Texto de Federico Navarro y fotos de Fernando Descárrega.
Si los teléfonos móviles desaparecieran de las fotografías, el Can Mercader Festival, celebrado en la barcelonesa localidad de Cornellà del Llobregat el pasado 9 de julio de 2016, podría datar de los primeros ochenta: camisetas de Iron Maiden, Judas Priest y Barón Rojo, melenas rizadas al viento y el negro dominando en las vestimentas mientras en el aire imperaba el inconfundible olor a parrilla, mostaza y cerveza. Y como cabeza de cartel, Muro, convertido en un grupo de culto por unos seguidores que lucían con orgullo muñequeras, discos y demás parafernalia para darle más realismo a este viaje al pasado.
Personalmente, los que más me sorprendieron durante el buen rato que pasé allí fueron Tabü, formación de Hard Rock melódico nacional, cuya puesta en escena también constituyó un claro homenaje a un mundo que ya no existe pero que vale la pena reivindicar, sobre todo si eso se hace con clase y poderío. En el instante en el que el vocalista David García inclinó el palo del micrófono al más puro estilo de su tocayo David Coverdale, los presentes quedaron hipnotizados con piezas como “Destino”, que da título a su último álbum hasta la fecha, o “Dame”, perteneciente a su disco “Romper con todo” (2010). Directas. Entretenidas. E incluso bailables. Único objetivo: pasarlo bien. Sin más. Clave en su propuesta fue el guitarrista Jordi Gorchs. En resumidas cuentas, un grupo que sabe lo que hace y que sin pretender ir más allá de sus propios horizontes, afianza su camino paso a paso. De hecho, los próximos 7 y 8 de octubre serán teloneros de Obús en los recitales que tendrán lugar en Terrassa (Sala Faktoria d’Arts) y Salt (La Mirona).
Por su parte, Mescaleros impartieron una nueva lección de Rock duro del de toda la vida sazonado con un poco de pimienta sureña con sabor a Allman Brothers y Lynyrd Skynrd. Presentados por su amigo Félix Bustillo, conocido por ser el cantante y líder de Proyecto Zeus, no dieron descanso al respetable con un conjunto de excelentes melodías como “Bring On The Night”, “Fire” o “Freedom For All”. Sin duda, es una formación donde todas las piezas encajaron a la perfección, ya que sus miembros se conocen muy bien entre sí y se notan las horas de ensayo. Glorioso ante el micrófono Amadeo Digón, fielmente pertrechado por las brillantes guitarras de Javier Salinas y su hermano Alfonso. Y, como ya es costumbre, soberbia una sección rítmica que no dejó una nota por marcar y en la que el bajo de Manu Reno cabalgó a la par junto a la batería presidida por Sergio Gavín. Enormes. Sin duda, unos de los triunfadores de una noche donde sus dos discos –“Till The End” (2011) y “No Man’s Land” (2015)- se vendieron como rosquillas.
Pero los más esperados de la noche fueron Muro, banda que genera todo tipo de opiniones dependiendo del cariño que se le tenga. Desde luego sus fans más acérrimos los consideran un icono del Heavy Metal español que tuvo la poca fortuna de aparecer a rebufo de unos Barón Rojo y Obús que acapararon mucha mayor atención y que, desde mi punto de vista, poseían bastante más talento. Pero eso es sólo una opinión personal tan respetable como cualquier otra. Es un hecho que debutar con un directo como “Acero y Sangre” (1986) sólo estaba al alcance de los valientes y de los de Vallecas, lugar donde este cuarteto forjó una leyenda que revivió con auténtica fuerza en Cornellà aunque sin Silver, su vocalista original. Porque ahora, la voz la lleva Rosa Pérez que, a base de carisma, mantuvo encendida la llama de un nombre que, quizás, habría tenido más suerte si hubiese aparecido un par de años antes. Con sólo sonar “Traidor”, el parque entero rugió con la rabia que poseen esas canciones donde la velocidad del Speed Metal que los hiciera célebres campó por sus fueros. Ese instante marcó el resto de una velada que, hablando del tiempo, podría haber sido la de cualquier verano de mediados de los ochenta.
