Springsteen, eterno adolescente en Hyde Park

Bruce Springsteen cerró su gira europea del 2023 celebrando dos shows dentro del BST Hyde Park festival . Unos conciertos que, si hubiéramos hecho caso a los rumores de hace unos meses, tendrían un cierto sabor a despedida. Afortunadamente, no va a ser así. Según lo que nos ha llegado a nuestros oídos, el próximo año volverá a nuestro continente con posibles fechas españolas en Madrid (2), San Sebastián y Gijón.

Con todas las entradas agotadas (65.000 jueves, 65.000 sábado) desde el mismo día en el que salieron a la venta. Estaba claro que el público iba exclusivamente a ver al Boss. Pero, como siempre, la selección de teloneros fue exquisita. Varios artistas fueron calentando la velada durante toda la tarde a la espera de la salida de Springsteen dentro de un festival envidiable y perfectamente organizado. Nada que ver con el Mad Cool que se celebraba esos mismos días en Madrid.

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Abrió la tarde a las 3:30 h Frank Turner con sus The Sleeping Souls, todos uniformados con camisa blanca y pantalón negro. Un artista muy querido en las islas, por lo que fue acogido con entusiasmo por el público asistente. Aunque no llegábamos siquiera a la media entrada. Faltaban horas para el artista principal y era día laborable. Ya sabemos lo que es capaz de ofrecernos Turner. Una mezcla de folk rock y punk con canciones perfectamente tarareables que saben cómo conectar con una audiencia.

Frank estaba entusiasmado con la oportunidad de poder abrir el festival que encabezaba uno de sus ídolos (no en vano lleva tatuado “Born to run”). Nos contó que era uno de los conciertos más importantes de su vida, aunque hiciera el número 2788 tras 25 años de carrera.

Tenía apenas cincuenta minutos así que salió a por todas. Enseguida cayó, por ejemplo “Recovery” -su mayor éxito-. Un show variado que pasó como un relámpago y en el que destacaron canciones como “Haven’t Been Doing So Well”, sobre la salud mental y la ansiedad, retratadas bajo la metáfora de su incapacidad para hacer solos con la guitarra eléctrica o la acústica “Be More Kind”, en la que recordó a Ucrania. El final, con “If Ever I Stray”, “I Still Believe” -con una colaboración de la cantautora Guise a la armónica- y “Four Simple Words” fue demoledor. Tres himnos de folk-punk británico, durante los cuáles implicó a todo el público y bajó a saludar a la audiencia. Finalizó prometiéndonos que su único plan esa tarde era no emborracharse para poder disfrutar del show de Bruce.

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A las cinco de la tarde, la hora más calurosa del julio londinense, aparecieron The Chicks. Una banda que debe mucho a Springsteen. Se cumplen ahora 20 años desde que las chicas -entonces todavía llamadas The Dixie Chicks, antes de quitar el Dixie en solidaridad con el Black Lives Matter- fueron canceladas tras unos comentarios contra la guerra de Irak. Algo muy de actualidad en nuestro país, donde la derecha más rancia está empezando a prohibir cualquier cosa que se aparte de su credo en nombre de lo que ellos llaman libertad. Aunque la verdadera libertad es la que defendió Springsteen, el artista que más les apoyó en aquel entonces.

Estaban en lo más alto de la industria del country, pero eran mujeres y defendían ideas de izquierdas. Les tenían ganas…

Aunque desgraciadamente nunca han llegado a volver al nivel de popularidad del que gozaban antes de posicionarse contra una guerra ilegal, la banda sigue editando discos más que notables y tienen un repertorio imbatible. Qué tres grandes artistas son Natalie Maines, Emily Strayer y Martie Maguire. Durante una hora, y sin llegar a congeniar al 100% con el público asistente -demasiado countrys para el fan medio de Bruce- llenaron el parque con sus melodías bluegrass y sus letras comprometidas sobre política, religión e injusticias sociales.

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Tras un “Sin Wagon” que utilizaron para ajustar el sonido, llegó “Gaslighter”. Uno de sus últimos singles, acerca de la desigualdad de género. Aquello sonaba a gloria, con una banda de más de diez músicos virtuosos al servicio de unas canciones redondas. Porque, ¿acaso no es “Landslide” de Fleetwood Mac una de las canciones más hermosas de la historia? Precisamente la canción que pasó del top 10 a desaparecer de las listas cuando fueron vetadas por las radios tras criticar a Bush.

No se dejaron ningún hit en el tintero: “Ready to Run” y “Wide Open Spaces” marcaron el camino. “Cowboy Take Me Away” nos convenció de que Natalie es una de las cantantes más dotadas de su generación, al igual que “Travelin´Soldier”. En “March March” se proyectó un emocionante video que homenajeaba las protestas de las últimas décadas en nombre de la igualdad. La pantalla mostraba los nombres de decenas de afroamericanos asesinados por la policía, muchos de ellos solo por el color de su piel.

 The Chicks son madres en su mediana edad, pero no han perdido su espíritu combativo.

Tras reivindicar que hay que celebrar el Orgullo los 365 días del año, porque todo debemos ser libres de amar a quien queramos, llegó la penúltima canción de la noche, “Not Ready to Make Nice”. La canción de 2006 en la que afirman que el mentiroso de Bush no merecía ningún respeto y que fue su resurrección tras entrar en la lista negra del country. Ganó tres premios Grammy y se convirtió en el mayor éxito de la banda.

Justicia poética, como la que subyace en “Goodbye Earl”, una murder ballad que cuenta la historia de una mujer maltratada que asesina a su esposo con la ayuda de su mejor amiga. Un final electrizante tras una hora del mejor country. Quizás no era el lugar, pero ellas lo dieron todo. Bruce siguió su concierto desde un lateral del escenario como un fan más. Él sabe el poder de las buenas canciones mejor que nadie.

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Todos sabíamos que Bruce Springsteen tenía una espinita clavada con el Hyde Park después de que hace once años le cortaran la luz mientras estaba cantando junto a Paul McCartney. Por ello, decidió que su primer tour europeo en años tenía que tener parada en el BST Hyde Park.

Expectación máxima, entradas vendidas desde el primer día, larga lista de VIPS (desde Roger Federer a Bob Geldof, pasando por Jon Bon Jovi o Stella McCartney). 

Desafiando la puntualidad británica, la banda comenzó a aparecer cuando pasaban casi cinco minutos del horario previsto. Un largo desfile de algunos de los mejores músicos del planeta, que juntos forman un equipo imbatible con el mejor piloto posible. Recibido con júbilo por la multitud, apareció con una guitarra descascarillada, gritó “2,3,4” y dio paso a “No Surrender”, dispuesto a demostrar que todavía tiene cuerda como para dejar en evidencia al 99,9% de artistas que tienen décadas menos que él.

Porque, ¿alguien en todo el planeta ha envejecido mejor que él? Es una pregunta que nos haremos varias veces en toda la tarde, mientras lleva su garganta al límite, levanta el puño, baja a saludar al público y encadena una canción con otra sin descanso. Son 50 años desde su debut con «Greetings From Asbury Park” y, salvo las arrugas que marcan el paso del tiempo en su rostro, sigue siendo el mismo chico trabajador y sanote con sus tejanos nuevos cantando a la vida del americano medio. 

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El repertorio de la gira, como comprobamos en Barcelona, es una celebración de su carrera, poniendo especial hincapié en su primera década, justo hasta ese “Born In The USA” que le estableció definitivamente como el jefe y que tocó casi al completo. Pequeños cambios en el setlist pero más fuerza y actitud. Parte por ser Londres plaza fuerte, parte porque en Barcelona Bruce partía de un reciente Covid. The E Street Band respaldando tan bien como siempre. Mucho más que una banda de acompañamiento, pocos combos ha habido más trascendentales en la historia del rock. Springsteen lo sabe y le da a cada uno de sus componentes su momento de gloria. Una banda que recorre todos los palos con la misma solvencia, desde el soul al rock contemporáneo, pasando por el sonido de Nueva Orleans. 

La primera mitad fue un rally sin respiro, antes de acabar una canción ya daba comienzo la siguiente. La mayoría de los artistas se paran para tomar un trago pero Springsteen no, enlaza himno tras himno con el único respiro que lleva del platillo final de un tema y el “1, 2, 3, 4” que inicia la siguiente. 

Con «The Promised Land” llegó su típico lanzamiento de guitarra y su primer descenso a las primeras filas, regalando la harmónica a uno de los niños de las primeras filas, que recibió el presente con asombro, sin saber cómo reaccionar. A sus más de 70 años, impresiona su contagiosos entusiasmo casi adolescente, presente por ejemplo en “Darlington County”, una de las sorpresas de la noche. También “Working On The Highway” ha sido poco interpretada en la gira, y es uno de los grandes momentos de la tarde, sacando chispas de su guitarra acústica y siendo el protagonista absoluto en el escenario.

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Aunque por poco tiempo. La presencia de la E Street Band en el escenario es imprescindible para elevar la musicalidad de la velada. “Kitty´s Back” está hecha para el lucimiento instrumental de la banda (casi 15 minutos) y el maravilloso cover del “Nightshift” de los Commodores nos trae a primer plano a los secundarios de la banda, por un lado la sección de metales y por otro los coristas que le acompañan. 

Otra sorpresa con nuestra querida “The River”, la gran olvidada de esta gira de 2023, que nos puso la piel de gallina. Resultó especialmente emocionante ver a nuestro lado el brillo en los ojos de una señora mayor, visiblemente mermada en sus facultades por alguna enfermedad, al escuchar la canción. Su nieta la había llevado a recuperar una juventud que ya no volverá. La misma que rememora “Last Man Standing” cada noche. Al igual que en los mejores momentos de su espectáculo como monologuista en Broadway, sabe transformar lo personal en comunitario, reflexionando sobre la mortalidad y la necesidad de aprovechar al máximo la vida. Bruce cuenta la muerte de su amigo George Theiss, que le convirtió en el único superviviente de The Castiles, su banda de adolescente.

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Como él dice, no se viven igual tres años de los 16 a los 19 que a los 70. Pero recuerda la lección que aprendió tras su última conversación: «Solo le quedaban unos días de vida y me di cuenta de que su fallecimiento me dejaría como el último miembro vivo de esa banda de chicos que se juntaron en esa casa hace tantos años. La muerte trae una cierta claridad de pensamiento, propósito y significado. El regalo final y duradero de la muerte para todos nosotros es una visión ampliada de esta vida. De lo importante que es aprovechar cada día, siempre que puedas». Un momento muy emocionante para gran parte de la audiencia, sobre todo la que comparte generación con el de New Jersey. 

Llevábamos hora y media de concierto, que se había pasado como un suspiro.

Todavía hubo tiempo para reivindicar como propio el “Because The Night” que popularizó Patti Smith, interpretar sus dos canciones más perdurables de su última época -”Wrecking Ball” y “The Rising” … Y cerrar el concierto con una de las canciones más redondas de la historia del rock, “Thunder Road”. Si nos hubiéramos muerto después del inmortal solo de saxo de Jake Clemons, lo hubiéramos dado por bueno. 

Había sido un concierto sin mácula, tanto para los asistentes ocasionales como para los que habían crecido con Springsteen desde los años setenta. Pero todavía quedaba más. Un final de fiesta con todo el público olvidándose de la corrección británica y entregándose a la euforia con esa sucesión de éxitos que fue escuchar uno tras otro «Born In The USA», «Born To Run», “Bobby Jean”, «Glory Days» y «Dancing In The Dark» en rápida sucesión. Hubo lágrimas, abrazos, sonrisas, puños en el aire y bailes mientras el sol iba desapareciendo en el mítico parque. Todo ello con un crescendo en el espectáculo ofrecido por Bruce y su banda. Selfies con el público, abrazos con Clemons,…  ese desgarro de camisa que, no por trillado, deja de ser efectivo, …

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Y,tras “Bobby Jean”, tema que siempre se ha dicho que compuso como despedida para Steve Van Zandt, llegó el momento fraternal Bruce – Steve.

Springsteen le miró travieso, suspiró y dijo: «Steve, creo que es hora de irse a casa». Van Zandt colocó un brazo sobre el hombro de su amigo con cara de póker y le respondió: «¿Decir qué?» «Que creo que es hora de ir a casa, ¡porque van a desconectar ese maldito enchufe de nuevo!”, a lo que Steve contestó: “Fuck ‘em”. 

Después de una conmovedora interpretación de “Tenth Avenue Freeze Out”, acompañado de un montaje de video que rinde homenaje a los miembros perdidos de la E Street Band -el saxofonista Clarence Clemons y el teclista Danny Federici-, sabemos que todo llega a su fin. Uno a uno, los miembros de la banda abandonan el escenario. Bruce regresa como una figura solitaria para un cierre conmovedor de “I’ll See You In My Dreams”, un momento emotivo que algunos han interpretado casi como un hasta siempre. Con Springsteen a punto de cumplir 74 años, existe la sensación de que esta podría ser la última oportunidad de verle en toda su grandeza. Pero en estas tres horas no ha mostrado ningún signo de que así vaya a ser. 

Después de un siglo buscando la gran novela americana que nunca llega, quizás haya que empezar a pensar que, en realidad, ha sido escrita ya por este chico nacido en Long Branch. Porque una gran novela no tiene por qué ser escrita en prosa. Y Bruce ha construido durante 50 años verso a verso una historia precisa de todos los aspectos de la vida sencilla de un americano medio.

Todo está en sus canciones: Los adolescentes fugitivos (“Born To Run”). Los mecánicos que sueñan con un futuro mejor (“Promised Land”). Los cabezas de familia en apuros (“The River”). Los veteranos de guerra desencantados (“Born In The USA”). El heroísmo de los trabajadores esenciales (“The rising”). La búsqueda de la libertad (“Thunder Road”), …

La Academia sueca se equivocó, no era Dylan el hombre, era Bruce. Jon Landau vio hace cincuenta años el futuro del rock and roll, en una de las críticas de conciertos más famosas de la historia. Lo que vimos esta tarde de jueves en Hyde Park sigue siendo presente. Disfrutémoslo antes de que ya sea pasado.  

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Fotografías: Javier Casamor, BST Hyde Park Festival, Getty Images

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