The Darkness, una noche de energía, humor y glamour.

The Darkness llenó con su espíritu festivo la Sala Apolo en su concierto de Barcelona dentro de la gira Dreams On Toast tour.

Cualquier excusa me parece bien si hace que una banda como The Darkness se lance a la carretera de nuevo. En esta ocasión era la presentación de un nuevo trabajo (“Dreams On Toast”, Cooking Vinyl 2025). Su debut “Permission To Land” resultó un soplo de aire fresco para todo el que superara la barrera de sus agudos. Y desde entonces han ido publicando discos muy disfrutables. Quedaba por comprobar si mantienen el nivel de sus directos. 

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Con una sala Apolo muy lejos de su aforo final salieron a escena los norirlandeses Dea Matrona. Ante un ambiente frío y bastante desangelado comenzaron su corto show. Son las dos vocalistas las que mantienen el pulso escénico durante toda la actuación, dejando a los otros dos miembros como meros acompañantes. Y es que ambas tienen fuerza suficiente como para acaparar todas las miradas y los oídos. Con un repertorio basado sobre todo en su debut “For Your Sins” supieron dotar de interés ante los desconocedores de su trabajo sus composiciones sencillas. Aunque lo que realmente despertó al personal del letargo fue una bien ejecutada versión del “Oh Well” de Fleetwood Mac. Cerraron su setlist con su tema más conocido hasta la fecha “Red Button” dejando un buen sabor de boca.

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Al ritmo de un tema de ABBA tan épico como “Arrival” los cuatro miembros de The Darkness saltaron al escenario. Y el huracán comenzó a tomar forma desde el primer tema. “Rock n Roll Party Cowboy” y toda su lista de tópicos del mundo del rock sirvieron para ir calentando la voz y el espectáculo. Su formal manera de vestir le duró un tema. En cuanto “Growing On Me” y “Get Your Hand Off My Woman” empezaron a sonar, comenzó el delirio y a Justin le sobraba ya la camisa (Qué le gusta enseñar pezón…). Y es que más allá de su ego por la estética, lo cierto es que esos dos temas subieron la temperatura de la Sala Apolo hasta hacer a más de uno sudar la camiseta. 

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Los ecos de AC/DC volvieron a resonar con otro de los temas de su último disco. “Mortal Dread”,junto con “Motorheart”, mantuvieron el pulso y las revoluciones a un show que no parecía tener techo. Los agudos de Hawkins, junto con las afiladas guitarras de los dos hermanos lanzaban el show a una fiesta sin fin. Tanto es así que se permitieron coreografiar con el paso de “la marcha eterna” el tema “Walking Through the Fire”. Y la sala Apolo entró sin problemas en el juego. Una coreografía ridícula, pero que estando de fiesta es solo una excusa para la diversión comunitaria. Los gorgoritos imposibles de Justin, bastante más liberado con la incorporación de un músico de apoyo durante todo el concierto, volvieron a sonar con “Barbarian”

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Cualquier paso por “Permission To Land” es sinónimo de excitación colectiva, y con “Love Is Only a Feeling” y “Givin’ Up” la cosa quedó muy clara. Y cuando la cosa estaba en lo más alto, llegó el reposo y la parte más floja del show. Tras mirar el reloj y determinar que iban bien de tiempo, Justin se lanzó con una versión de “The Power of Love” de Jennifer Rush que pasó de curiosa a hacerse un pelín larga. Ojala se hubiera decantado por cualquiera de las otras versiones que están haciendo en esta gira (“Fat Bottomed Girls”, “Dead Flowers”, “Immigrant Song”…). Rufus Taylor tomó la voz cantante y cedió a Dan Hawkins las baquetas para defender “My Only”. Un tema que más allá del cambio de roles, fue el único tema de “Dreams on Toast” que no mejora respecto al estudio.

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Pasadas las curiosidades, tocaba reconducir el concierto hasta el nivel que había conseguido alcanzar. El medio tiempo “Heart Explodes” fue la primera en comenzar ese camino. Si alguien se pregunta cuánto de influyente fue Queen para The Darkness, con escuchar “The Longest Kiss” se puede hacer una acertada idea. Y a partir de aquí, se desató la locura. Al menos en las primeras filas, porque para esos momentos solo quedaba disfrutar y no pensar en qué estaría pasando a tus espaldas. “Friday Night” encendió la llama y un curioso medley de “Black Shuck” y “Every Inch Of You” con pinta de improvisado mantuvo las brasas. “Japanese Prisoner Of Love” puso el punto más duro de la noche y fue el perfecto catalizador para el tema capaz de incendiar cualquier sala. 

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“I Believe In a Thing Called Love” no podía faltar a la cita. Justin Hawkins invitó a guardar los móviles y disfrutar de la experiencia. A pesar de parar el tema y señalar a quien no hizo caso de la petición, en su reinicio, el tema volvió a ser el eterno highlight de sus conciertos que es. Excesivamente pendientes del reloj, volvieron para “I Hate Myself”. Un único bis que incluyó un trocito del “Heartbreaker” de Led Zeppelin y que terminó con una cuenta atrás para terminar a la hora en punto. No se si las indicaciones del tiempo que le dieron molestaron a Justin o simplemente lo sacaron de foco, pero marcó el final del concierto dejándolo algo deslucido para lo que había sido previamente.  

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Han pasado ya casi 22 años desde la primera visita de The Darkness a la ciudad. En aquel momento, y con su disco debut, la banda estaba llamada a convertirse en lo más grande. Pero con su segundo disco, aquel efecto se fue desvaneciendo. No ayudó para nada que los dos hermanos se convirtieran por una temporada en los Gallagher del glam rock, haciendo que la banda que tanto prometía, muriera bajo el peso de las expectativas. Por suerte para los que, como ellos, no dieron por completamente perdidos a The Darkness, hemos llegado a 2025 con un nuevo disco y una nueva gira. 

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De todas las veces que los ingleses han pasado por Barcelona, el que aquí escribe sólo se ha perdido la vez en que The Darkness fueron teloneros de Lady Gaga. Y a nivel de actitud, este concierto solo lo supera el de la gira de debut. Con cambiar cuatro pequeños detalles del repertorio, su paso por la sala Apolo habría sido memorable. Lo que sí tengo claro es que, más allá de formar parte de las bandas de mi vida, Justin y los suyos son auténticas bombas en el escenario. Su peor día significa tener un concierto en el que salgas con una sonrisa y la sensación de haberlo pasado bien (aunque parece que en Bilbao vieron esa parte menos inspirada). Ellos cantaron que creían en algo llamado amor… yo sigo creyendo en una banda llamada The Darkness.

Fotos: Desi Estévez

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