Neil Young sigue siendo una fuerza única de la naturaleza.
Trump no apareció. Cuando 8.000 seguidores celebraron la actuación de Neil Young y sus Chrome Hearts en el recinto ferial Cannstatter Wasen de la preciosa Stuttgart en Alemania el pasado martes 8 de julio por la noche, el asiento de Donald Trump permaneció vacío. Young había reservado un asiento para el presidente estadounidense en cada uno de sus trece conciertos de este verano en Europa. “No haremos un espectáculo político, sino música que todos amamos para celebrar y disfrutar juntos. Presidente Trump, está invitado. Escuche nuestra música, como lo ha hecho durante décadas”, comentó al comienzo del concierto.
Neil Young cumple 80 años en noviembre. Sin embargo, decir que sigue activo es quedarse corto. Publica tanto cada año que incluso su más acérrimo lucha por mantenerse al día. Si bien estos suelen ser álbumes que llevaban décadas guardados, su último álbum, “Talkin To The Trees“, se lanzó recientemente grabado con su nueva banda de acompañamiento: The Chrome Hearts.
Su actual gira “Love Earth” cuenta con los jóvenes músicos de The Chrome Hearts: Anthony LoGerto tras la batería, el hijo de Willie Nelson Micah Nelson a la guitarra y sintetizador, el bajista Corey McCormick junto también con el veterano Spooner Oldham al órgano, legendario músico quien tocó con grandes nombres como Aretha Franklin, Percy Sledge, Wilson Pickett y Dan Penn en la década de los 60 en los estudios Fame en Muschle Shoals y compañero de Neil también en The Str.ay Gators, flanquearon al viejo Neil Young en una tarde lluviosa y algo fría.
Fue un día raro en casi todos los sentidos, empezando por el tiempo, cayó una tormenta tremenda durante casi dos horas justo antes de comenzar el concierto de Neil Young en Stuttgart. Un público que permaneció sentado en silencio y absorto durante casi todo el concierto. La organización un absoluto desastre con el equipo de seguridad totalmente desbordado. Hubiera sido mejor prescindir por completo de asientos, localidades todas ellas para el concierto no precisamente baratas.
Dos horas de concierto de Nell Young & The Chrome Hearts en Stuttgart con el piloto automático hasta que sonó “The Needle and the Damage done”. Mal sonido en los inicios donde arrancaron con “Ambulance Blues” y “Cowgirl in the sand”. Canciones generalmente largas en directo y que llegó a recortar como sucedió con “Be the rain”, “When you dance, “I can really love”, “Cinnamon Girl”, “Fuckin’ Up” o “Love to burn”.
El público alemán, muy adusto, sentado, no ayudaba, hasta que se rompió el cordón izquierdo del recinto con público de pie dirigiéndose hacia el frente y valla escenario animado aquello por el vástago de Willie Nelson, Micah Nelson cuando empezó a sonar “The Needle and the Damage done” a la hora ya de comenzado el concierto. Frío no por la tormenta que cayó minutos antes del concierto, sino por la actitud del público, a partir de aquel momento, el concierto fue otro y todo cambió para mejor, sin duda.
Young siempre ha querido presentarse como un hombre fuera de su tiempo, o fuera del continuo espacio-temporal generacional, mucho mayor que cuando cantaba en “Sugar Mountain” y quizás más joven ahora. Rara vez ha sido tan específico con sus letras, tan extenso, que se podría decir que muchas de sus canciones son himnos flagrantes para la generación del baby boom y que en Stuttgart no fue el caso, la media rondaba los +50. Dieciséis canciones sonaron en Alemania, temas muchos de ellos que se aplican a la vida de Neil en este momento y a la vida de todos en esta era en la que estamos aunque todas ellas fueron escritas hace más de 30 o 40 años.
Tras “The Needle and the Damage done”, “Harvest Moon”, “Looking Forward” y “Name Of Love”, las sorpresas del setlist , ambas de álbumes recientes de Crosby, Stills, Nash & Young, los Chrome Hearts capturaron a la perfección las armonías de sus antiguos colegas, donde más allá de la ausencia de material de su reciente álbum “Talkin To The Trees”, interpretada aquella última por Young en su órgano de iglesia, no sin antes haber descargado la feroz “Sun Green”, “Like a Hurricane” con ya el público en pie por primera vez en toda la noche, “Hey Hey, My My (Into the Black)”, ambas con un sonido enorme, Neil Young se encorvó sobre la siempre confiable Old Black, drenando hasta la última nota que pudo sacar de las entrañas de su amada guitarra, para rematar la tarde con la tan esperada “Old Man”, más un bis con la atronadora “Rockin’ in the Free World” interpretada a todo pulmón entre vítores y aplausos.
Neil, por supuesto, estuvo bien en Stuttgart. Probablemente también se preguntarán cómo un hombre a meses de cumplir 80 años puede hacer lo que hizo en esa noche. Es un hecho biológico decir que el rock and roll de la tercera edad siempre será como un partido de fútbol de veteranos. Pero la edad no perdona y eso se nota, aunque haya habido momentos mágicos. Ya no es el Neil de sus anteriores giras.
Neil Young posee una energía y un empuje sobrehumanos que han disminuido muy poco a medida que se acerca a su novena década en la “Tierra”. Sonaba viejo incluso de joven, así que los extraños crujidos y crujidos en su voz y las ocasionales notas desafinadas en su magnífica y brutal forma de tocar la guitarra son parte de su encanto. Eso es parte de la magia intangible que puede hacer que el rock and roll sea tan emocionante.
Varias veces escuche en directo a Neil Young comentar en directo que “no sé si alguna vez seré el mismo, apenas me reconozco”, ambiguo sobre si eso podría ser algo bueno o malo. Puede que el rock and roll nunca muera, o que ya esté en sus estertores. Lo cierto es que mientras Neil Young pueda actuar con tanta intensidad, cada oportunidad de verlo debería considerarse un privilegio.
Fotos y vídeos Carlos Pérez Báez.
Vídeo reproductor con canciones de Neil Young & The Chrome Hearts en Stuttgart: