso “Hollow Man” de “Love” al no ser habitual tampoco tuvo respuesta significativa. La recta final ya fue a bastante más, con la garganta de Astbury más entonada. Ahi empezó lo que la mayoría quería escuchar, y esa energía despertada en la audiencia también repercutió en la banda que se fueron viniendo arriba, especialmente Billy Duffy que ya empezó a mostrar su arsenal de poses molonas que tanto nos ponen. “Rain”, “Spiritwalker” y la esperada “She Sells Sanctuary” nos llevaron viento en popa a los bises, que fueron escasos “Fire Woman” y “Love Removal Machine” dieron por finiquitado el concierto con un Ian Astbury en plan chamán arrodillado y rezando como si estuviera de cara a La Meca.
Muy místico todo, pero que no oculta la fea costumbre de la banda de no ser generosos con el minutaje en escena. Cierto es que The Cult nunca han destacado por hacer conciertos especialmente largos, pero setenta minutos se antoja pobre para un combo con su historial discográfico y por el caché que tienen. Que se lo piensen un poco, ya que fue algo bastante debatido a la salida. Por lo demás concierto correcto pero no extraordinario.
Xavi Martínez
