The Molotovs pasaron por Barcelona con el aura de ser la nueva sensación dentro del mundo mod y punk-rock. ¿Son estos jóvenes hermanos el nuevo “next big thing”?
Descubrir a la banda que lo revolucionará todo empieza a parecerse a la búsqueda del Santo Grial. Bajo el amparo de nombres insignes como The Sex Pistols o Blondie, los hermanos Cartlidge llevan cinco años llenando su curriculum de conciertos. Según sus propias palabras, a día de hoy llevan unos 600 a sus espaldas. Y si te paras a pensarlo, resulta que The Molotovs comenzaron cuando contaban con 14 y 12 años respectivamente. Si The Warning ha sido una de las principales bandas llamadas a recoger la antorcha del rock, The Molotovs lo hace dentro del punk, el mod o el new wave.

Vivimos en un mundo en el que la venta de discos ya no es una señal significativa para demostrar el éxito de una banda. Ahora las redes sociales y las plataformas de streaming parecen la vara de medir el nivel de influencia y popularidad que tiene un músico. Por eso, descubrir que la sala Upload rozaba un lleno absoluto para ver a una banda sin un disco publicado significa que The Molotovs tienen algo que llama la atención.

Eso sí, hay que vivirlo con los ojos bien abiertos porque corres el riesgo de perdértelo si parpadeas un instante. Ese cóctel formado por juventud, arrogancia y actitud explotó en cuanto pisaron el escenario. Diecisiete temas en una hora, con un pequeño solo de batería incluido, dicen mucho del ritmo frenético que imprimieron The Molotovs. Desde la inicial “Urbia” el trío salió con la intención de marcar a fuego esta primera visita en la memoria del colectivo. La soltura con la que Issey maneja su pesado Rickenbacker mientras no para un segundo, hipnotiza y demuestra que es un auténtico animal de escenario.

Únicamente hicieron una concesión a repertorio ajeno con una acelerada versión de “Suffragette City” con la que Bowie estaría encantado. El resto, fueron canciones sin mayor descanso que el acelerado conteo de inicio para marcar el ritmo. Incluso presentaron “My Metallic Wife”, un tema nuevo. Algo curioso teniendo en cuenta que su primer disco no sale hasta el 30 de enero. Podría parecer un arrebato de soberbia adolescente, pero está más cerca de tener una creatividad desbordante. Temas como “Today ‘s Gonna Be Our Day”, “Rhythm of Yourself” o “More More More” podrían tener el potencial suficiente como para ser una golosina en boca de algún grupo brit con sequía creativa.

La catarsis final de “Come On Now” dejó a Issey tumbada en el suelo mientras seguía tocando su bajo como si estuviera poseída por el demonio. Y cuando nos quisimos dar cuenta, los tres músicos desaparecieron dejando un desinteresado adiós y los acoples sobre el escenario. A su vuelta, The Molotovs se marcaron un detalle que demuestra que si hay que ser punk, hay que ir contra lo que se da por supuesto. Porque lo fácil para una banda que viene por primera vez, que quiere gustar y conseguir que el público salga aún más convencido por lo que ha visto, habría sido salir al escenario con una camiseta del FC Barcelona.

Pero no. Tras un corto, solo de batería por parte de Harry Castle, Matthew apareció para retomar su maltratada guitarra. Nadie fue capaz de prestarle atención desde el momento en que Issey apareció en escena con una camiseta personalizada del RCD Espanyol. Sencillo pero brillante. Suficiente para que un pequeño sector sacara su lado más mononeuronal y lanzara algunas proclamas en contra. Visto lo visto, igual si en vez de una solitaria “Get A Life” como bis, hubieran sido un par de temas, alguna cerveza habría volado al escenario. Pero no hubo tiempo a ninguna reacción más que grabarlo en el cerebro y recordarlo.

Serios, intensos y con una profesionalidad sorprendente para su edad, el trío británico ofreció una descarga feroz de electricidad pura durante poco menos de una hora, bajo la mirada orgullosa de la madre de los hermanos. Lo más sorprendente es que aún no han publicado ni su primer álbum, por eso la expectativa ante su debut de finales de enero es tan alta. Será entonces cuando se sabrá si han logrado capturar en estudio ese sonido fresco, afilado y abrasivo que en directo resulta tan adictivo. De momento, esta primera visita de The Molotovs ya ha cumplido con su cometido. Que los tengamos presentes cada vez que se decidan a recorrer estas tierras.
Fotos: Desi Estévez