Low Cut Connie edita «ART DEALERS»

«ART DEALERS» es el séptimo disco de Low Cut Connie. Increiblemente, un artista muy poco valorado en nuestro país, a pesar de tener editados discos majestuosos como su anterior «Private Lives», uno de los mejores de 2020. Si aquel era una muestra de introspección, este es todo lo contrario. Está lleno de fuerza y es uno de sus discos más rockeros y expansivos. Mientras su disco anterior le llevó tres años de trabajo e idas y venidas al estudio, «ART DEALERS» se grabó en poco más de una semana. Esta urgencia le empuja a ese sonido crudo y puro inspirado en el rock ‘n’ roll clásico, aquel que reinó en los 70s.

Junto con el álbum, Adam Weiner codirigió junto al cineasta Roy Power una película de 80 minutos que se estrenará a finales de este año. La película es un documental de género híbrido que combina una serie de conciertos en New York junto a 15 años de grabaciones caseras de actuaciones y desventuras musicales y personales.

Escucha «ART DEALERS» de Low Cut Connie aquí:

Según la nota de prensa, este álbum es «una carta de amor a la Nueva York de Lou Reed y Patti Smith y al imprudente abandono de la vida artística en un contexto americano descarnado y decadente». Encontramos en él a una banda en su madurez, tratando cada tema como se merece en un trabajo de artesanía que nos trae rock clásico, soul, funk o boogie-woogie. Una colección de 13 canciones de himnos arriesgados y románticos y que están dedicados a una liberación total del cuerpo, el espíritu, el género y la sexualidad frente a una situación política cada vez más tensa. El espíritu de los buenos tiempos en la Gran Manzana, cuando todo era permitido.

Con su banda respaldándole como nunca, Adam Weiner, líder indiscutible, consigue el que sea posiblemente el disco más variado de su carrera. Un sonido urbano y lleno de deudas, influencias que abarcan desde el sonido de la Creedence o Tom Petty hasta David Bowie o Elton John. Un rock hecho a lo grande que tenía que tener referentes igual de grandes.

«Tell Me Something I Don’t Know» abre el álbum de manera poderosa, demostrando el poder de la banda que respalda a Weiner. El single “Are You Gonna Run?”, podría haber estado en cualquiera de los primeros discos de Tom Petty sin desentonar. Una canción redonda que hubiera reinado en las radios de la época y que está dedicada a la memoria de Ronnie Spector. Posiblemente «King Of The Jews» sea el tema estrella a nivel lírico, una reconciliación con su identidad judia que abandonó en su juventud tras crecer en un hogar bastante conservador. Ahora, tras una evolución espiritual, ha llegado a tocar en centros judíos y está orgulloso de su religión. 

Pero lo que subyace en todo el álbum, es el espíritu bastardo de otro judio célebre, Lou Reed. Aquella peculiar forma de hacer música que sonaba a su ciudad y que mezclaba géneros sin perder el estilo propio. Ritmos constantes, coros deudores del doo wop y coqueteos con géneros hermanos como el soul o el funk con personalidad propia son la base musical de este trabajo. Muestra de ello es una de las colaboraciones con la banda neoyorkina SUSU, «Take Me To The Place». Un baladón que se va más allá de los cinco minutos y que es uno de los temas estrellas.

“Si lo piensas bien, muchos grandes artistas que asociamos con la ciudad eran en realidad personas que venían de los suburbios. Patti Smith, Lou Reed, Bruce Springsteen, Debbie Harry, Robert Mapplethorpe. Personas que tenían esta visión de lo que podrían lograr en esta ciudad qué los atraía a esta vida artística, soñando en quién podían convertirse o qué impresiones podrían causar si tan solo pudieran llegar allí”.

Muchas de las canciones son personales, basadas en los años vividos por Weiner en la decadente escena de sexo, drogas y rock and roll de Nueva York. Weiner perteneció a aquel movimiento tocando como pianista en bares LGBTI. Allí desarrolló su perspicaz sentido de la observación que hizo que muchos de aquellos personajes acabaran en sus canciones. 

Hacia el final del disco asoma la sombra de David Bowie. El glam («I don´t Understand You») y el divo pop («Art Dealers»). “The Party’s Over” es un cierre perfecto para el álbum: una pista acústica sencilla que habla de la lucha por sobrevivir en el negocio del rock. (“¿Quién va a escuchar mi canción después de que todos se hayan ido?»). La calma después de la tempestad tras un disco lleno de electricidad y cuya mayor virtud puede ser su mayor defecto: madurez y clasicismo. Y es que, como dice Adam, no hay secretos: «sólo quiero entusiasmar a la gente con lo que hago. El mundo es un lugar sucio y roto… pero tenemos que vivir mientras estemos aquí».

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