Robert Ellis. La ventaja de lo innato, el dulce porvenir

La pasada noche del 14 de Diciembre cerrábamos en Madrid la agenda de conciertos de Americana. De la que venimos disfrutando de la mano de The Mad Note Co. Lo hicimos con el broche de oro que supone el talento del tejano Robert Ellis, una fuerza imparable de la naturaleza que nos hizo sentirnos mejores personas y volar durante casi dos horas por esos territorios del alma que a veces nos cuesta encontrar.

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Ellis viene acompañado por la angelical voz de la joven promesa llamada Jenny O., una delicia que nos pone desde su primer acorde en medio de cualquier película de calidad del cine independiente de los 90. Nos recuerda a los parajes que se pintaban en cintas como «Beautiful Girls» o la maravillosa serie «Gilmore Girls». Bien podría haber sustituido la voz del incomparable Tom Waits en cualquiera de las películas de Jarmusch. Una proeza sólo posible desde la delicadeza de Jenny, que a pesar de su juventud, conoce perfectamente lo que se trae entre manos. Antes de terminar su show de apertura, se hizo uno de sus temas con Robert, que sabe muy bien la joya que ha elegido, un diamante que se irá puliendo poco a poco y que a buen seguro nos deparará grandes emociones.

Poco después de las 22.30h comenzaba el show del de Texas, tras la merecidísima presentación del mago de la música Américana de Radio 3, el gran Manolo Fernández, conductor del mítico espacio Toma Uno. El concierto se suponía en formato dúo con el gran guitarrista Kelly Doyle. Robert nos explica que debería estar con él esta noche y se disculpa por la ausencia, al parecer el bueno de Doyle ha tenido algún que otro contratiempo que le ha impedido deleitarnos en esta mini gira española. Pero parece realmente que el que más echa de menos a Kelly es el propio Ellis. No quiero ni pensar como debe ser el tipo a las seis cuerdas para que un portento del instrumento como Robert Ellis le esté echando de menos. En el escenario hay dos micros y el tejano se mantiene a la derecha, lejos de estar centrado y casi pegado a la pared, es como si quisiera sentir la presencia de su compañero ausente. Como si el alma de Doyle estuviera con nosotros a pesar de todo. La verdad es que nos resultó muy curioso.

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Ante la falta del dúo, Robert se ofreció a tocar todo lo que el público le pidiera. Una audiencia volcada comenzó a lanzar peticiones y prácticamente todas fueron cayendo. De ese modo, alternando peticiones con algún que otro tema al gusto de Ellis fueron cayendo joyas de todos sus álbumes y alguna que otra versión. Del maravilloso «The Lights Of The Chemical Plant» nos llovieron temas como «TV Song», «Good Intentions», «Pride», «Only Lies» y «Houston». De su última loncha, titulada con su nombre propio «Robert Ellis» nos dejó cortes como «Perfect Strangers», «California», «Elephant» y «Couple Skates», curioso tema dedicado al hecho de que en su ciudad natal, al sur de Houston, los niños ponen música mientras patinan en los parques y en ese momento musical pueden elegir una pareja a la que le dan la mano para deslizarse juntos. Las versiones fueron para el mítico «Suzanne» de Leonard Cohen, un momento que impuso un respeto absoluto en la sala, una ley del silencio inalterable que no se perturbó un ápice, incluso cuando terminó la interpretación nos quedamos unos cinco segundos noqueados, en en estado de shock, tratando de digerir lo que acababa de pasar. Realmente fue maravilloso. Otro de los momentos de la noche vino con su segunda versión, la del clásico de Bruce Springsteen, «I’m On Fire», un tema que no nos regaló en la anterior visita a pesar de las peticiones de la audiencia que gritaba: «I’m On Fire» para recibir de vuelta la broma de Ellis en forma de pregunta: «Are You???». Pero esta vez fue muy diferente, esa misma persona del público que se la solicitaba la otra vez, la recibió anoche como regalo, como apoyo, como dedicatoria especial y personalizada de Robert para ayudarle a sobrellevar un momento personal duro, pero que seguro pasará. Desde aquí todo nuestro apoyo a ese amigo especial y nuestra gratitud infinita a Robert Ellis por su generosidad. El tema de Springsteen lo hace suyo de un modo tan colosal que te pone los pelos de punta y recorre como un escalofrío tu espalda reaccionando al finger picking de su guitarra. Realmente impresionante.

La única petición que Ellis no concede es para el tema «No Fun«, que dice no recordar. Medio en broma, medio en serio, Robert nos comenta que el tema habla de la violencia doméstica y que está lejos de ser un tema divertido. A pesar de eso, es un tema que le piden mucho, especialmente en el sur de los Estados Unidos, donde al parecer no entienden muy bien el significado. Ellis nos comenta que le han llegado a decir textualmente «esa canción refleja realmente cómo me siento», haciendo más alusión al Fun que a la realidad que subyace en el tema. Otro de sus temas como es «Good Intentions» reza la frase «Don’t do this to me, sister», que no hace referencia precisamente a incesto y que tampoco quieren terminar de entender al otro lado del charco en según qué estados.

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Hacía más de dos años de su última visita y nos comentaba que, a pesar de haberse comprometido entonces a aprender español y hablarlo durante todo su concierto en la próxima vez, nos confirmó entre risas que su avance al respecto había sido cero. Robert estuvo toda la noche muy cercano, gastando constantes bromas sobre el calor de la sala, sobre el grosor de su llamativo traje mezcla country-espacial, clara referencia al precioso póster diseñado para la gira. Bromeaba sobre la inapropiada elección de una vestimenta muy difícil de lavar durante la gira y nos recomendaba no acercarnos mucho a él debido al olor que podría desprender. También hubo chascarrillo para el curioso merchandishing en forma de condón y en una funda que hacía alusión a su canción «Good Intentions», Ellis nos recomendaba no usarlos por su grosor y poca calidad, ya que era más un artículo de recuerdo que una herramienta eficaz y no se había podido permitir comprar algo de mayor calidad. Un tipo muy simpático que no se quiso ir del escenario ni para los bises, un teatrillo en el que Robert no cree y ve innecesario. Abiertamente nos decía que estaba tan contento y de tan buen humor que no dejaría de tocar y de aceptar peticiones de la audiencia, pero tuvo que hacerlo cuando el horario de la sala le impuso el toque de queda, sólo podía atacar dos temas más. En ese momento nos pidió que abucheáramos a las normas y no a él, que estaba dispuesto a seguir tocando, así que todos juntos, Ellis y audiencia, nos pusimos a abuchear.Robert Ellis Tourposter 2016Es imposible hacer lo que este artista hace si no lo llevas en tu sangre. Está claro que también hay mucho trabajo detrás de la obra de arte que elabora Robert Ellis sobre el escenario. Pero un 80% de lo que vemos son genes, es un poder natural tan descomunal que asusta verle tocar, estremece, empequeñece, te hace sentir tan diminuto que, por momentos, da hasta rabia. Los parajes que pinta en nuestros corazones el de Houston son lienzos y pinturas de los que desconocemos su existencia hasta que estamos ante ellos, hasta que los sentimos y los vemos con nuestros propios ojos. Como el que se queda expectante ante la invasión de lo desconocido, con esa mezcla de deseo y miedo que supone despojar de su máscara al malvado abatido. Ellis es un portento llamado al Olimpo de la música americana. Más vale que le abran las puertas de par en par porque de lo contrario, derribará cualquier muro para llegar a una cumbre que le corresponde por derecho propio y que no debe ser arrebatada por la injusticia de la música de masas. Ese trono no le corresponde a ningún otro que no tenga la fuerza, la honestidad, el cariño y el poder innato de Robert, al que le auguramos un dulce porvenir. El mismo que ya se ha ganado en nuestros corazones. ¡Vuelve pronto, Robert! ¡Salud!

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