Martin Barre las seis cuerdas de Jethro Tull en Madrid

Martin Barre nos traía muy gustosamente el fantástico recuerdo del legado de la banda que le ha acompañado durante casi cuatro décadas, Jethro Tull. La nostalgia se apoderó de la sala TClub en Madrid el sábado 15 de Noviembre, lástima que no hubiera el público necesario para aclamar a tan fantástico guitarrista, dio igual, los que estuvimos presentes ovacionamos y disfrutamos al máximo a un genio de las seis cuerdas con un glorioso pasado y pudimos comprobar que en el presente sigue con una admirable autenticidad. Acompañado por una gran banda ofrecieron un concierto para quitarse el sombrero, teniendo en cuenta que la percepción no es la misma que el tradicional sonido Jethro Tull. Los temas cojean cuando uno de los dos falta, está bien claro que los temas sin la flauta de Ian Anderson no son los mismos, al igual pero a la inversa pudimos comprobar este verano durante la venida de Ian Anderson sin la guitarra de Barre. El engranaje perfecto todos sabemos cual es en esta formación, Anderson-Barre. Al no ser posible, la congregación Tulliana nos tendremos que conformar con estos obsequios y deleitarnos por separado de estos magníficos intérpretes.

Martin Barre sigue tan eficaz a las seis cuerdas como en los mejores tiempos, aporta todo el énfasis necesario para no perderse ningún detalle. Énfasis que transmite a los músicos que le rodean, que han captado la forma de entender  la idea de afrontar un concierto de esta índole. Porque no tiene que ser tarea fácil sustituir la flauta por solos de guitarra o acercarse a la voz de Anderson, aún así, convencieron, se ganaron a un público que anhelaba tiempos pasados con clásicos como «Minstrell in the Gallery», «Sweet Dreams», «A Song For Jeffrey», «Teacher»…. mezclados con temas de su trayectoria en solitario en un amplio repertorio que cubrió más de dos horas para finalizar con «Locomotive Breath». La capacidad musical hace que se nos olvide por momentos los instrumentos inexistentes y pongamos los cinco sentidos en uno, el regocijo por reencontrarnos con los temas originales reinterpretados desde la realidad. Es de agradecer la buena armonía que se respiró durante todo el concierto encima del escenario y hasta puedo asegurar que se divirtieron ejecutando cada cual su instrumento. Al final los músicos satisfechos y el público más ancho que largo, concierto de diez.

 

 

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