Colter Wall & Ian Noe. Demasiado corazón.

Otra noche de música Americana en la madrileña sala Boite Live de Madrid. Esta vez el manjar estadounidense que nos servía The Mad Note Co. se componía de dos platos. El primero era una delicatessen desconocida para la mayoría. Su nombre Ian Noe, natural de Beattyville, Kentucky, agarrado a la madera de su Martin D28, similar a la que Neil Young consiguió heredar de Hank Williams, según cuenta la leyenda, a buen precio. Pero la cara de estupefacción que dejó Ian en nuestros rostros desde el primer acorde de guitarra hasta la última nota que salió de su garganta, era lo que realmente no tenía precio.

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Como diría un buen amigo mío: ¡Qué barbaridad!. Su juventud no le impide a Ian ser un artista sobresaliente. Alguien que eclipsaría a todos los niñatos pseudo-folk-country que florecen en nuestro país a la sombra de poderosas discográficas o acertados padrinos interesados. Ese tipo de postureo «typical Spain» que termina vendiendo discos y a los que Ian Noe barrería de un plumazo con uno solo de sus temas. De hecho Ian sólo tiene publicado un EP de 4 temas y los cuatro sonaron en la noche del pasado jueves, 8 de Febrero: «Methhead», «Irene», «Off This Mountain Top» y «A Young Felon Dates and Old Woman», junto con otro puñado de clásicos folk.

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Un aire que nos ha enamorado y que nos colocaba de lleno, desde la primera escucha, en el Village newyorkino de los 60. Es una deliciosa mezcla entre Dylan y Denver. Un soplo que nos trae de repente al mismísimo Chris Bell a la memoria y que respira Big Star renovado por los cuatro costados. Gracias y mil gracias a Colter Wall y a Jose Luis Carnes por traernos este talento a la capital. Fue de lo mejor de la noche, sin duda.

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Tras Ian, vino la estrella de la noche. El inapelable Colter Wall. Esta vez el viento soplaba un poco más frío desde el norte del continente, concretamente desde la canadiense localidad de Swift Current, Saskatchewan. Un EP, «Imaginary Appalachia» y un LP, de título homónimo contemplan a Colter.

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La voz de Wall es mucho más profunda que la de Ian. Si el primero estaba más cercano a los timbres dylanianos, el segundo queda más cerca de Johnny Cash. No en vano, muchos en la sala flirteamos con la idea de que se marcaran un «Girl From The North Country», pero eso quedo, desgraciadamente, en una ilusión.

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Colter Wall ofrece un show muy profundo. Centrado en su Martin de caoba de la serie 28 y un cancionero muy entramado. Unas letras que va desgranando desde lo más profundo y que requieren su concentración y la del espectador. Cosa que no nos dejaron hacer los mismos parlanchines de siempre que se apostan en la parte trasera de la sala para beber en la barra y charlar a voz en grito, ignorando y faltando al respeto a artista y público.

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Volviendo a Wall, se le adivina un gran artista. Con letras densas y comprometidas. Pero su show en solitario y acústico no está al alcance de la comprensión de todos y sus composiciones en este formato se pueden hacerse, por momentos, demasiado espesas. Se requiere una capacidad de foco muy elevada para no caer en el error de percibir todos los temas como uno mismo. Porque la realidad es que son temas trabajadísimos y cada uno de su padre y de su madre. Pero quizá era demasiado corazón condensado en esa lírica y acordes para la noche de un jueves. Y no todos fuimos capaces de conectar del mismo modo con el artista canadiense.

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Nos quedamos con las ganas de saber cómo suena con banda Colter. Y esperamos que vuelva para poder comprobarlo. Con lo costoso que es mover este tipo de giras de artista americano solo y en acústico por parte de agentes y promotores, lo que es una auténtica esperanza es que esta noche se hubiera vuelto a colgar el cartel de «no hay billetes». No es la primera vez que The Mad Note Co. lo consigue y no será la última. Todo un logro y un indicador de que se están haciendo bien las cosas.

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El set de Colter Wall ofrece un repaso por sus dos lonchas y un puñado de conocidos clásicos de la historia del folk y la tradición americanas. Nos quedamos con joyas como el clásico de Townes Van Zandt, «Ride Me Down Easy» o con el «Do Re Mi» del mítico Woody Guthrie. Versionadas quedaron también «Railroad Bill (Ride, Ride)», tradicional atribuida a Ramblin’ Jack Elliott y el «Strawberry Roan» de Marty Robbins. Otros grandes momentos fueron: «The Devil Wears a Suit and Tie», «Me and Big Dave» y «Philadelphia Lawyer».

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Este es el tipo de cosas que Colter dice del demonio. Un tipo que va en un Cadillac serie 10 con un cigarro en la boca y del que nos pregunta: «Don’t you know the devil wears a suit and tie. Saw him driving down the 61′ in early July. White as a cotton field and sharp as a knife. I heard him howling as he passed me by». Toma letrita y de ahí tira para arriba. Está claro que para beber saboreando las gotas del concierto de Colter hay que tener un nivel de inglés aceptable para poder conjugarlo al máximo con la música y sacarle el máximo placer en el paladar. En resumen otra gran noche de las muchas que nos quedan. Salud!

Texto: Carlos Pérez Baéz y Javier Naranjo

Fotos, vídeo y edición: Ana Hortelano y Javier Naranjo

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