LA OFRENDA DE PAZ DE OZZY

Ozzy nos dejó hace apenas unas semanas y, tal y como dijo nuestro compañero Albert Barrios en su artículo, el mundo será un poco más aburrido sin él. Y es que sí, si echamos la vista atrás en la vida del Príncipe de las Tinieblas, encontramos un sinfín de anécdotas e historias que harían temblar a aquellos que sientan que la luz le acompañan, pero que siempre sonarán desternillantes a los que, por diferentes motivos, le profesaron(mos) cierta admiración.

Osbourne fue una persona tan especial como polémica, algo que suele ir ligado, como un hilo fino, a aquellos que tuvieron una infancia difícil, y que una vez alcanzan la adultez, y encuentran el éxito, ofrecen visibilidad a aquellos cuyas infancias sufrieron temas que hoy son tan recurrentes y tristes como el acoso escolar. En realidad, mucha de su actitud enfrentando esas afrentas derivó en la creación de una especie de ‘alter ego’ que le sirvió de escudo ante unas situaciones que ningún niño debería sufrir jamás. El mundo puede ser cruel, y los niños no siempre son seres adorables, algunos pueden tener una carga de maldad que les convierte en capaces de llenar las mochilas emocionales de los más indefensos.

Lo mío era actuar como un loco y hacer reír a la gente para que no se abalanzaran sobre mí’. Ozzy dixit. Si leemos entre líneas, sabemos que el futuro Príncipe conoció verdaderas tinieblas mucho antes de pasear sobre ellas. Y es que esta máscara que afirmó ponerse siendo solo un niño, era solo eso, una máscara. Más adelante en su vida utilizó otras caretas, pero estas tenían otra función, estas se prestaban a la teatralidad de un cantante irrepetible, la que utilizó de niño tenían otra función, la de protegerse ante algo más macabro que cualquier personaje que el propio Osbourne pudiera representar en su vida.

Como le ocurrió a muchos otros, Ozzy también escuchó el Big Bang, y en su caso fue She loves You de The Beatles. ¿Cuántas veces una banda, cantante, o una canción, han salvado la vida de tantos? No necesariamente tenemos que convertirnos en leyendas del rock. A buen seguro, a ti que estás leyendo esto ahora, una canción te llegó en el momento justo de tu vida. En el caso de Ozzy, el resto ya lo sabemos, Black Sabbath, cambiar la historia del rock y la evolución del heavy metal como género, casi nada.

Sin embargo, y a pesar del éxito, también había oscuridad. Ozzy podría vivir en cualquier parte del mundo, pero su lugar siempre fue Aston, Birmingham (UK). Residió décadas en Estados Unidos, pero su entorno siempre fue Aston. Hay cosas que son inevitables. ¿Y qué se hace en Aston? Pues en Aston se bebe, se bebe mucho. La diversión está en el pub, pero en el pub está la nada más absoluta. En otras palabras, el pub es el lugar al que vas cuando hay algo qué celebrar, y cuando no tienes nada por lo que luchar. Es cultural, está en la sangre, son barras de bar llenas de miradas perdidas, de personas que no saben por qué ni cómo han llegado hasta ahí, pero que simplemente están, y brindan, por los triunfos, pero también brindan por la nada, incluso por el tedio se brinda, se vomita, se repta hasta casa y mañana se vuelve a empezar.

Estas tradiciones se heredan, al igual que se heredan las inseguridades, al igual que afectan las experiencias negativas, que se inyectan en vena mientras la infancia, y la adolescencia, simplemente te adelantan por la derecha. Ozzy observó, y mucho de lo que vio lo interiorizó como habría hecho cualquiera. Los malos tratos de su padre a su madre, que luego copió, el alcoholismo cultural, y ese entorno tan insano, la dislexia y ese estado de permanente hiperactividad que le hizo ser el blanco de burlas, también formaron una coraza en forma de bufón, un personaje que en su caso hacía reír a los demás a cambio de misericordia para con él.

Y con este bagaje llega a acumular ocho álbumes con Sabbath que cambiarían buena parte del armazón musical para siempre. Debido a sus problemas con el alcohol, que le hacían ausentarse de grabaciones, y cuando aparecía lo hacía en un estado calamitoso, hizo que el resto de miembros decidiera expulsarle del grupo en 1979.

Y entonces, casi desde las cenizas, resurge Ozzy con su fantástico Blizzard of Ozz. Sharon (Osbourne), ya inseparable el resto de su vida, se erigía en su resucitadora, y ahora también en manager. Todo estaba preparado en la discográfica CBS (USA) para recibir a Ozzy en una reunión que ya es historia. Su disco en solitario era un éxito en Europa y ahora lo iban a promover en el mercado americano. CBS tenían a iconos como Michael Jackson, Earth Wind & Fire, Billy Joel, Springsteen, etc, pero a nadie de la esfera hard rock, y mucho menos a alguien como Ozzy. Como su alcoholismo seguía en pleno auge, algunas voces en CBS quisieron moldearle, no le veían con buenos ojos, y el meeting se presentaba caliente. Así que la reunión fue abordada por el equipo del cantante como una ofrenda de Paz.

La historia ha sido contada una y otra vez a lo largo de los años, tantas veces que el propio relato tiene varias versiones, incluso por parte de nuestro protagonista. Personalmente, me quedo con la versión de Sharon, la mujer y manager del cantante, y probablemente la persona más cuerda de su entorno en ese momento. Ozzy llegó hasta arriba de brandy, y se procedía a la escucha de su álbum en una mesa redonda con los ejecutivos. Ozzy llevaba dos palomas que habían sido entrenadas con el propósito de que una vez las echara a volar en la sala, estas volvieran a él, y luego se entregaran de vuelta, sanas y a salvo. Pero no siempre las cosas salen como uno quiere.

Las palomas volaron en la sala, sí. Una de las relaciones públicas de la compañía le estaba dando bastante caña a Ozzy, y parece que el cantante perdió el norte, no aguantó la presión y sacó ese mecanismo de autodefensa que tantas veces le funcionó, pensó en hacer una bufonada que seguro rompería el hielo y le permitiría salir airoso. La paloma se posó de regreso en su regazo, y Osbourne, ni corto ni perezoso, la agarró y se la llevó hasta su boca, arrancándole la cabeza de un mordisco. Reía y reía de manera incontrolada, su séquito abandonó la sala. Y la leyenda había sido sellada para siempre. Ozzy come animales, sacrificios, y demás ritos satánicos, haciendo que muchos le confirmaran como un loco irremediable.

Seguidores comenzaron a llevar a sus conciertos animales para que el cantante se los comiera, y copaban las primeras filas como una suerte de zoo ambulante. Esto no hizo más que crecer cuando en enero de 1982, en Des Moines, un seguidor le tiró un murciélago, y Ozzy lo mordió creyendo que era de plástico. Acabó en el hospital para ser vacunado contra la rabia.

Ozzy era un niño en la treintena en un mundo de adultos. Más adelante diría que empezó a disfrutar de las cosas una vez alcanzó a entender su entorno para poder disfrutarlo, lo que en nuestro mundo, el del resto de mortales, se conoce como frenar. Ozzy no frenaba, si estaba en ámbar aceleraba, y si ya estaba en rojo, apuraba. Toda esa locura que le pasó en medio, y que en ocasiones nos hace gracia, pero si tenemos el día responsable lo vemos como un disparate, es fruto de alguien sin los recursos o habilidades sociales necesarios para afrontar algunas situaciones, de quien resuelve sus inseguridades creyendo que todavía está en Aston, y a pesar de ser Rey, aún no lo sabe, y carga su mochila de miedos, lo hace como siempre, en el pub, o si se ve acorralado, la broma, su escudo.

En una entrevista llegó a decir que esto le acompañaría toda la vida, y que era inevitable que en su lápida, rezara: aquí yace Ozzy Osbourne, ex cantante de Black Sabbath que mordió la cabeza de un murciélago’. Y es que son muchas las leyendas y anécdotas que nos deja Ozzy, muchas para reír, pero también para reflexionar, esta último, es la verdadera ofrenda.

 

 

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