El largo adios de Screamin’ Cheetah Wheelies

Screamin’ Cheetah Wheelies inició en Barcelona la gira de esta larga despedida superando las dos horas de concierto y con Mike Farris en plena forma. Una adiós que de momento sólo tiene previstas las fechas del territorio nacional. 

La espera llegó a su fin. Concretamente 19 años, dos meses y 18 días desde que Mike Farris y los suyos se bajaron del escenario del Azkena para dar carpetazo a una de las bandas más preciadas del underground. Pero como todas las relaciones intensas, nunca llegan a apagarse del todo las brasas, y basta un ligero soplo para que las llamas vuelvan a crecer. Si nos ponemos precisos, esa brisa que lo inició ocurrió en Abril del 2022, cuando se anunciaron unas fechas puntuales en USA que pusieron los dientes largos a todos. ¿Sería aquello flor de un día? ¿Un último polvo de despedida? La vuelta de Mike Farris con The Screamin’ Cheetah Wheelies estaba teniendo demasiadas señales como para ser solo un espejismo.

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Por suerte para muchos, gracias a The Mad Note y Funhouse, ese espejismo se convirtió en un oasis tan tangible como las gotas de sudor que caían de la frente de Farris en la Sala Apolo de Barcelona. Y no solo eso. Además acompañados por unos teloneros de lujo como son The Steepwater Band. Una velada que nadie de la parroquia rockera se quiso perder. Mirases donde mirases, veías caras conocidas de mil conciertos con la ilusión del niño que va a recibir sus regalos en Reyes. Un tiempo y un lugar perfecto para reencuentros de viejos amigos, antiguas batallas y ganas renovadas. 

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Con las mismas de ver ese retorno salieron The Steepwater Band, que aparecieron con precisa puntualidad a demostrar su calidad. Tirando de un repertorio basado en esa dupla dos buenos trabajos como son “Turn of the Wheel” y “Re-turn of the Wheel”, los de Chicago ofrecieron un excelente concierto. Las guitarras dobladas, el uso del steel guitar y una contundente sección rítmica dejaron claro que cada visita suya supone una alegría para los sentidos. “Please The Believer”, “Turn of the Wheel”, “Sharp Tongue” o “High and Humble” son capaces de llenar con creces los vacíos que los hermanos Robinson van dejando entre peleas y reconciliaciones. Y todo ello además con un puntito stone que sienta de maravilla a sus canciones. Terminaron su corto set (con una hora nadie quedó contento) bordando “Tell the Truth” de Derek & The Dominoes y dejando a la sala Apolo a punto para Screamin’ Cheetah Wheelies.

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La banda salió al escenario arropada por los gritos de una sala Apolo llena hasta la bandera. “Magnolia” fue el tema escogido para retomar la marcha del directo. Unos primeros acordes donde la banda pareció desubicada y dubitativa. Pequeños problemas con el micro para los solos de armónica de Farris y la guitarra de Bob Watkins no contribuían. Daba la sensación de que la maquinaria aún necesita engrasarse del todo para que funcione. El sonido nítido con que habían sonado The Steepwater Band se convirtió en un pequeño lodazal sonoro denso y pastoso. Aún así el concierto fue de menos a más. Lo que es innegable es que Mike Farris es un frontman de la vieja guardia que mantiene un gran nivel vocal. Incluso en ciertos momentos su tono recordaba al de Glenn Hughes. 

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El repertorio tuvo buenos momentos como los de “Gypsy Lullaby” o “Sister Mercy”. Incluso se permitió jugar un rato al intercambio de coros con el público mediante el clásico “I Wanna Take You Higher”. Algo que, sin querer, a la larga terminó por afectar al repertorio. Quizás por eso “Boogie King” y “Ride The Tide” quedaron fuera finalmente por problemas de tiempo. Aún así, fueron más de dos horas de show en el que hicieron un exhaustivo repaso por su obra pero que empezó a tener vuelo demasiado tarde. No fue hasta la terna “Majestic”, “Backwoods Travelin’” y “Rubbermaid Fiance” que el concierto ganó intensidad y energía. Pero en ese momento tuvieron que terminar de manera abrupta por petición de la sala. Solo tuvieron tiempo de brindar “One Big Drop of Water” y “Hello from Venus” para terminar el concierto.

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Parece que esta larga despedida de 20 años de duración acaba de dar inicio. O al menos de momento ha tenido a bien despedirse del público español que siempre les ha dado calor. Lo cierto es que la suerte fue ver a un Farris en plena forma y a The Steepwater Band como secundarios de lujo, porque esa noche primó la nostalgia. Algo que a veces hace que se magnifiquen cosas dejando de lado muchas otras. Pero, ¿no es la música un incitador a ello? Gracias a ese sentimiento, un buen concierto de Mike Farris acompañado de sus chicos de toda la vida puede llegar a verse incluso como el bolazo del año.

Fotos: Desi Estévez

 

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