No Parking Tickets in the Clouds. Las huellas dactilares de Nacho Para

Dicen que ya en el útero materno se dibujan las huellas dactilares de cada cual para el resto de sus días. Eso afirma la ciencia, pero también cabe pensar que a medida que los bebés crecen se siguen dibujando nuevas líneas en los dedos, propias e intransferibles, llegadas de experiencias o baños de realidad, o de la mano invisible de los sueños, que saben inventar trazos con música incorporada. Quizá no sea científico pensar que es posible rediseñar la piel de las yemas de los dedos más allá de los meses centrales de un embarazo, pero tal vez sea más humano pensar así, en clave sonora, mientras los científicos descubren esa eventual verdad musical sobre lo que realmente nos define.

            

   Valga esta digresión entre líquidos amnióticos para aventurar que No Parking Tickets in the Clouds, el nuevo disco del almeriense Nacho Para, exhibe las auténticas huellas dactilares de un compositor en plena madurez. Al analizar el rastro que nos ofrece Para, lo que encuentra el oyente consiste en una partitura en forma de collage con aromas de Bob Dylan, Beatles, Bruce Springsteen, la Creedence, Van Morrison y otros muchos artistas que han influido en la cristalización de su personalidad. O de muchas personalidades, porque es fácil identificarse con esa identidad sonora multiforme que propone el músico: forma parte de la geografía discográfica que ha recorrido una generación de melómanos incorregibles.

Por supuesto, también afloran destellos de George Harrison (al que ha dedicado recientemente un fabuloso libro sobre el concierto de homenaje tras su fallecimiento), de su propio camino (Bantastic Fand), de Neil Young, de los Eagles…

Y es que Para ha debido de pasar un porcentaje disparatado de su vida empapándose de esos sonidos, probablemente durante los años críticos en los que se produce la formación/deformación de las sensibilidades, cuando se diluyen las primeras identidades familiares y las nuevas se construyen con amigos y discos/películas/libros/arte o lo que se cruce en el camino, pero siempre tomando distancia respecto al sanedrín genético: hay que matar al padre (y luego, al tercer día y si hay suerte, que resucite). Se palpa en la docena de cortes que conforman el horizonte sonoro de No Parking Tickets in the Clouds.

Nacho Para rescata en este primer disco estrictamente personal aquellos días de la adolescencia (reflejada también en la docena de fotografías que ilustran el disco, correspondientes a sus años mozos) y reconstruye una carretera de sonidos que fluye en el férreo destino humano: llegar a uno mismo. O como explica Joserra Rodrigo en las notas del disco: “Siento en estas 12 canciones una hermandad más potente que la sanguínea, de sur a norte y norte al sur, esa hermosa ruta donde ´El Sol Besa los Campos”. Esta joyita del 2022 es, precisamente, el fruto de una década de apuesta vital por la música, dejando atrás el oficio periodístico, y constituye la reivindicación de uno mismo ante el espejo.

Strong Enough to Refusees (2014), su álbum de estreno junto a Bantastic Fand, representó el primer trecho luminoso de esa carretera. Dos años después llegó el formidable Welcome to Desert town, y en 2019 Somebody´s World, otro tesoro musical cargado de futuro. De esas notables personalidades artísticas que compartieron búsqueda con Nacho Para, siguen en la nueva entrega los pilares sonoros de Paco Del Cerro (voz, violín, ukelele, acordeón y batería), Fernando Rubio (guitarra eléctrica), Chencho Vilar (bajo), Iván Estefanía (mandolina y dobro), Carlos Campoy (piano y protagonista como Rubio de Ferroblues) o Paloma Del Cerro (voz y percusión), entre otros. Este grupo muestra en la docena de piezas lo mejor de sus talentos en este empeño compartido, con mención muy especial a la calidad lograda en los coros, fortaleza difícil de calibrar y fácil de admirar en el álbum. Para la mayoría de las composiciones, también aporta textos Pablo Vizcaíno.

No Parking Tickets in the Clouds llega más lejos que nunca en esa búsqueda que Para inició hace una década en pos de sus huellas dactilares. Podría decirse que en esta fase de su vida ha pasado de participar en discos centrífugos, que proyectan las vivencias acumuladas hacia el exterior, a realizar un disco centrípeto, que conduce desde las influencias recibidas hasta el interior del misterio musical, hacia las capas más profundas de la cebolla emocional que somos todos. Eso se consigue con humildad, compromiso, sabiduría y tiempo, más la complicidad de músicos capaces de sacar todo el jugo a un puñado de instrumentos, a sus magníficas voces conjuntadas y a composiciones exquisitas que merecen ese cuidado extremo.

La edición del CD incluye un libreto de 16 páginas con las letras e instantáneas personales de una rabiosa juventud que pelea por sacar adelante unas migas… Inútilmente, claro, como pasaba en esos tiempos. Pero ese aprendizaje con las hogueras campestres, si se practica con el corazón y la cabeza durante algunas décadas, da lugar a unos panes para chuparse los dedos. Así se hacen las cosas, con dos “co…”; sí, con coherencia y constancia, por supuesto.

Pero no todo son parabienes, porque una obra de esta calidad también presenta un lado negativo que no debe obviarse: resulta muy difícil no quedar atrapado en un bucle tras escuchar las primeras canciones. Cuesta llegar hasta el final del álbum, porque los primeros cortes son tremendamente adictivos. Curiosamente, pasa lo mismo al final. La parte que hay en medio de un bocata es la mejor, por definición, pero ese pan que está por arriba y por abajo del disco sabe especialmente bueno tras las hambres pandémicas y otras enfermedades cabronas que deben superarse.

Puede afirmarse, para concluir, que No Parking Tickets in the Clouds se eleva como un exponente categoría king size entre la oferta de “Americana” cosechada durante este 2022. Intuyo que maestros como Manolo Fernández pueden avalar esta sentencia, porque pocos discos mejores pueden encontrarse en el panorama nacional para disfrutar de un viaje en carretera con estas huellas dactilares de Para. Con esta obra se consolida como una de las mejores fábricas de sonidos en nuestro país. Como decían The Beatles, You and I have memories / Longer than the road / That stretches out ahead». Adelante!

Miguel López

Fotos de Ana Hortelano

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