El otoño marca un umbral. La luz se acorta, los colores se apagan y la música encuentra en esa penumbra un terreno fértil para la introspección.
A finales de octubre, Maud the Moth emprende una gira por la península acompañada de Sophia Djebel Rose y Doce Fuegos. La coincidencia de estos tres proyectos no responde a etiquetas, sino a un mismo impulso de transformar la música en un espacio de escucha y experiencia.
Maud the Moth: de los escenarios con Earth al descenso mediterráneo
La madrileña afincada en Edimburgo, Amaya López-Carromero (Maud the Moth), llega a esta gira tras un año crucial. En primavera acompañó a los legendarios Earth en su tour británico e irlandés, confirmando la proyección internacional que ya venían anunciando sus apariciones en festivales como Roadburn, ArcTanGent o AMFest.
Su universo sonoro rehúye etiquetas: en The Distaff (2023), explora símbolos femeninos, trauma y memoria con un piano que alterna la delicadeza con la distorsión y una voz de registros casi operísticos. En directo, junto al guitarrista y productor Scott McLean, esa tensión entre lo bello y lo abrasivo adquirirá un peso dramático que convertirá cada tema en un episodio catártico.
Sophia Djebel Rose: ecos de Nico y la voz como conjuro
Frente a la densidad dramática de Maud, la franco-marroquí Sophia Djebel Rose propone un viaje de otra naturaleza: más austero, más hipnótico, pero igual de envolvente.
En Sécheresse (2023), se confirma como una de las voces más singulares del folk oscuro europeo. Su registro grave, que inevitablemente evoca a Nico o Emma Ruth Rundle, utiliza la palabra no como vehículo narrativo, sino como invocación.
Con guitarra y capas de drone, el registro grave y solemne de Sophia convierte cada pieza en un conjuro, un viaje interior y un trance compartido.
Doce Fuegos: el mito hecho sonido
El tercer vértice de este triángulo es Doce Fuegos, proyecto en solitario de Miguel Palou (miembro de Pylar). Multiinstrumentista y estudioso de la historia y la mitología, su música se nutre del violín, la mandolina y la percusión, pero también de drones y texturas cercanas al post–rock, el ambient o incluso el black metal.
Desde su residencia artística en Asturias, en su música resuenan las leyendas y bestiarios del norte de la península. Frente al dramatismo de Maud y la gravedad ritual de Sophia, Doce Fuegos introduce un anclaje en lo ancestral y lo mineral.
Tres caminos, un mismo viaje
No es casual la unión de estas tres propuestas. Cada una, a su manera, parte de una raíz folk para expandirla hacia territorios oscuros, fronterizos, donde conviven lo gótico, lo experimental y lo espiritual.
La desnudez acústica y narrativa de Doce Fuegos abre un espacio de escucha atento, Sophia lo expande hacia el trance y Maud lo lleva a su punto de combustión teatral. La gira se convierte así en una experiencia pensada para quienes buscan algo más que entretenimiento: una comunión de voces, paisajes sonoros y memorias compartidas.
El itinerario comienza en Lyon y Toulouse antes de adentrarse en la península, con paradas en Barcelona, Zaragoza, Madrid, Gijón, A Coruña, Vigo y hasta el Barroselas portugués.
No todos los días se tiene la oportunidad de recorrer, en apenas unas horas, los territorios de la herida, del rito y del mito.