Carolyn Wonderland conquista Barcelona con puro blues y alma

Mientras las luces de los grandes escenarios reclamaban atención, en la intimidad de Razzmatazz 3 se gestaba algo mucho más esencial: una lección de blues a cargo de la texana Carolyn Wonderland, una artista capaz de transformar cada nota en emoción pura.

Estamos en el año 2025. Todo el mundo anda queriendo conseguir entradas para Lady Gaga… ¿Todo? ¡No! En una pequeña sala de Barcelona llena de irreductibles melómanos a esa misma hora se esperaba la llegada de la guitarrista y cantante texana Carolyn Wonderland. Puede parecer exagerado, pero esa fue la sensación que tuve en mi camino hasta la sala Razzmatazz 3 para disfrutar de una gran sesión de blues. Y es que solo se necesitaron quince segundos para saber que aquella iba a ser una gran noche. 

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El tremendo torrente de voz que dió salida al concierto con “Nobody’s Fault but Mine” fue suficiente para captar la atención del más despistado. Semejante arranque dejó claro que los discos no son capaces de reflejar la calidez y fuerza que Carolyn Wonderland muestra sobre un escenario. Su último trabajo “Truth Is” sirvió de columna vertebral para un concierto en el que temas propios y versiones tuvieron un acertado equilibrio. “I Ain’t Going Back”, “Truth Is” y “Blues for Gene”, dedicado al pianista Gene Taylor fueron las primeras en sonar. El dominio que tiene tanto a nivel vocal como a las seis cuerdas es de una finura excelsa y provocaron un efecto hipnótico que solo se rompió cuando el silencio se hacía con la sala y se rompió por los aplausos. 

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La banda suena compacta y no muestra ningún tipo de resquicio sonoro. Destacaron las voces y guitarras de Shelley King, que además fue protagonista en “Madame Mystic” y “One Shot At a Time”. Un par de buenos descansos para la voz de Carolyn Wonderland, que sufrió durante el concierto con la temperatura de la sala pero que no le impidió darlo todo sin escatimar en ningún tema. Además de las guitarras eléctricas y acústicas, la tejana tomó asiento para colocar en su regazo un slide guitar y hacerlo llorar durante “Fragile Peace and Certain War”, “Sooner Or Later”, “I Got to Cross the River of Jordan” y “Misunderstood”

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Recordó a John Mayall, con el que tuvo el honor de haber girado, con “Don’t Waste My Time” y “The Laws Must Change” y a Janis Joplin interpretando “What Good Can Drinkin’ Do”. A pesar de la visible incomodidad que le provocaba el calor, el incendiario final con “Loser” y “Orange Juice Blues” fue capaz de marcar a fuego el nombre de Carolyn Wonderland en el recuerdo de todos. Y más cuando ya dábamos por sentado que el concierto terminaría ahí. Pero aún tuvo fuerzas y ganas de despedirse con “Palace of the King” de Freddie King. Y con ella, la sensación de formar parte de ese pequeño grupo alejado de artistas mainstreams centrado en las sensaciones y la música más de raices. 

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Y reitero lo dicho. Sus discos son buenos y disfrutables, pero la experiencia de su directo engrandece mucho más su nombre. Espero poder ponerle remedio a esta cantidad de años sin saber de su existencia con más directos. Por mi parte procuraré hacer lo posible para que la próxima vez, ese pequeño reducto de “aguerridos galos” sea algo mayor. 

Fotos: Desi Estévez

 

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