Acid Mammoth presentaron en Madrid su último trabajo «Supersonic Fauna Collision». La sala Wurlitzer Ballroom registró una más que aceptable entrada para presenciar a la formación griega que pisaba escenario madrileño por primera vez. La noche prometía y había esperanzas de disfrutar de un gran concierto donde el logo de Black Sabbath prevalecía entre la vestimenta de los asistent@s. Noche negra y lúgubre donde cuatro nómadas cimerianos vinieron dispuestos a recuperar sus orígenes ancestrales a través de la música. Chris Babalis (padre) a la guitarra solista, Chris Babalis (hijo) a la voz y guitarra rítmica, Dimosthenis Varikos al bajo y Marios Louvaris a la batería ocuparon sus lugares y dieron comienzo a un despliegue retumbante.
Su punto de partida fue el tema «White Hag» con el que abrían su disco debut homónimo en 2016 para introducirnos en su último trabajo con «Supersonic Megafauna Collision». Un inicio comparable a la marcha del mamut en un páramo desolado, lentos, pesados, firmes… una procesión fúnebre hacia la extinción. A parte de presentar su último disco con temas como «Atomic Shaman y «Fuzzorgasm (Keep On Screaming)» dieron un repaso a sus anteriores obras haciendo hincapié en su segundo trabajo «Under Acid Hoof».
Un concierto muy lineal donde sus composiciones guardan similitud entre ellas, creando una atmósfera densa de tonalidad oscura con riffs graves, una rotunda base rítmica y voces limpias y misteriosas. Pesimismo sonoro que se manifiesta en «Tree Of Woe», «Atomic Shaman», «Tusks Of Doom»… una oda a los orígenes del «doom». Efímera alusión a su tercer trabajo «Caravan» interpretando «Berserker» para regresar a sus orígenes con «Eternal Sleep». Afinidad marcada por la consistencia del bajo, batería y el apoyo de la guitarra rítmica son el marco donde los solos de guitarra se despliegan para adquirir especial protagonismo.
Los pilares del edificio se vieron resentidos por la acometida rítmica, cada toque de bajo y batería era como si una gran maza golpeara los cimientos. Acid Mammoth descargaron un listado de canciones sin clemencia. El desenlace final vino con las amputaciones de «Them!», «Jack The Riffer» y sentenciar la ceremonia impía volviendo a su primer trabajo con «They Live». El público alentó durante toda la actuación a una formación que, una vez acabado el concierto, devolvió ese sentimiento en forma de apretón de manos, regalo de púas, fotos… Darse a los que han apostado por ellos es la forma más sencilla de perpetuar su paso por Madrid.
