Ryan Davis & the Roadhouse Band:“New Threats From the Soul”

Ryan Davis & the Roadhouse Band editan su segundo disco, “New Threats From the Soul. Un disco recibido con entusiasmo por la critica americana. Ryan se ocupa de voz, guitarras, teclados y mil cosas más. El disco ha sido producido por Seth Manchester. La banda que le acompaña es Dan Davis (sintetizadores, percusión, armónica), Elsabeth Fuchsia (viola, violín) Will Lawrence (batería), Jim Marlowe ( bajo, saxofón), Christopher May (pedal steel) y Aaron Rosenblum (sampling, loops). Además, muchas colaboraciones puntuales de artistas estelares: Jenny Rose (Vandoliers), Catherine Irwin, Will Oldham o Lou Turner. Algo que da testimonio de la profunda profundidad de su escritura. (Esta gente no suele cantar tonterías).

Escucha “New Threats From the Soul de Ryan Davis & the Roadhouse Band aquí:

Nathan Salsburg , elegante guitarrista colaborador de Joan Shelley, Monnie Prince Billy o The Weather Station, entre otros, define a Ryan como uno de los mejores compositores de su generación. Nosotros llegamos a él gracias a la recomendación de Patterson Hood, otro que sabe de qué habla. Pitchfork lo ha elegido en su lista de “best new albums”. Su anterior banda fue comparada con David Berman o Jay Farrar. ¿Es para tanto?

“Si Bob Dylan fuera gracioso, si Tom Waits fuera relevante, Ryan quizás no sería el mejor en lo que mejor sabe hacer, que es crear grandes círculos de sociabilidad alrededor de sus lamentables colegas del sector. Es el mejor letrista -no rapero- que existe” – David Berman, 2018

Ryan Davis nació en Louisville, pero actualmente reside en Jeffersonville. Fue miembro de la banda State Champion y fundador del sello discográfico Sophomore Lounge. Tras la ruptura de la banda, Davis no sabía qué hacer musicalmente. La pandemia le sorprendió trabajando en un restaurante. Aprovechó para aprender a programar cajas de ritmos y comprar teclados analógicos, algo que tendría mucha importancia en las canciones de su nuevo proyecto.

Comenzó a componer en solitario y a aprender a tocar nuevos instrumentos, debutando con “Dancing on the Edge”, bajo el nombre de Ryan Davis & The Roadhouse Band, aunque en realidad siempre ha sido un proyecto en solitario. Un disco donde ya se adivinaba su estilo. Freak folk/country de temas largos, literarios y llenos de giros inesperados. Es un narrador detallista y sus canciones son narrativas como pocas. Cualquiera cabría en sus canciones: desde Ter Stegen operándose por despecho a Koldo García grabando sus conversaciones con una cajera del Día.

“New Threats From The Soul” es una profundización en su excéntrico estilo. Siete canciones que muestran a Davis reflexionando con tristeza sobre la vida y en qué se ha convertido, planteándose la pregunta que todos se hacen: ¿Tiene algún sentido, dadas las decepciones que se dejan en el camino? Sus canciones parecen la versión maxisingle de las de David Berman, un claro referente en su manera de escribir. Como Berman gusta de la épica, pero también se sabe reír de sí mismo y sus circunstancias. Todas sus melodías parecen regirse por la pérdida, la desesperación y la nostalgia. Todas persiguen la belleza y siempre acaban encontrándola.

La canción de nueve minutos que da título al álbum, por ejemplo, abre el disco con calidez, recordando a Laurel Canyon o, más recientemente, a Father John Misty. Fabulosamente musicada, suenan pianos, violines y pedal steel. Catherine Irwin de Freakwater embellece el conjunto con sus armonías. La narrativa no da lugar a la esperanza. Es un lamento por un romance fugaz, desde el enamoramiento (“¡Eres la nueva sheriff en el Salvaje Oeste de mi corazón!”) hasta la violenta ruptura y la nostalgia (“Tus dulces palabras aún agrian las sábanas de la cama”).

“Verlo actuar cada noche nos emocionó mucho, porque es un artista excelente. Su presencia en el escenario me dejó alucinado. Era como Jim Carrey en ‘The Mask’ o algo así”. (MJ Lenderman, tras girar con Ryan).

En “Monte Carlo/No Limits”, otro amante abandonado choca su coche frente a la casa de su ex y lo deja allí como recordatorio del desastre en el que se ha convertido su amor, como si fuera una señal de vida. “Better If You Make Me” es un grito de arrepentimiento. Alguien que promete que va a cambiar a mejor y dar más libertad a su amada. Pero, mientras habla de redimirse, sigue dando órdenes a su pareja: “Deja la luz de la pecera encendida, nena/Sube el volumen de ‘Para Elisa’”. Es una de las melodías más juguetonas del disco, con el órgano marcando el ritmo y la pedal steel dando vida al estribillo. Una maravilla.

“Mutilation Springs” y “Mutilation Falls” son, desde el título, canciones gemelas. Largas letanías acerca de la decadencia de Estados Unidos. Como buen observador, las imágenes de desolación en las calles y en los hogares definen el ambiente. La primera es toda una postal de decadencia llena de mitos americanos. Broadway, Babe Ruth, sex tapes, cervezas en parques de atracciones, el hair metal y “Amazing Grace”. Todo al servicio del fin del micro mundo donde conviven los dos protagonistas. La segunda comparte la primera estrofa y luego se va expandiendo en musicalidad, que no en optimismo. En ella, cuenta que su sueño es un tubo de escape y que parece que lo único que se está volviendo más fácil son las matemáticas.

“The Simple Joy” es más melódica y canta sobre la alegría de hacer pequeñas cosas en un mundo construido para robarnos nuestra propia alma. Nuestro planeta no ha cambiado tanto en cien años. “¿Quién soy yo para intentar callarle la boca a un cantante de country/ cuando todavía tiene vigencia Hank Williams?”. Will Oldham es el encargado de dar el contrapunto a Ryan en esta celebración de la vida sencilla y alejada de las redes. “Crash Shadows (in Walden Pawn)” suena solemne y hermosa. Una canción perfecta para cerrar un disco sin espacio para el optimismo. En ella, todo consiste en quemar el dinero en bares, dormir en hostales de mala muerte y acabar intentando buscar el sentido de la vida en algún chiringuito de un gurú espiritual.

Sin duda, un disco importante para 2025, listo para reinar en las listas de mejores del año. Por su ambición y por su riqueza, no sólo lírica sino también musical. Es divertido buscar los guiños a algún clásico de la historia del rock entre líneas, pero más aun dejar que su musicalidad nos atrape en cada escucha, encontrando detalles y luces donde en un primer momento parece no haberlas.

ryandavis02

 

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