Con “Pavement Ends”, Yawning Man confirman un regreso discográfico que funciona como una declaración de principios, la vigencia del “desert rock” sigue intacta cuando quienes lo imaginaron por primera vez vuelven a reunirse para componer. Los miembros fundadores Gary Arce (guitarra) y Mario Lalli (bajo) junto a Bill Stinson (batería) retoman su alianza creativa para entregar un trabajo que ahonda en la faceta más sombría, introspectiva y éterea de la banda. Lejos de buscar estructuras convencionales o melodías evidentes, Yawning Man se sumerge en un viaje de disociación emocional y expansividad sonora. El álbum despliega largos pasajes instrumentales donde los riffs cadenciosos se repiten generando un trance rítmico que actúa casi como una experiencia meditativa. La huella de su fundación en 1986 sigue presente, la música fluye con una naturalidad improvisada, guiada por tensiones y liberaciones que construyen un paisaje sensorial.
Ese paisaje, como siempre en la obra de Yawning Man, es el desierto. El vasto vacío de Palm Desert vuelve a ser la matiz estética y emocional de “Pavement Ends”. Cada nota parece arrastrar polvo, calor y soledad. La psicodelia setentera, el desert rock y un groove acentuado conviven para crear una atmósfera que oscila entre lo hipnótico, lo oscuro y lo sugestivo. El trío rehúye de la lógica comercial, su apuesta sigue siendo la música instrumental como vía de libertad creativa. No necesitan voces para narrar nada porque su sonido ya lo cuenta todo. Sus temas vuelven a ser la banda sonora de la inmensidad arenosa que los vio crecer, una prolongación sonora de aquellas interminables “jam sessions” bajo el cielo abierto del desierto californiano. En “Pavement Ends” la banda reafirma su identidad y demuestra que aún tiene mucho que aportar al “desert rock”. Un regreso que realza la leyenda de una de las formaciones más, por no decir la más, influyentes del género.
