Y es que el Tulsa Sound, como su “primo hermano” el Southern Rock, bebe de la mayoría de músicas de raíz americanas, una especie de cajón de sastre que dificulta la definición del género, pero que a oídas del buen aficionado se muestra completamente reconocible. Una tradición musical que llega hasta nuestros días, y que tiene en esa bestia parda llamada Paul Benjaman como máximo embajador.
Pero a diferencia de muchos de sus coetáneos Benjaman no se limita a funcionar de manera revivalista o en misión arqueológica, sino que su desmesurado abanico de influencias cristaliza en una propuesta totalmente genuina. Los incansables musicólogos de la asociación Concerts Impossibles nos regalaron la oportunidad de poder ver a Paul en el inicio de su tan esperada gira española, dos horas de disfrute total basadas en sus tres magníficos discos de estudio y alguna versión.
Le acompañan encima del escenario dos fuera de serie : Jason Weinheimer al bajo, productor de esa delicatessen que es “Back to Paradise” (homenaje de varios artistas de Tulsa a la música de Oklahoma) y Rafael Gayol a la batería, que acompañó a Leonard Choen en sus últimos 12 años de giras y que también ha colaborado con decenas de cracks como Charlie Sexton o Robbie Robertson por citar unos pocos.
Con su inseparable Stratocaster verde que utiliza para girar Benjaman se destapó como un guitarrista super imaginativo, nada arcaico, que tanto puede citar a Freddie King en el blues, a Eric Johnson en los momentos de fusión, a Nile Rodgers en el funky y a Jerry García en los más cósmicos.
Rock tejano a lo ZZTop en “My Bad Side Wants a Good Time”, bossa nova en “Poconos”, slide humeante en “Ball and Chain” y una sensacionalmente acelerada versión de “I’ll Make Love To You Anytime” del mago JJ Cale. Un festín para los sentidos. Diversión encima y debajo del escenario. Un músico auténtico, animal escénico y guitarrista sobrenatural. Que vuelva pronto.
Fotos Mario Olmos.
