Rita Payés versus Julieta Venegas o el verdadero riesgo frente a una apuesta sobre seguro

El doble cartel que despidió el Festival Alma Occident de Barcelona la pasada noche del 21 de julio en el Pueblo Español estuvo formado por Rita Payés y Julieta Venegas. Escrito así, a palo seco, parece sencillamente una exposición de los hechos, pero hablamos de dos artistas que, pese a sus muchas diferencias —y ser Julieta casi treinta años mayor que su compañera—, comparten una sensibilidad y un talento que las hermana. Pero esa distancia temporal marca una frontera: la artista catalana solo tenía siete años cuando Venegas estaba en el cénit de su carrera, por lo que encararon sus actuaciones de manera totalmente opuesta.

Abrió la velada, la joven cantautora de Vilassar de Mar —esa mezcla imposible entre Cecilia, Maria del Mar Bonet y Astrud Gilberto— brindando un discurso musical minimalista que no acabó de encajar en un recinto tan grande. Pero ese obstáculo se superó en parte al contar con una banda tremendamente versátil y acorde con un estilo que bebe de diversas fuentes: Pop, Jazz, canción de autor y hasta Bossa Nova. Junto a su madre, Elisabeth Roma, interpretó “Nana per les mamas” en un tierno dueto a dos guitarras dedicado a la esencia de la maternidad. La trompeta de su hermano Eudald la ayudó a poner el “Alma en vilo” mientras que con el bajista Horacio Fumero se atrevió con el tango “Nieblas del riachuelo”. Encarar un clásico que ha pasado por la voz de una maestra del género como Adriana Varela es vivir al límite aunque Horacio sea argentino y su currículum tire de espaldas. Y eso es digno de elogio. La cobardía debe tener una orden de alejamiento de los escenarios.

Además esta chica se guardaba un as en la manga, un cuarteto de cuerda que dio más poderío a sus piezas, la mayoría pertenecientes a su reciente álbum “De camino al camino” (2024). De esta obra también extrajo “El cervatillo” y “Por qué será”. Me detengo en esta última, pues su letra recuerda que vivimos en una época donde no hay “tiempo de tomarse un buen café”.

Y así, huyendo de esas prisas que nos atenazan para no ir a ningún lado, lo mejor es dejarse llevar por esta valiente que, con un trombón y esa voz que por momentos recuerda a aquella Pepa Flores un tanto aflamencada, salió envuelta en aplausos.

Tras una breve pausa, Julieta Venegas salió al escenario sin vacilar, con una naturalidad pasmosa y frente a un trío de músicos muy bien cohesionado. Con su veteranía bajo el brazo, ofreció una faena basada en su Pop amable plagado de estribillos pegadizos y que embrujaron a todos los presentes. Aunque parezca un plato fácil de cocinar y que gusta a todo el mundo, hacerlo bien no está al alcance de cualquiera. En ese sentido, la artista mexicana estuvo impecable. Con “Mismo amor”, tema que se encuentra en su postrer trabajo “Tu historia” (2022), ha regresado a un éxito que le había sido esquivo en España desde el 2006, cuando las canciones “Limón y sal” y “Me voy”, la auparon a la cima. Huelga decir que ambas fueron coreadas hasta la extenuación. Aunque es precisamente de discos que han pasado más desapercibidos de donde extrajo canciones que, con algún toque electrónico o su maestría al acordeón, llevaron al público en volandas. “Dime la verdad” o “Algo está cambiando” fueron dos ejemplos de esos tesoros que valió la pena descubrir.

Durante la actuación, la pantalla ubicada detrás del escenario ofrecía un sinfín de imágenes y, en un imprevisible cambio de tercio, el fondo se tornó rojo como la sangre. Entonces Julieta viajó a sus raíces con “Despechada mexicana”; el desamor se cura, pero la pasión queda en el recuerdo. En ese instante, al igual que en la lírica “La nostalgia”, fue cuando musicalmente recordó a su compatriota Lila Downs, más proclive a esos sonidos fronterizos. Auténtica.

En pocas palabras, un recital para salir por la puerta grande, una senda diferente a la seguida por Rita, pero que llegó a ese mismo lugar escondido en el corazón de las personas, a esas emociones que únicamente nos regala la buena música. 

Fotos de Enric Minguillón.

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