BEN VAUGHN QUINTET O `DE LA FELICIDAD´ EN LA SALA EL SOL DE MADRID

   Ya es casualidad venir a tocar a Madrid la misma noche que lo hacen sus Satánicas Majestades. Lejos de amilanarse por tamaña noticia, Ben Vaughn consiguió llenar (sin agobios) la sala El Sol de Madrid el pasado miércoles 1 de junio. Entre los ilustres del público, un Juan de Pablos en uno de los palcos, que no quiso perderse la cita. O Rafa Suñen y otros miembros de Los Chicos, junto a Francisco Santelices `presuntos complicados´ en traer de gira al de New Jersey por España. Venía Ben Vaugh de tocar en plazas tan ilustres como Liérganes, visitando al “hombre pez”, o Tomelloso, en la mítica `matagigantes´ Sala Beat. Por doquier ha ido triunfando Ben, conciertos de jefazo donde el control escénico ha sido total de principio a fin, dejando empero un ligero margen a la improvisación de una banda con el culo pelado y las manos callosas de mil bolos de rock´n´roll.

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   Por suerte cayó en manos de quien esto escribe el “track list” del grupo, así pues, la reconstrucción puede ser más fiable, que la memoria es traicionera, ya lo aseguraba Jorge Luis Borges. Un total de 22 canciones, con un bis, donde las caras de felicidad del respetable eran dignas de foto. Tal vez tantos meses de escaso concierto, de sufrimiento, de aislamiento, de susto perpetuo, comiencen a dar paso a un aflorar de las emociones más o menos desatadas. El público, de diez, respetuoso, atento, entregado, pero sin aspavientos ni ganas de llamar la atención. Algo tímidos, incluso, como si quisieran que la experiencia del concierto quedara en la intimidad.

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   En efecto, hacía tiempo que no veía tan poca cámara o móvil disparando fotos. Es cierto que llegaba algo de barullo de voces desde el fondo, pero quedaba eclipsado cuando no sometido por mor del ritmo y las melodías embriagadoras de Ben Vaughn. Con una banda eminentemente “cool”, aderezada con el acordeón de Gus Cordovox, compañero de Vaughn desde su primer disco, ahora reeditado, The Many Moods Of Ben Vaughn (Munster, 2022). De hecho, se marcaron del mismo disco un “I Dig Your Wig” a mitad de actuación que fue coreado por el sector más duro de sus seguidores. Sin comentarios el cachondeo de escuchar la sintonía de la serie Benny Hill.  Pero es que el saxo podía con todo. Salió algo acalorado, pero fue agrandándose hasta lo inconmensurable. Por otro lado, también cayó algún tema nuevo, como ese epitafio llamado “New Jersey Rock´n´roll”, aplaudido y, en reciprocidad, agradecido por el artista.

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    Ben y su quinteto, con un sonido engrasado y cambio de aceite, pisaron el acelerador tras unas primeras baladas soñadoras `Costa Este´ de las que tan bien le salen a nuestro héroe, como “Jerry Lewis in France”, “Too Sensitive”, “Carved Storm” o una recreación del “Blue Moon”. El Ramble Dorado tomó velocidad de crucero con la inrockuptible “Daddy´s Gone for Good”, seguida no sin cierta gracia por las cacofónicas y asimétricas “Charlene” y “Darlene”.

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   Y es que el creador con Alan Vega del “blues cubista” puede jugar a su antojo con las piernas del personal haciéndolas ir de la euforia a la calma más reposada, practicando esas bajadas en picado tan típicas de los Violent Femmes para, de inmediato, llevarte al éxtasis. Sonaron, claro, “Shingaling with me”, hubo medleys de purito rythm´n´blues, y así, nos quisimos morir de gusto.

   ¿Qué es la felicidad? Le preguntaron una vez a Mujica Laínez, y el sabio contestó: “Para mí, la felicidad es entrar en un anticuario, elegir lo que quiera y no tener que preguntar por el precio”. Si alguien me lo preguntara, contestaría: “ir a ver un concierto de Ben Vaughn tocar una Jazzmaster y pulsar un pedal Tremolo Candy Apple Red en compañía de ciento cincuenta entusiastas, no más, mientras tocan los Rolling Stones en un gigantesco estadio de mi ciudad”.

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   Muy simpáticos y accesibles, aguantaron el tirón de los fans haciéndose fotos y firmando ejemplares de la reedición y de su nuevo disco, The World of Ben Vaughn. Ahí aproveché para preguntarle por si le gustaba Dion DiMucci, el de los Belmonts. Y, claro, se le iluminó la cara y me aseguró que era la más brillante leyenda de los tiempos heroicos del rock que nos queda con vida. Dios salve a Dion y a Ben. Y los conserve así de jóvenes muchos más años.

Escrito por Blanca Durán

Fotos y Video por Ana Hortelano

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