Brant Bjork Trio en Barcelona: el regreso del mágico surfero del desierto

LA LEYENDA DEL STONER METAL, LA PSICODELIA Y EL FUNK, BRILLÓ JUNTO CON SU TRÍO, EN UN CONCIERTO QUE COMBINÓ LA CADENCIA DE UNA PELÍCULA PROYECTADA A VELOCIDAD HIPNÓTICA CON RIFFS VERTIGINOSOS HEREDEROS DE BLUE CHEER, THE BAND OF GIPSIES Y PARLIAMENT FUNKADELIC

La leyenda

Brant Bjork, figura histórica de la Palm Desert Scene, regresó a Barcelona con su trío para ofrecer una noche de psicodelia, groove y fuzz bajo los techos de la Sala Upload. La leyenda del stoner metal y el funk del desierto presentó un concierto que combinó la cadencia hipnótica de una película proyectada a cámara lenta con riffs vertiginosos que evocaron a Blue Cheer, Band of Gypsies y Parliament Funkadelic.

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Pionero del renacimiento del heavy psych setentero, Bjork fue uno de los arquitectos del sonido que definió las generator parties californianas de los 90: sesiones improvisadas en medio del desierto que mezclaban arena, ácido y amplificadores hacia un trance eléctrico. Sin embargo, el autodenominado boogie desert man siempre escondió un alma surfista, como revela el tema autobiográfico “Magic Surfer Magazine”, incluido en su más reciente álbum, Once Upon a Time in the Desert (2024).

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El disco —una suerte de autobiografía sonora publicada bajo su propio sello, Duna Records— recoge los recuerdos de un Bjork adolescente que soñaba con surfear los océanos exuberantes de las revistas que lo inspiraban. A pesar de ser el single principal, el tema no se incluyó en la promoción de este concierto, centrado en celebrar la carrera de uno de los pilares del stoner rock, autor tras joyas como Wretch (1991) y Welcome to Sky Valley de Kyuss (banda a la que también dio nombre, inspirado en un videojuego). Multiinstrumentista y productor, Bjork fue batería y alma conceptual de Kyuss, repitiendo méritos luego con Fu Manchú en No One Rides for Free y colaborando con Melissa Auf der Maur.

Preliminares

Antes del concierto, la Sala Upload respiraba un aire de jazz gracias a la selección musical de Marc Rockenberg, promotor de Red Sun Barcelona y también músico. Su playlist, impregnada de jazz-rock, enlazaba con el espíritu de Jalamanta, debut solista de Bjork y obra de culto del stoner. Muchos de los temas interpretados esa noche provenían precisamente de ese disco seminal.

El trío

La formación que acompañó a Bjork irradiaba química y veteranía. Mario Lalli, al bajo, encendió un fuego constante con su groove denso y envolvente. Amigo de Bjork desde los 13 años, es una figura clave de la escena desértica, miembro de la banda de culto Yawning Man y líder de su propio proyecto Mario Lalli and the Rubber Snake Chamber, donde también ha colaborado Bjork. Su bajo, casi un mantra, tejía el armazón rítmico sobre el que la guitarra de Bjork desplegaba sus viajes sónicos.

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Mike Amster, batería, completaba el triángulo perfecto. Colaborador habitual de Bjork, también compartió aventuras con Nick Oliveri. La compenetración entre los tres fue absoluta: una máquina de groove que respiraba con naturalidad tribal.

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Un disco que suena a spaghetti western

Once Upon a Time in the Desert es, según confesó Bjork en conversación posterior, su homenaje a Sergio Leone. La elección del título no deja lugar a dudas: el álbum sigue la estela del cineasta italiano en su manera de condensar motivos, recuerdos y atmósferas hasta formar una antología personal.
Publicado bajo su sello Duna, el álbum es un autorretrato musical repleto de personajes que funcionan como reflejos de su propio viaje artístico.

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El concierto

El repertorio del 4 de noviembre siguió este orden aproximado:

Budah Time (Everything Fine)
Bread for Buttler
Stackt
Sunshine Is Making Love to Your Mind
Let the Truth Be Known
’73
U.R. Free
Down the Mountain
Trip on the Wine
Too Many Chiefs… Not Enough Indians!
Low Desert Punk
Lazy Bones / Automatic Fantastic
Backin’ the Daze

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Entre ellos, varios momentos se destacaron como auténticos clímax sonoros:

En “Sunshine Is Making Love to Your Mind”, el trío esculpió un paisaje sonoro funky de ensoñación, con claras influencias del Maggot Brain de George Clinton & Funkadelic y ecos de War en las líneas melódicas de Lalli. Su bajo, casi litúrgico, separó las aguas de un mar rojo de sonido, mientras los solos de Bjork trazaban espirales estroboscópicas sobre un lienzo de groove alucinógeno.

Con “U.R. Free”, tema que abre el nuevo disco, el grupo alcanzó uno de los momentos más intensos de la noche: un diálogo eléctrico entre bajo y guitarra que tejía progresiones funky de precisión quirúrgica.

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“Down the Mountain” llevó el viaje hacia los orígenes: ecos de Blue Cheer, la banda de gitanos de Hendrix y el universo de Parliament Funkadelic confluyeron en una descarga de energía pura.

Y con “Low Desert Punk”, himno existencial y autobiográfico, Bjork recordó sus raíces adolescentes en el punk rock y el skateboarding, cuando su habitación estaba tapizada con pósters de Ramones y Black Flag. Fue, sin duda, uno de los momentos más celebrados por el público, que reconoció el riff martilleante de su obra maestra Jalamanta.

La apoteosis final llegó con “Backin’ the Daze”, un torbellino de funk adictivo que hizo vibrar el suelo ajedrezado de la Upload. La audiencia, poseída por el ritmo, se convirtió en un mosaico incandescente de cuerpos en movimiento.

 

Diálogo en el backstage

Tras el concierto, Brant Bjork apareció sereno, con su perenne bandana y la melena ensortijada enmarcando una sonrisa afable. Al felicitarlo por la actuación, confirmaba con naturalidad la influencia de Leone en su nuevo disco y comentaba su deseo de escribir un libro de memorias durante un futuro retiro creativo.

Mientras otro invitado le pedía una foto, el cronista se acercó a Mario Lalli, quien degustaba las delicatessen del buffet. El bajista agradeció los elogios con una mirada cálida, de sabiduría desértica.

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Antes de despedirnos, la gran pregunta:

¿Se reunirá alguna vez Kyuss?

Bjork responde con cortesía y cierto automatismo aprendido:

 “Josh Homme es el eslabón reticente. Hubo momentos en que parecía posible, pero todo quedó en una ambigüedad confusa. De todas formas, la experiencia Kyuss Lives! fue gloriosa.”

—¡Gracias, Brant!
—“You’re welcome, mate.”

Epílogo

Esa noche, el desert rock volvió a soplar su polvo dorado sobre Barcelona. Brant Bjork y su trío demostraron que el espíritu del desierto sigue vivo, que el groove aún late bajo las dunas, y que el surfero mágico —ese que cabalga olas de fuzz en lugar de agua— sigue escribiendo, guitarra en mano, la banda sonora de su propio mito.

Fotos Desi Estévez.

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