SON Estrella Galicia – Bilborock (Bilbao) – 19 de noviembre de 2025.
La noche cayó temprano sobre Bilbao, con esa lluvia que parece inventada para justificar refugiarse en una sala de conciertos. Bilborock, iluminada por dentro como un faro íntimo, esperaba a Valerie June con la quietud de los grandes momentos. La gente entraba despacio, casi en silencio, se acercaba al escenario (cosa poco habitual en esta sala), como si intuyeran que lo que estaba por ocurrir no era un concierto al uso, sino algo más parecido a un ritual.
Cuando Valerie subió al escenario, lo hizo sin grandes gestos ni presentaciones pomposas. Apareció simplemente ahí, como si hubiese emergido del aire cálido de la sala. Llevaba una serenidad magnética. Lo primero que pensé al verla, como casi una aparición mística, fue recordar que aprendió a cantar en la iglesia. Allí cultivó una voz difícil de clasificar y no podía haber mejor escenario en su paso por Bilbao, que una antigua Iglesia barroca convertida en templo de rock, para deleitarnos con un concierto muy difícil de olvidar.
Y entonces sonó el primer acorde de “Man done wrong” suficiente para que todo el público contuviera la respiración. Su voz, con esa mezcla de fragilidad y brillo sobrenatural, hizo el resto. De pronto, nadie recordaba la lluvia. Nadie recordaba nada que no fuese ese sonido que lo iba ocupando todo.

“No sueno como nadie”, dice Valerie June con orgullo y sin faltarle razón. La vocalista e instrumentista de Memphis está presentando su último trabajo “Owls, Omens And Oracles“ producido por M. Ward. Su propuesta artística es, además, un crisol de estilos, folk, blues, rock, soul, country, música orgánica de raíces norteamericanas, donde cada canción parece sacada de un ritual, pero también de un cuento de los que acaba bien, porque su belleza, su particularísima voz, su alegría chispeante y su estética visual, adornan de manera brillante, su puesta en escena.

Valerie navegó con soltura entre los temas de su nuevo disco y algunos de sus clásicos más reconocibles, con un talento desbordante, una humildad y cercanía, difícil de ver en estos tiempos. Porque Valerie tiene la capacidad de hacerte sentir que canta sólo para ti, de manera íntima y mágica, como si te susurrara. El público disfruto en silencio la alegría que transmite en “All I really want to do”, “o “Love and let go” pasando del escalofrío a la felicidad contagiosa. Con “Endless tree” nos volvió a transmitir de manera muy emotiva un mensaje sobre el poder de la gente, la necesidad de unirse y la esperanza para el cambio. Acompañada de los músicos justos, el bajista “Matt Marinelli” y el batería corista “Casto Sánchez” que supieron complementarla de manera sólida, sin opacar su inconfundible voz, si no, haciéndola brillar en estado puro.

Tocó la guitarra acústica, la pandereta y dos banjos que supo lucir con maestría. Valerie sabe serpentear los estilos, y nos hizo aplaudir y emocionarnos a la vez, con la vibrante “Call me a fool”, la melancólica “With you”, “Joy, Joy!” y dejarnos sin aliento de la emoción, en una de los momentos más mágicos de la noche, con “Somebody to Love”.
En los bises, en solitario y con solo su guitarra, nos regaló una maravillosa versión del “What a Wonderful World” de Louis Armstrong. El final fue sublime con Honeybee”, “If and” y un tema dedicado a todas las mujeres de la sala, “Workin´ woman blues”. Más allá de la música, parte de la fuerza de Valerie está en su mensaje. Su último disco plantea preguntas profundas sobre la convivencia, el respeto y la armonía: “¿será posible respetar nuestras diferencias y crecer juntos… en lugar de crear guerras?”. Tuvimos el inmenso privilegio de compartir unas palabras con ella después del concierto, donde además de su energía envolvente, nos transmitió un mensaje de empoderamiento femenino que insta a las mujeres a abrazar y ejercer su libertad de manera audaz y fuerte.
“Las mujeres deben ser “fieramente libres” y no tener miedo” nos contaba. La lucha por el empoderamiento debe hacerse a través de la dulzura, la amabilidad, la belleza y el amor, no a través del conflicto tradicional. Nos animaba a ser ruidosas y poderosas, sin olvidar la importancia de la tranquilidad y la dulzura. “Las mujeres en países libres deben vivir sin restricciones (vestir, bailar, reír) porque no necesitan el permiso de un hombre y su libertad inspira a las mujeres que en otras naciones podrían no ser tan libres como nosotras.
No necesitamos el permiso de un hombre. Podemos hacer esto. Y, por lo tanto, y tenemos tantos hombres que son hermosos y nos levantan y nos aman ahora. Ellos lo saben.!!
Así que, ¡chicos, súbanse al carro!”
Cuando salimos de Bilborock, el frío ya no molestaba. Después de un concierto, de la que considero una de las mejores voces de esta década, y tras regalarnos un momento de intimidad, algo insuperable se había quedado vibrando en el pecho, como un eco.

Valerie June no había hecho un concierto, sino una revelación: una demostración de que el rock también puede susurrar, que la intensidad no siempre se grita, y que hay noches —muy pocas— en las que una artista puede convertir una sala entera en un templo.
Texto: Xonia Corrales. Fotos y vídeos: Xonia Corrales, Itziar Otxoa.



