Chris Isaak, un ALMA sublime y atemporal

Trece largos años ha tenido que esperar Barcelona para ver el regreso a sus escenarios de Chris Isaak. Y lo hizo dentro del festival ALMA – Jardines de Pedralbes.

Si el mundo fuera justo, quizás el pasado 12 de julio las tornas deberían de haber estado cambiadas. A pocos metros, Harry Styles llenaba el Estadi Olímpic de pop de rápido consumo mientras Chris Isaak ofrecía una velada perfecta, derrochando tanto carisma como buenos temas ante 4000 privilegiados. Pero siendo egoísta, por suerte la injusticia musical favorece al pequeño grupo. En grandes estadios, esa presencia y la sensación de que esta cantando para ti, se diluiría como lágrimas en la lluvia. Puntual y con el estilo que le caracteriza (traje azul con detalles de lentejuelas) Isaak apareció en el escenario arropado por una gran ovación. 

 

Acompañado por  sus Silvertones, de su blanca Gibson de semicaja empezaron a brotar los acordes de “American Boy”. Resulta impresionante la presencia que puede llegar a tener algunos artistas en cuanto ponen un pie sobre las tablas. Y Isaak es uno de ellos. Capaz de mover al público con un arqueo de cejas, es fácil imaginarlo formando parte del Rat Pack si hubiera nacido unos años antes. “Somebody ‘s Crying” nos brindó el primero de sus característicos falsetes y un delicado solo de Scott Plunkett al teclado que hizo que a más de uno se le pusiera la piel de gallina. 

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Desprendiéndose de la guitarra, Chris Isaak sorprendió a todos bajando del escenario para pasearse entre el público mientras cantaba “Waiting”. Bromeando sobre el concierto de Harry Styles o dando por concluido el concierto al tercer tema, solo necesita una frase para resultar gracioso sin alardes. “Don’t Leave On My Own” fue la banda sonora del paseo de vuelta al escenario. Ya sobre las tablas, siguió la broma sobre el ex-One Direction haciendo especial hincapié en la coreografía que Herschel Yatovitz y Rowland Salley habían preparado para hacer más espectacular el rock clásico de “I Want Your Love”.

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Y llegó el momento de la noche para muchos. Algo me dice que a Chris Isaak le pesa esta canción, pero como dejar al público sin “Wicked Game”. A fin de cuentas fue la que le lanzó al gran público. Sea o no el peaje apagar, la delicadeza con la que la tocaron la convirtieron en uno de los highlights de la velada. Eso si, se lanzaron a por “Go Walking Down There” casi sin dar tiempo a la ovación. A partir de aquí el concierto se volvió algo más imprevisible. La excusa de ser el último concierto de la gira le vino de perlas para pasar un poco del set establecido.

Así pudo descansar la voz tras el final apoteósico de “Dancin’”, donde el californiano confesó que igual había forzado sus cuerdas vocales. Nada que no se pueda solucionar cediendo el protagonismo a Salley para que cantara “Killing The Blues”. En palabras de Isaak “esta es una de esas bellas canciones que ojalá hubiera podido componer”. Y siendo un tema que han llegado a versionar Allison Kraus y Robert Plant o Shooter Jennings, lo cierto es que no le falta razón.

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Es cierto que al californiano se le recuerda por ese aura melancólica, pero cuando se pone intenso es capaz de sacarse de la manga temas como “Speak Of The Devil”, con coreografía incluida. Eso sí, la cabra siempre tira al monte y la sombra de Roy Orbison es alargada como su tristeza. Con su personalizada guitarra acústica comenzó a recordar a “Big O” y puso a bailar al son de “Oh, Pretty Woman” al público.  Con los músicos situados al frente del escenario dió pie a un set algo más relajado. “Forever Blue” fue todo un viaje en el tiempo hacía los cincuenta sin necesidad de máquina del tiempo. Ese aire tranquilo vino perfecto para el inicio de “Two Hearts”. Un gustazo escuchar esa capacidad para mantener esos tonos agudos sin desafinar ni sonar mal. 

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Sublime la segunda versión de Orbison que sonó en el Poble Espanyol. Quizás una de las canciones más tristes y sentidas de la historia, “Only The Lonely” tuvo su momento esa noche, y sirvió para desembocar en “Blue Spanish Sky”, una de mis canciones favoritas de Chris Isaak. Momento para recordar a Elvis Presley y su “I Can’t Help Falling in Love” pero con su toque personal. Con ella cerraron el bloque más próximo del set para que la electricidad volviera a llenar el escenario. La primera, una sublime “Blue Hotel” con coreografía incluida, le siguió “San Francisco Days” para rematar la parte más alegre del show con “Big Wide Wonderful World” y “Notice The Ring”.

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Que Chris Isaak es un artista con luz propia está muy claro. Lo que mucha gente no esperaba era que volviera a traer su traje de espejos. Así de luminosos empezaban los bises, con “Baby, Did a Bad Thing” en la que subieron a bailar a varias chicas al escenario y en la que aprovecharon los músicos para colar el tema de James Bond y un trocito de “Bye Bye Baby”. Haciendo ver que se iba tras las bailarinas, llamaron al orden al californiano para que volviera al centro del escenario. No contaba con escuchar el tema que me inició en el universo Isaak. “Can’t Do a Thing” fue el single que me hizo comprar “San Francisco Days” y comenzar una relación que dura hasta ahora. 

La siguiente sorpresa no la vimos venir. Un homenaje al Flaco Jimenez para cantar la ranchera “La tumba será el final”. Aunque si mi memoria no me falla en su anterior visita a la ciudad también hizo algo parecido. En fin, un bonito detalle antes de dejar caer “The Way Things Really Are”, una pequeña perla de su último disco editado con temas propios (que no sean villancicos). Su divertido y breve encuentro con James Brown sirvió para presentar “I’ll Go Crazy”, el que fuera a la postre el último tema del concierto. 

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Creo que a dia de hoy quedan pocos músicos que puedan ser considerados como puro entertainment. Artistas que llenan el escenario sólo con su presencia, que sean capaces interactuar con el público sin necesidad de dar la chapa, de resultar gracioso con una sencilla anécdota y que además tengan una discografía que roce el diez. Chris Isaak es una rara avis que tuvo la desgracia (o la suerte) de no coincidir con nombres como Dean Martin, Frank Sinatra o Elvis Presley. Quien sabe si seria ahora igual de grande que ellos, o habria sido eclipsado. La fortuna, y esa es solo nuestra, es la de poder haber vivido su trayectoria y seguir disfrutando de sus imbatibles directos junto a sus inseparables Silvertones. Chris Isaak… Forever Blue.

Fotos: Desi Estévez

 

 

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