Eric Clapton ofrecerá dos conciertos en España el próximo mayo 2026. Clapton actuará en Madrid el 7 de mayo en el Movistar Arena y en Barcelona el 10 de mayo en El Palau Sant Jordi. Clapton no tocaba en Barcelona desde 2004 y en Madrid desde 2001.
La preventa de entradas comienza el 20 de octubre en Live Nation, y la venta el 22 de octubre a las 10 horas en Livenation.es, Ticketmaster y El Corte Inglés.
Clapton vendrá a España a las puertas de cumplir 81 años, y a buen seguro que el músico inglés conservará la picardía para esos dos conciertos con un repertorio imbatible tan amplio como para complicar un setlist y conformando a todos. Se podría decir que hay dos tipos de fans de Eric Clapton : quienes adoran sus solos eléctricos abrasadores y sus innovadoras fusiones de blues y rock, y quienes prefieren sus canciones pop y unplugged de años posteriores.
“¡Clapton es Dios!”. La sentencia es conocida desde mediados de la década de los 60, cuando apareció por primera vez en la estación Islington del metro de Londres. En esa época, primero en The Yardbirds, el entonces joven guitarrista era integrante de los Bluesbreakers liderados por John Mayall.
Pero su forma de tocar el instrumento era tan taumaturga que alcanzó altos niveles de veneración. Se tomó tan en serio lo de ser una deidad suprema que meses más tarde quiso demostrarlo.
Montó Cream, uno de los primeros supergrupos del rock y, al mejor estilo de Prometeo, desafió a los dioses robándoles el fuego también en Blind Faith, y en busca de armar su propia banda, cruzó el Atlántico para grabar un álbum de excepción con el guitarrista líder de los Allman Brothers, Duane Allman.
Bajo el nombre Derek and The Dominos lanzan Layla and Other Assorted Love Songs, con Layla, esa composición sin igual dedicada a su amor imposible hasta ese momento, Pattie Boyd, la esposa de Harrison.
Pese a que los refranes están para advertir, el músico inglés hizo caso omiso de que el que juega con fuego se quema. La historia que vino luego es sabida. Se hizo adicto a la heroína y a la cocaína, y, de paso, le robó la esposa a su mejor amigo: el bueno de George Harrison. Era Pattie Boyd.
Tras recuperarse de su drogadicción (mas no de su alcoholismo), se dio cuenta de que había malgastado años de su vida. No hacía más que ver televisión, lo que lo dejó en peor estado físico. Volvió a buscar la inspiración en la música: escuchaba blues, pero también comenzó a descubrir otros géneros. Esto decantó en uno de los mejores discos de su carrera: “461 Ocean Boulevard“, lanzado en 1974.
Dos conciertos de Eric Clapton en España con sabor a despedida. La historia de Clapton recorrió luchas con las drogas y el alcohol, la tragedia de perder un hijo y un trastorno del sistema nervioso, una neuropatía periférica, que no sólo supone fuertes dolores sino también la incapacidad para desarrollarse en el escenario y que por el momento ha podido manejar. Ganó 16 premios Grammy en diferentes categorías.
Ahora bien, ninguna de todas estas vicisitudes logró desviarlo de la música, un carácter que, evidentemente, lo ayudó a salir adelante golpe tras golpe.
En Clapton, La autobiografía (2007) reconoce que gastaba unos 16 mil dólares semanales en heroína. Fueron alrededor de tres años que pusieron al músico al borde de la bancarrota financiera.
Dejó la heroína, que lo estaban fundiendo, pero cayó en el alcoholismo. “Cambió tiro por puñalada”, dirían en el barrio. Lo que vendría sería todavía más grave, más oscuro y pondría a Clapton al borde la muerte. Antes pasó por situaciones entre penosas y poco dignas, como cuando en un concierto (no fue el único), en la Costa Oeste, se cayó y se orinó encima.
Fue una larga borrachera que comenzó a mediados de los años 70 y terminó en enero de 1982, cuando después de llamar a su gerente pidiéndole ayuda, lo subieron a un avión y se registró en el Centro de Tratamiento Hazelden, en Minnesota, en busca de salir de su adicción.
“No sé cómo sobreviví, especialmente en los años ’70. Hubo un momento en el viaje de Minneapolis-St Paul que me estaba muriendo. Tenía tres úlceras y una de ellas sangraba. Por esa época estaba bebiendo tres botellas de brandy y tomando puñados de codeína por los dolores. Estuve a punto de morir y ni siquiera lo recuerdo”, señaló en su autobiografía.
Además contó: “La única razón por la que no me suicidé fue porque sabía que no podría beber si estaba muerto. Era en lo que único en lo que pensaba y por lo único que valía la pena estar vivo, para beber”.
Recuperado de sus adicciones, Clapton enfrentó el mayor golpe que puede soportar un padre, la pérdida de un hijo. El 20 de marzo de 1991, su hijo de 4 años, Conor (de su relación con Lory Del Santo) cayó de una ventana abierta, desde el piso 55, en Manhattan. Al parecer, jugando a las escondidas con la niñera.
El guitarrista no había tenido relación con Conor, que había nacido de la relación con la modelo italiana, un “amor a primera vista” mientras Clapton todavía estaba en pareja, aunque en plena ruptura, con Pattie Boyd.
En el funeral, en la Iglesia de Santa Magdalena, en Ripley, Inglaterra, donde nació el guitarrista, Del Santo contó: “No lo vi llorar a Eric, pero sé que la gente llora de diferentes maneras”.
Clapton entró en un cuadro depresivo que sólo su fuerza de voluntad y los grupos de Alcohólicos Anónimos lograron revertir. Recordemos que siete meses antes de la muerte de Conor, el 27 de agosto de 1990, moría trágicamente Stevie Ray Vaughan, quien había participado de un festival donde la figura era, precisamente, Clapton. El helicóptero en el que viajaba, cayó sobre la ladera de un monte, a pocos kilómetros del escenario, en una tormentosa madrugada de lunes.
Lo sacó de ese estado de parálisis depresiva un contrato para componer la música de la película Rush. Un filme que se estrenó en enero de 1992, donde la línea argumental está acompañada por nuevas canciones compuestas por el guitarrista, entre ellas esa belleza de balada “Tears In Heaven”, que resume ese legítimo deseo de todo padre de volver a ver a su hijo.
En junio de 2016, Clapton confirma que está teniendo serios problemas de salud. “Tuve algunos dolores el año pasado; empezaron como dolores suaves en la espalda, pero se terminó convirtiendo en lo que llaman una neuropatía periférica, en la que se siente como si tuviese descargas eléctricas bajando por mis piernas”, señaló en una improvisada conferencia de prensa.
Los problemas habrían comenzado en 2013, cuando a causa de los dolores debió suspender una serie de conciertos. “Es difícil tocar la guitarra así, incluso estar de pie a veces se me hace muy complicado”, agregó.
Dos años después, en 2018, admitió en una entrevista con la cadena BBC 2 que se estaba quedando sordo a raíz de un tinnitus, una enfermedad que puede además de causar pérdida de audición, genera un persistente sonido que no proviene de fuente externa, sino de adentro del mismo oído.
“Me estoy quedando sordo y mis manos no funcionan como antes”, añadió el músico. Su dolor en las manos proviene de esa neuropatía periférica que sufre desde hace ocho años y que le crea serias dificultades para tocar el instrumento, aunque Clapton, fiel a su historia, se sigue sobreponiendo.
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