El espectacular entorno del Muelle Live, situado entre la playa del Postiguet y la dársena de cruceros de Alicante, fue el escenario perfecto para una nueva celebración de música en directo. Este espacio al aire libre, inaugurado el pasado verano, ha consolidado a la “Millor terreta del món” como una ciudad donde el ocio y la cultura laten con fuerza. Su oferta combina conciertos, gastronomía y cultura frente al mar, y ya ha recibido a destacadas bandas internacionales.

THE DEEP BLUE: la prometedora antesala
El atardecer en el muelle solo necesitaba música para completarse. A las 18:45 subió al escenario The Deep Blue, banda de Mánchester formada por cuatro mujeres que se definen como una indie-folk girlband y que desde 2021 mezclan una lírica rebelde con armonías hipnóticas.
El cuarteto —Georgia Gage (guitarra y voz), Katie Emanuel (piano y voz), Niamh Feeney (bajo y voz) y Sophie Wozencraft (batería)— ha acompañado a The Waterboys en un extenso tour desde junio, con 32 conciertos por Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Países Bajos y España.
Con tres EP publicados y un primer álbum previsto para 2026, la banda demostró estar en plena expansión artística. Interpretaron temas como Something Good, Somebody’s Daughter, In the Night Again, Chance, He Said She Said y How About It, dejando clara su personalidad musical y su capacidad para conectar con el público.
THE WATERBOYS: historia viva del rock
A las 19:45 llegó el turno de The Waterboys. Con una lona de fondo que reproducía la portada de Modern Blues (2015) —un espantapájaros cargado de simbolismo—, Mike Scott apareció acompañado de una banda solvente y poderosa.
The Waterboys son una pieza fundamental en la historia del rock desde los años ochenta. El legado de Scott y de los más de ochenta músicos que han pasado por las distintas formaciones es vasto, pero el carismático líder, con 68 años impecablemente llevados, sigue demostrando sobre el escenario por qué es una figura esencial: voz, guitarra y piano en estado de gracia.
El grupo se completó con un equipo de lujo: Brother Paul (Memphis) y James Hallawell (Cornwall) a los teclados, y la base rítmica irlandesa formada por Aongus Ralston (bajo) y Eamon Ferris (batería).
Un repaso al nuevo disco y a los clásicos
La banda presentó tres temas de su decimosexto álbum, Life, Death and Dennis Hopper, un homenaje al actor y artista Dennis Hopper. Empezaron con Hopper’s on Top, e interpretaron también Ten Years Gone y Golf, They Say.

El concierto continuó con Glastonbury Song, escrita por Scott en 1991 en Manhattan, y con la emotiva How Long Will I Love You? (1990). Con Medicine Bow comenzaron los riffs eléctricos que terminaron de entregar al público a la experiencia Waterboys.
La intensidad fue en aumento con interpretaciones de clásicos como Rare, Precious and Gone, This Is the Sea o Strange Boat. No faltó Fisherman’s Blues, cuya ausencia de violín —recordada por los nostálgicos— no empañó en absoluto la calidad del momento. La compenetración entre Brother Paul —“tan americano que hasta nació el 4 de julio”, bromeó Scott— y la guitarra del líder fue magistral: energía, virtuosismo y un carisma desbordante que contagió al público.
El tramo final llegó con Spirit y The Pan Within, cerrando dos horas de música en mayúsculas. Además, Georgia, Katie y Niamh —de The Deep Blue— hicieron coros en Hopper’s on Top, Golf, They Say y Passing of Hopper, y en el último tema también se sumó Sophie con la pandereta.
Un final mítico: “The Whole of the Moon”
Como no podía ser de otra manera, el concierto concluyó con The Whole of the Moon, el himno imperecedero inspirado en C. S. Lewis. Las voces del público corearon a pleno pulmón el estribillo too high, too far, too soon…, acompañadas nuevamente por las integrantes de The Deep Blue.
Hay lugares que deberían ser patrimonio de la humanidad, y también hay canciones y bandas que merecerían ese reconocimiento por derecho propio. The Waterboys demostraron una vez más por qué forman parte de la historia del rock.
Afortunados quienes pudieron presenciar este concierto inolvidable.

Como suele escribir Mike Scott en sus dedicatorias: “Thank you God for life, love and music.”
Texto Rosa Verdú. Fotos Vicente Zurita.



















