No es frecuente que alguien grabe su mejor álbum tras casi sesenta años de carrera discográfica. “Dance of Love” producido por Tony Visconti dio la sensación el año pasado de que podría convertirse en el Basement Tapes de Tucker Zimmerman. Todo en él es fresco y espontáneo, música hecha a su manera, pero con un espíritu de generosidad colaborativa.
Para celebrar el resurgimiento de Tucker Zimmerman como un fénix, se anuncia “Music By River Words By Ear”, que consta de canciones grabadas con la leyenda olvidada Dave Evans y el hijo de Tucker, Quanah, en la guitarra, y Geert Waegman en el violín y Jef van Cool en el bajo, verá la luz el 5 de julio.
Grabadas en 2002 estas canciones de Tucker Zimmerman resuenan con una claridad sin adornos, marcando la entrada de Tucker en el siglo 21 como una continuación y una renovación de su linaje poético.
Después de que el cantautor y ex vigía de montaña, ahora de 80 y tantos años, lograra escapar de la confusa San Francisco de los años 60 con una beca en Roma, su evasión del servicio militar le impidió vivir en Estados Unidos hasta que Jimmy Carter indultó a los objetores en 1977. Para entonces, ya se había establecido en Bélgica, tras haber conseguido finalmente su gran oportunidad musical al otro lado del charco. Incluso conoció a su compañera de vida, Marie-Claire (en la portada de su disco debut), en la embajada del país.
Desde entonces, reside en Bélgica. De gira por Europa, reunió un conjunto de más de 500 partituras para él y su guitarra de 12 cuerdas, que admite usar como “instrumento de percusión”. Seleccionó solo las más positivas para grabar, usando su optimismo como bálsamo. Su música se despliega a un ritmo tan pausado como su proceso creativo.
Su larga carrera y su inagotable gratitud le han hecho ganarse el apoyo de talentos como David Bowie, Angel Olsen y Adrianne Lenker de Big Thief , quien lo honra como “uno de los mejores compositores de todos los tiempos”. Este año, él retribuyó a sus acólitos de Big Thief al aceptar su invitación de grabar un álbum juntos. Fruto de su colaboración es “Dance of Love”, considerado su primer álbum en solitario en casi 20 años.