Jethro Tull está de celebración. Nada más y nada menos que siete décadas diferentes ofreciendo su propuesta a medio camino entre el folk, el rock y el progresivo. Fue el Palau de la Música catalana el magnífico enclave en el que Ian Anderson y los suyos quisieron celebrar su particular fiesta.
Con todo el papel vendido se presentaba Ian Anderson en Barcelona para hacer un pequeño repaso a la historia de Jethro Tull. No solo eso, además venían con un reciente trabajo en el que han renovado y adaptado algo sus canciones a un sonido mucho más actual. En la formación actual ya sólo queda el eterno flautista para defender todo el legado, pero ha sabido rodearse de buenos escuderos para salir vencedor de la batalla del directo. Tras la petición que el propio Anderson hizo sobre el uso de los móviles para grabar o hacer fotos durante el espectáculo (diría que cumplida casi por todo el mundo) los músicos salieron a escena. El siempre risueño líder de Jethro Tull fue el último en aparecer y ser recibido con una sonora ovación.
Comenzó el repaso a esas siete décadas con “Beggar ‘s Farm” y ya quedaron claras dos cosas. La primera, que la formación suena contundente y compacta, incluso rozando los parámetros del metal prog actual. Y dos, que la voz de Ian Anderson iba a dejar poco espacio para las florituras. Hace años que su manera de cantar se aproxima más al recitado que a otra cosa. Eso sí, cuando hace uso de la flauta travesera, ahí no tiene rival. En la discografía de Jethro Tull siempre hubo sitio para el blues y “Some Day the Sun Won’t Shine For You” dió buena cuenta de ello. En ella fue la armónica la que tuvo el protagonismo en los labios de Anderson. Una proyección en video de Jeffrey Hammond sirvió como presentación para “A Song For Jeffrey”.
Cuando sonaron las primeras notas de “Thick As A Brick” más de uno abrió los ojos pensando en una interpretación íntegra del tema. Pero se quedó en una buena muestra del mismo. Algo que se vió compensado con la primera aproximación a “Aqualung” gracias a “Mother Goose”. El repaso a la discografía dejó muestras de muchos de sus trabajos, como “Songs From the Woods” uno de esos tapados de su obra en el que juega con el progresivo de la época. O “Wheatercock” dedicada a ese icónico elemento de los tejados de la campiña. Sus composiciones más recientes llegaron al final de este primer bloque gracias a “The Navigators” y el tema que da título a su reciente “Curious Ruminant”. Un descanso que llegó tras su interpretación clásica del “Bourrée in E Minor” de Bach.
Tras veinte minutos, vuelta a las tablas. De momento, la primera parte estaba siendo de lo más disfrutable incluso con el sufrimiento que genera esa manera de cantar de Anderson. La vuelta con “My God” daba pie a imaginar una segunda parte aún mas interesante que la primera. Pero creo que quitado el final con los clásicos “Aquadidley” y “Aqualung”, la cosa quedó algo más descompensada. Quizás “The Donkey And The Drunk” en la que aprovechó para presentar a los músicos, mantuvo el nivel. Pero “The Zealot Gene”, “Over Jerusalem” y “Budapest” quedaban en poca cosa si las comparamos con los títulos del histórico trabajo. La puntilla final la puso “Locomotive Breath” con un Palau en pie, entregado y rompiendo con permiso la petición inicial de no hacer fotos.
Lo cierto es que una vez asumes la voz de Anderson, se puede decir que son buenos conciertos. El único pero, que igual intercambiando elementos entre las dos partes se queda un final mucho más interesante. Jethro Tull es una banda que tuvo que pasarlo francamente mal durante las últimas dos décadas del s. XX vagando por tierra de nadie. Y creo que ha sido gracias al empeño de sus seguidores lo que le ha dado el impulso necesario a Jethro Tull a seguir ofreciendo su icónica pose sobre los escenarios. Y si es por ellos, veo a Anderson con ganas de celebrar los 70 años de carrera en la carretera, aunque sea solo para recitar y tocar la flauta.
Fotos: Sergio Leiva