En la Ciudad. Calero

Arranca el disco en la ciudad, con sonidos que vienen de un mundo en el que ya no vivimos, con texturas funky y cadencias mediterráneas. “En la ciudad”: Se vive como se puede, pero se vive. Javier Calero ha escrito historias urbanas, narradas con la calma del observador, a veces al límite de la indolencia. “Me siento en los charcos” pide paso en las discotecas y en los disco-bares de aquellos años que se perdieron, los de una juventud que ya solo recuperamos en fotografías borrosas.

Es esta una canción para amanecer, con las botellas vacías y los vasos a medias. A veces la música es paisaje, el de las “Noches de calor”, sonoridad elegante en un lienzo: sobre la voz oscura que pinta la humedad nocturna, surge otra voz, la de Carolina Driemel, que salpica calor y sensualidad. “Oferta espacial” no puede ser otra cosa que tecno, estación que se asoma en este túnel del tiempo, un andén de solapas, brillos y maquillaje, una galaxia lejana. Hay burbujeantes cuerdas y teclados cristalinos en “Hago y deshago”, una columna de música que se alza y expande con aromas jazzy: Ahora por fin mi vida es mía / cuidado, amigo / la tuya también puede ser tuya / ya. “En el barrio” es colorista, adictiva, en ella la vida sigue igual, nada ha cambiado, y en eso precisamente radica su atractivo, la autenticidad que destila la canción, su frescura. “En la playa” canta Javier Baeza: Estás aquí para olvidar / la vida complicada que has de llevar.

La playa como vía de escape es solo una ilusión, porque la música y el ritmo es el mismo de la ciudad, no es una canción de playa, en Valencia no hay mar, pero el saxo de Tomás Genís crea espacios dorados donde soñarlo. “De paso”: la guitarra dibuja un lugar por descubrir y la percusión te lleva allí como el tranvía al que subiste una noche, hace ya tanto. En esta tierra nadie se queda / todos desean salir de aquí. ¿Hacia dónde? El disco, casi al final, se viste de reggae con Payoh SoulRebel, en “Las leyes de la conducta animal” desembarca una sección de metales, podrías estar en Birmingham o en la Valencia mestiza de finales de los 70.

Es el momento de cerrar, “Nuestro momento”. Es un fin de fiesta chispeante (o un principio), en tu casa o en tu bar favorito, es un single para tu tocata, una canción venida del ayer para nacer hoy, para abrazarte mientras sostienes tu copa en esta noche repetida de la que no quieres salir. Canta Patti Kitten: Es nuestro momento y lo quiero aprovechar, oh sí. Y sin embargo, queda en todo el disco una impresión, la de que ese momento ya pasó, que es solo un recuerdo.

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