Silver Jews «American Water»

“American Water” es el tercer álbum de estudio del grupo de rock independiente Silver Jews. El disco fue lanzado el 20 de octubre de 1998 Drag City (Estados Unidos) y Domino (Europa). “American Water” se grabó en los estudios The Rare Book Room en Brooklyn y se masterizó en Abbey Road. Dirigidos por el productor francés Nicolas Vernhes, dejaron su magia el genio David Berman (voces y guitarras), Tim Barnes (batería), Mike Fellows (bajo), Stephen Malkmus (guitarras y voces), Chris Stroffolino (teclados). El sencillo artwork corrió a cargo de Chris Kysor.

Escucha “American Water” de Silver Jews aquí:

Según un artículo de 1998 en la revista Addicted to Noise, el título provisional de este álbum era “The Late, Great Silver Jewish”, una referencia al álbum de Townes Van Zandt, adaptada a su condición de judío. Fue la obra maestra del proyecto Silver Jews. David Berman se acercó a la perfección con todo lo que tiene que ser un disco indie: hacer bonita la melancolía, reírse de sus desgracias y ver la vida con una mezcla de desesperación, ironía y diversión.

El tema de apertura, “Random Rules” es la introducción perfecta a eso. «En 1984, fui hospitalizado por acercarme a la perfección», así comienza el disco. Es la fotografía del perdedor, el típico lamento del que sufrirá toda la vida por tener una sensibilidad especial, pero dicho con ironía y sutileza. Es Berman resumiendo su vida en una estrofa. Nos cuenta que la vida adulta es un caos. Intenta luchar para sobrellevar los problemas, que llegan por docenas. “Si el azar gobierna, ¿es tan aleatorio después de todo?”.

Nunca consiguió adaptarse al caos y por desgracia acabó suicidándose años después, pero por aquella época seguía intentándolo. Le sigue el momento definitivo del disco con “Smith & Jones Forever”. Una especie de Quijote y Sancho americanos, excéntricos y familiares a la vez, que representan como aquellos la enorme distancia que separa a los ideales de la realidad. Unos tipos que celebran haber conseguido entradas para una ejecución y van en autostop con la ilusión de un niño a ver cómo conectan la silla eléctrica.

“People” es un tema que confronta directamente con el sueño americano: “que la gente tenga cuidado de no llegar a la cima”, canta Berman. Si bien los estadounidenses siempre sueñan en progresar y levantarse por sí solos, él recorrió el camino inverso. Su padre era un millonario que, entre otras lindezas, tenía participaciones en grandes empresas tabacaleras y de refrescos y era antisindicalista. Pero también era dueño de una compañía de agua mineral. Él, en su descenso a los infiernos y por desavenencias familiares, se negó a beber agua para siempre. Acabaría sus días creyendo que el vodka en realidad estaba limpiando sus órganos.

Berman frecuentaba los honky tonks, le encantaba mezclarse con los perdedores como él. Por eso no es de extrañar su acercamiento a la música country en “We Are Real”, llena de imágenes surrealistas como “Mi chaleco de esquí tiene botones como espejos de supermercado y me ayudan a ver que todo lo que hay en esta habitación ahora mismo es parte de mí”. “A nadie le importa una prostituta muerta”, canta en “Like like the death”. Aunque a él sí le importaba. Sus compañeros de correrías eran delincuentes y prostitutas. Todo tipo de vidas enfermas, desesperadas y desmoronadas. Murieron varios amigos suyos mientras Pavement triunfaban. Todo se desmoronaba. Cinco años después Berman intentó suicidarse en la suite del hotel de Nashville en la que Al Gore vio los resultados de las elecciones de 2000 porque “quería morir donde había muerto la democracia estadounidense”. Un loco muy cuerdo.

En medio de un disco mayor, también destaca “Buckingham Rabbit”, una canción alegre con líneas soberbias: “Me he sentido solo desde que ella encontró a Cristo”, “la NASCAR se convirtió en pornografía”, “así que el alquiler se convirtió en whisky”. Un espléndido trabajo a la guitarra de Malkmus cierra una canción en donde vuelven a aparecer historias de bar, como en la siguiente “Honk If You’re Lonely Tonight” con una frase muy bernaniana: “Conozco un honky tonk donde podemos ir/Hay un reservado en la parte de atrás con las luces muy tenues/El jukebox está tocando una melodía triste/Para amantes con el corazón roto como tú y yo”

«Estaba tomando muchas drogas en ese momento. Y había muchas drogas en el estudio. Y todas estas cosas que habrían horrorizado a la gente del indie rock, que nunca querría que supieran. Quería hacer un disco que no fuera una experiencia terrible, grande y dolorosa. Quería hacer discos como hacen otras personas, donde te diviertes cuando lo haces».

Eso sí, los problemas con las sustancias estaban en primer plano. La dicotomía entre querer estar limpio y, a la vez, “divertirse” haciendo discos con “otras personas” también aparece en las canciones. La banda había comenzado a finales de la década de 1980, cuando tres amigos de la universidad tocaban noise en su apartamento de Hoboken. Uno de ellos, Stephen Malkmus, también había formado recientemente Pavement con su amigo de la infancia Scott Kannberg; Los Silver Jews eran considerados un proyecto paralelo de Pavement, mucho más exitosos, y eso le traumatizaba. Poco antes de salir de gira a finales de 1998, se peleó a puñetazos en nuestro país y se rompió el tímpano. La gira fue cancelada. No volvería a hacerlo hasta 2006, demasiado tarde para él, que ya se asomaba al abismo y había perdido toda cordura.

silver jews on the street

En 2009, Silver Jews dijeron adiós con una épica nota de despedida.

«Ahora que los Jews terminaron, puedo contarles mi secreto, peor que el suicidio, peor que la adicción al crack: mi padre. Ha liderado campañas contra los derechos de los animales, los sindicatos e incluso se ha opuesto a grupos contra la conducción bajo los efectos del alcohol. Es un hombre despreciable, un abusador de humanos… un explotador… un sinvergüenza. Hace un par de años le exigí que dejara su trabajo. Que cerrara su empresa o rompería nuestra relación. Él se negó.

«Simplemente ha empeorado. Más malvado. Más poderoso. Hemos estado ‘distanciados’ durante más de tres años. … Antes pensaba que a través de canciones, poemas y dibujos podría encontrar y construir un refugio lejos de su mundo. Pero está la cuestión de la Justicia. Y les diré que no es sólo una metáfora. El deseo por ella en realidad Quema. Duele. Tiene que haber algo más. Veré qué podría ser. Este invierno decidí que los Silver Jews eran una fuerza demasiado pequeña para acercarse a deshacer una millonésima parte de todo el daño que me ha causado mi padre».

El legado de Silver Jews permanecerá, sobre todo este disco en el que el mundo de David Berman llegó a la perfección. No hay estribillos explosivos, solos apoteósicos ni nada de eso, pero cada escucha desvela matices nuevos y hace que crezca como lo que es: un clásico del rock. Todas las mejores cualidades de Silver Jews están aquí, desde la maestría compositiva de Berman a las guitarras de Stephen Malkmus. Aunque todos los discos de Silver Jews están llenos de grandes canciones (”Tanglewood Numbers” es otra maravilla), sin duda “American Water” será el más recordado.

El propio mundo de Berman siempre fue más confuso que el de Pavement, más lo fi y más sincero, por lo tanto mucho más inaccesible a los gustos del gran público. Es curioso que Spotify conecte su música con Magnolia Electric Co. Jason Molina y él son dos almas gemelas de la época. Compositores absortos en las metáforas y el aislamiento y perdidos cada una en sus propias adicciones. El canto de cisne de David llegó tras editar el disco debut de su nuevo proyecto Purple Mountains.  Pocos días antes de salir de gira se suicidó en su apartamento de Brooklyn. Llevaba tiempo con ansiedad debido a sus miedos escénicos.

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