Huercasa 2025: una fiesta de country con pegada

La próxima edición del Huercasa Country Festival se celebrará del 18 al 19 de julio de 2025 en Riaza (Segovia) y contará con algunas de las bandas más queridas del género en nuestro país. Entre ellos destacan los legendarios The Jayhawks, el debut en nuestro país de un mito como Son Volt y el dúo The War and Treaty, respetadísimos por sus compañeros de la escena del mainstream country en U.S.A., aunque las radios sigan sin poner sus canciones.

Este evento, con un carácter completamente peculiar dentro de los cada vez más impersonales festivales que crecen por toda la península, ha logrado consolidarse como una cita imprescindible para todos los fans de la música americana. Además, como ya es tradición, el corazón del pueblo acogerá sesiones de country line dance en la Plaza Mayor, una actividad que cada año reúne a decenas de asistentes dispuestos a moverse al ritmo del baile y que contentará a algunos de los más descontentos por un festival que, en lugar de apostar por el country más puro, lo hace por grandes nombres del alternative country, country rock, folk rock o rockabilly.

Además, el festival contará con una oferta gastronómica diseñada por la propia Huercasa, la empresa hortofrutícola organizadora del evento, que combina productos de proximidad con propuestas saludables, en línea con su compromiso con el entorno rural y el bienestar.

Las entradas están disponibles aquí.

THE JAYHAWKS

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¿Quién no se ha sorprendido cantando a pleno pulmón “Blue”, “Bad Time” o “Tailspin”? mientras conduce por la autopista camino a un concierto, tal vez de la banda de Gary Louris, tan amante de nuestro país. Los de Minneapolis es una de esas joyas que, cuando aparecen en tu vida, se quedan para siempre. Su mezcla entre country, folk y rock alternativo tiene una sensibilidad melódica y lírica que muy pocas bandas han alcanzado desde que The Beatles decidieran separarse. No solo reinventaron la música de raíces, sino que demostraron que podía seguir viva y convertirse en el mejor pop.

Todo comenzó a mediados de los 80, cuando Gary Louris se unió a Mark Olson y comenzaron a escribir canciones que combinaban armonías vocales con guitarras cálidas y letras llenas de polvo, nostalgia y esperanza. Junto a Marc Perlman, bajo que ha permanecido siempre en la banda, grabaron un debut de crudo country. Fue en “Blue Earth” donde empiezan a encontrar su sonido, pero todo explotó en “Hollywood Town Hall”. Sencillamente, una obra maestra que todos recordaremos hasta el final de nuestros días. Canciones como “Waiting for the Sun” o “Settled Down Like Rain” suenan como si Gram Parsons se hubiera ido al desierto con Paul McCartney y no con Keith Richards.

Los juegos de voces entre Olson y Louris son pura magia. Una química vocal totalmente inolvidable con un sonido distintivo que nadie hacía en aquel momento. Producido por George Drakoulias, el disco llevó a The Jayhawks a un nuevo nivel. Ya no eran solo una banda de culto: eran los herederos modernos del country-rock de los 70. Estaban a punto de llegar al estrellato. Con ”Tomorrow the Green Grass” alcanzaron el cielo. Es, sin duda, uno de los mejores discos de los años 90. Así, sin vueltas.

¿Quién no se ha emocionado con “Blue”? ¿O sentido ese vacío dulce en el pecho con “I’d Run Away”? ¿Quién no se ha enamorado de la vitalidad de “Miss Williams Guitar”? Hay pocas covers que superan a la original, pero “Bad Time” es una de ellas. Louris y Olson están en su punto más alto como dúo compositivo. Las canciones tienen una madurez lírica increíble, y la instrumentación suma capas intensificando el alma del disco.

El momento creativo era descomunal, colaborando con Maria McKee o Victoria Williams. Ésta último ejerció un poco de Yoko Ono, enamoró a Marc Olson y el dúo maravilla siguió distintos caminos. Gary Louris tomó las riendas por completo y, cuando parecía que la magia no volvería editó otro disco fascinante: “Sound of Lies”. Distinto, pero igual de brillante que los anteriores. Menos directo, pero emocionante hasta el tuétano. “Smile”, su intento de triunfar en las listas, era irregular y casi los dejó en la bancarrota.

De todas formas, le tenemos un cariño especial ya que con él giraron por primera vez en España, en la mítica gira organizada por Mondo Sonoro. Con “Rainy Day Music” Louris volvió en cierta manera a sus raíces con un resultado estupendo. “Save It for a Rainy Day” o “Tailspin eran joyas que no tenía nada que envidiar a los mayores clásicos de la era dorada de Jayhawks.

En 2009, Mark Olson volvió a la banda. “Mockingbird Time”, el disco que editaron es un trabajo a reivindicar pero nos dejó un mal sabor de boca porque en la gira de presentación la pareja demostró que seguían teniendo grandes diferencias personales. Desde entonces, varios discos que no han llegado al nivel de sus clásicos, aunque “Back Roads and Abandoned Motels”, una colección de canciones escritas por Gary para otros artistas se acercará bastante. Sus conciertos siempre están abiertos a la sorpresa y, aunque no sean la mejor banda en directo del mundo como intérpretes, si son una de las más emocionales. Con un repertorio como el suyo, lo raro sería otra cosa.

THE WAR AND TREATY

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The War and Treaty son mucho más que un dúo, son un testimonio de lo que el amor y la música pueden hacer para sanar a dos almas heridas. Formado por Michael Trotter Jr. y Tanya Blount Trotter, este matrimonio ha conquistado el mundo de la música roots, soul, gospel, R&B y country con una intensidad emocional que no deja a nadie indiferente.

Detrás de cada canción hay una historia real —de guerra, trauma, fe, perdón, amor verdadero—, muchas veces basada en su propia biografía. Tanya Blount saltó a la fama en 1993, con su inolvidable dueto de “His Eye Is on the Sparrow” junto a Lauryn Hill en “Sister Act 2: Back in the Habit”. Su voz poderosa y clara, puro góspel, la llevó a grabar un álbum en solitario que no llegó a ningún lado. La historia de Michael es aún más dramática. Creció en la pobreza y su vida cambió cuando decidió alistarse en el ejército de EE.UU. y fue enviado a la guerra de Irak.

Allí, en medio del infierno y muerto de miedo, aprendió a tocar con un piano abandonado en uno de los palacios de Saddam Hussein, y comenzó a escribir canciones para rendir homenaje a sus compañeros caídos. Al volver a casa, pasó años luchando con el TEPT y la ansiedad, depresión y pensamientos suicidas que conlleva. Pero se conocieron en 2010 y comenzaron a reconstruirse a través de la música. Así nació The War and Treaty, un nombre que representa perfectamente su historia: la guerra interna y externa de Michael, y el tratado de paz que encontraron juntos en el amor y en la canción.

En 2018 lanzaron el álbum «Healing Tide», producido por Buddy Miller, y ahí fue cuando realmente explotaron dentro del circuito Americana y soul alternativo. Un gran éxito de crítica les acompañó desde el primer momento, aunque la radio comercial country se empeñe en ignorarlos. Están llenos de verdad y verlos cantar juntos emociona. El video de “Healing Tide”, con ellos cantando, abrazados y llorando, es una de las cosas más emocionales que podemos ver en la escena. reales que se pueden ver en la música hoy.

Después llegó el fantástico “Hearts Town», donde demostraron que no eran flor de un día. La producción es más rica, hay influencias de góspel, R&B moderno, blues del Delta y rock clásico, en un álbum dedicado a la familia, tanto la que forman juntos como su visión particulas de una humanidad más unida. Como ellos dicen, “Hearts Town is a place where love is king”. El reconocimiento llegó con nominaciones a premios importantes, apariciones en los Grammy, el Grand Ole Opry, colaboraciones con artistas como Brandi Carlile, o John Legend y, lo más importante, el reconocimiento de la escena de Nashville. Los músicos de la ciudad los adoran.

Con 18 temas, su último disco «Plus One», editado por San Valentín, es un proyecto ambicioso y sincero, diseñado para inspirar, sanar y unir a las personas a través del lenguaje universal de la música. Arranca con«Love Like Whiskey», un coescrito con la superestrella del country Miranda Lambert, honesta, vulnerable y llena de emoción. Temas como«Carried Away»muestran su brillante fusión de géneros, pasando con fluidez del country honky-tonk al R&B suave. Por otro lado,«Drink From Me»cuenta con la participación del fenómeno del bluegrass Billy Strings, quien inyecta al álbum una energía arraigada y contundente. También juegan con el gospel con la electrizante «Called You By Your Name», un himno inspirador que recuerda a las mejores tradiciones religiosas de llamada y respuesta.

Ver a The War and Treaty en vivo es una experiencia mística. No es un show, es un acto de entrega total. Michael a veces cae de rodillas, grita, llora. Tanya canta como si estuviera en trance. El público no aplaude: se conmueve. Es country, pero intoxicado de gospel y soul.

SON VOLT

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Son Volt es una de las bandas de la vida de quien escribe esto: la mejor banda de alt-country de la historia, una fuerza de la naturaleza fuertemente arraigada en la tierra americana, con temas de enorme profunda poética y fielea a la tradición de la música de raíces. Jay Farrar construyó un sonido que reverencia las tradiciones americanas sin caer en la nostalgia vacía. Surgidos en 1994, tras la disolución de Uncle Tupelo, se llevó a casi todos los miembros de la banda pionera del movimiento alt-country por excelencia, Dave Boquist (guitarra) y Jim Boquist (bajo) y Mike Heidorn (batería). Son Volt fueron los guardianes de las esencias, en contraste con la orientación más experimental y moderna de Wilco, la banda que formó el otro líder de los Tupelo, Jeff Tweedy.

“Trace”, uno de los mejores discos de debut de la historia lo tiene TODO: es el country alternativo en su momento más alto. Producido por Brian Paulson, el álbum fue grabado con una mezcla austera de country-rock, folk, rock sureño y un leve toque punk heredado de los días de Uncle Tupelo. Las guitarras lo inundaban todo, con unos riffs característicos y llenos de fuerza-. La pedal steel añadía matices y emoción a unas canciones llenas de melancolía. Un disco que nunca superaron, ni ellos ni nadie de la escena. Era imposible. Clásicos como el himno de carretera“Windfall”, el country grunge de“Drown”o el lamento sobre la pérdida de la identidad de“Tear Stained Eye” son maravillosas, pero no hay ni un segundo de relleno hasta la increíble cover de“Mystifies Me” de Ronnie Wood. Si un día tengo que ir a una isla desierta y solo puedo llevarme un disco, será“Trace”.

“Straightaways” continuó el legado, con un sonido más maduro y denso. Había menos rabia y más matices, un disco en el que se reflexionaba con la gentrificación (¡en 1997!) y la pérdida de la diversidad en la geografía americana. Complemento perfecto de su debut, cualquier banda mataría por haber escrito temas como“Picking Up The Signal”, “Creosote” o“Cemetery Savior”. Pura emoción.

Desde entonces, instalados como una institución de la música americana, han seguido editando uno detrás de otro discos enormes con un sonido característico y reconocible que los hace únicos. “Driving The View”, “The Picture”, “Back Against The Wall” o “Reverie” son algunos de los hits que no faltan en su repertorio.

Jay Farrar ha citado desde hace décadas al texano Doug Sahm como una de sus mayores influencias. El líder de los Sir Douglas Quintet y Texas Tornados fue un artista único, llevando la alegría a San Antonio con su particular mazcla de country, blues, rock, tex-mex y R&B. Con “Day of the Doug”, Jay y sus Son Volt saldaban las cuentas con su héroe. Un homenaje lleno de amor en el que rescataban una selección de canciones nada obvias del repertorio de Sahm, interpretadas con respeto y autenticidad. El disco más country de la banda, una fiesta de sonidos tradicionales, donde destacan “Sometimes You’ve Got to Stop Chasing Rainbows” o “Float Away”. Toda una declaración de principios. La misión de Farrar es conservar y reivindicar las voces olvidadas de la música americana mientras, al mismo tiempo, construye su propio legado.

En su repertorio reciente suenan temas como “Chickamauga” de Uncle Tupelo y suelen cerrar con el “American Girl” de Tom Petty. Teniendo en cuenta que casi nunca han estado por España – solo recordamos un pequeño festival en Santander en 2016- y que, como pudimos comprobar hace unos años en el Take Root Festival, son una apisonadora en directo; promete ser el gran concierto del festival… y del año.

MYRON ELKINS

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La gran sorpresa de la pasada edición de Huercasa, Myron Elkins dejó tal sabor de boca que mereció repetir este año. Myron Elkins no se propuso convertirse en músico a tiempo completo. De niño, Elkins aprendió sobre artistas clásicos del country como George Jones y Waylon Jennings gracias a su abuelo, quien le enseñó a tocar la guitarra en el porche. Como muchos niños, aprendió a cantar en la iglesia los domingos y desarrolló una voz profunda y grave. Cuando tenía entre 14 y 15 años, Elkins también empezó a componer música original, inspirado en historias que escuchaba de sus familiares sobre la vida en los campos de carbón de Virginia Occidental.

Tras graduarse con 17 años, se convirtió en soldador en su ciudad natal, Otsego, Michigan, y tenía toda la intención de dedicarse a ello. Sin embargo, el destino tenía otros planes. Hace tres años, se presentó a un concurso de talentos y a sus 21 años se convirtió en una gran promesa del country rock con el lanzamiento de su álbum debut, «Factories, Farms & Amphetamines», producido por el productor de moda, Dave Cobb.

A lo largo de las diez canciones del álbum, Elkins elabora agudas observaciones basadas en su crianza en la clase trabajadora, impregnando su música de una rica experiencia personal. «De hecho, escribí muchas de estas canciones del álbum mentalmente mientras soldaba. Me encantaba tocar y escribir constantemente. Encontrar gente dispuesta a hacer eso contigo no siempre es fácil, pero lo logramos. Y con estas canciones, valió la pena». Para Elkins, componer canciones es un proceso profundamente personal. De hecho, le resulta difícil distanciarse emocionalmente de sus letras o escribir desde la perspectiva de otra persona.

Sin embargo, más que debilidades, estas cualidades son fortalezas. La impactante canción principal y la de estilo country «Wrong Side of the River» iluminan dos facetas de su vida. <strong>“Factories, Farms & Amphetamines” ofrece una visión realista de cómo es crecer y enfrentar los desafíos, tanto dentro de la propia familia como debido a las circunstancias. “Wrong Side of the River”, por su parte, anima a aceptar el lugar de origen, porque una vida familiar que te apoye puede marcar la diferencia, incluso si no vives en el supuesto lado correcto de la ciudad.

Otras canciones son igual de emotivas. Por ejemplo, “Hands to Myself”, la relajada y con influencias soul, es un retrato crudo y empático de lo que es enfrentar la violencia doméstica. A través de estas canciones, Elkins transmite que dos cosas pueden ser ciertas: el hogar puede ser un pequeño pueblo idílico y un lugar con un lado oscuro.

Musicalmente, <strong>“Factories, Farms & Amphetamines” refleja la cruda mezcla de rock clásico, country y blues que Elkins escuchó de niño, lo que lo coloca a la altura de Tom Petty & The Heartbreakers, Bob Seger y los Allman Brothers. Como corresponde, Elkins también presume de una voz sabia para su edad con un amplio registro. Sus canciones abordan clichés habituales del country, desde criticar la falsedad del establishment musical («Nashville Money») hasta los estereotipos masculinos y femeninos («Good Time Girl») y lo difícil que es salir adelante («Machine») sin andarse con rodeos ni preciosismos. Él y su guitarra están más interesados ​​en expresar emociones que en ofrecer lecciones sobre cómo vivir. Un tipo honesto y auténtico, como demostró el año pasado en Riaza.                                                             

   TWANGUERO

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Twanguero es un puente musical entre la América profunda y la América latina. En su guitarra se escuchan el vaquero y el bandoneón, la cumbia y la frontera, la Telecaster y el café colombiano. Un tipo sin rumbo fijo, pero con raíces en todas partes. Un artista que hace que el «twang» suene a tango y que el country baile con la habanera. Diego García ha cruzado continuamente en su carrera fronteras geográficas, estilísticas y culturales. Su música es una exploración profunda de las raíces del sonido americano —especialmente el country, el blues, el rockabilly y el Americana—, reinterpretado con alma latina, sabor iberoamericano y un toque personal que lo distingue como uno de los músicos más originales de la escena instrumental actual.

En discos como “The Twangero” y “Electric Sunset” abrazó con fuerza las sonoridades de Nashville, el desierto del suroeste y la música americana de raíces. Su amor por el fingerpicking, el slide guitar, y las afinaciones abiertas le colocaron cerca de guitarristas como Chet Atkins o Ry Cooder, pero con un estilo reconocible y propio.

Sin cantar una palabra, Twanguero es capaz de contar historias con su guitarra. En cada tema se respira polvo de carretera, bandas sonoras del western clásico o el spaghetti western y la sensibilidad emocional del country instrumental. Aunque, sin duda, el disco fundamental para entrar en su sonido es “Latin Twang”, una obra donde se lanza a fundir su amor por el country americano con los ritmos latinoamericanos: tango, bolero, cumbia, milonga y son cubano. Toda una declaración artística, Diego se fue a Centroamérica y Sudamérica a absorber de primera mano estas músicas, y las integró con sus raíces guitarrísticas del sur estadounidense. Las armonías del tango y la melancolía del bolero se encuentran con los grooves del swing western o el folkblues, creando una mezcla transatlántica y única. Una fusión que fue muy bien recibida tanto en USA como en América Latina y Europa.

Discos más recientes como los dos volúmenes “Carreteras Secundarias” o “Electric Sunset” , en el que colaboraban Ara Malikian o la Orkesta Mendoza, siguieron marcando su búsqueda interior y geográfica, siempre con su particular sabor a cruce de mundos: en ellos las llanuras del sur de EE.UU. se funden con el calor de la América Latina profunda. Su último lanzamiento, “Panamerica”, es una fusión de la guitarra eléctrica norteamericana y la herencia del rock and roll con influencias latinoamericanas de bolero, cumbia, tejano, ranchera y rumba, junto con toques de música hawaiana, surf y country. «Para mí, Panamerica es un viaje. Lleva la mente a otro lugar, al instante. Está abierto al oyente, pero quiero llevarte lejos de donde estás, al menos durante los tres minutos de una canción o los treinta minutos del álbum».

COLOR GREEN

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Para el cuarteto californiano Color Green, tocar juntos se trata de aventurarse en lo desconocido. «Cuando tocamos en vivo, no sé realmente qué va a pasar», dice Noah Kohll, uno de los dos guitarristas y cuatro vocalistas de la banda. En muy poco tiempo se han ganado una reputación de boca en boca como un espectáculo en vivo dinámico e impredecible, basando sus improvisaciones cósmicas en melodías terrosas e inspirándose en el folk-rock del sur de California de los 60, el rock clásico de los 70, el rock underground de los 80, el dance-rock psicodélico de los 90 y cualquier otro sonido que les atraiga.

Adaptable tanto en el escenario como fuera de él, Color Green ha compartido escenario con una gama de grupos que reflejan tanto la sofisticación como la salvaje maleabilidad de su sonido, incluyendo a Circles Around the Sun, Hiss Golden Messenger y Brian Jonestown Massacre. Sin embargo, al ver posibilidades ilimitadas de una nota a la siguiente, anclan su música en el presente urgente en lugar del pasado lejano. Color Green puede ser un millón de bandas diferentes sin perder su esencia.

Capturan esa cualidad salvaje y voluble en “Fool’s Parade”, una meditación sobre la pérdida, el dolor, la confusión, la frustración y la claridad a la que todos conducen. El álbum tiene la dinámica de un set en vivo compacto, lleno de altibajos, momentos de calma como la devastadora «5:08» y temas atrevidos como la épica «Kick the Bucket». “Hazel Eyes” recuerda las elaboradas orquestaciones de Brian Wilson y las melodías caprichosas de Buddy Holly. “Todas las canciones las compusimos juntos como banda. Somos los cuatro en una habitación, y presenta todas nuestras voces. Es un paso hacia lo que esta banda realmente es. Pasamos mucho tiempo organizando todo como banda, y ahora para mí es definitivo”.

Color Green comenzó como un grupo muy diferente, mucho más limitado, en New York. Allí surgió un EP homónimo en 2021, lleno de improvisaciones espectrales y propuestas de Jerry García, su guía espiritual. Al año siguiente, publicaron un álbum homónimo con la ayuda de varios amigos para completar las canciones.  Después de probar diferentes secciones rítmicas, conocieron al baterista Corey Rose y a la bajista Kyla Perlmutter, quienes no solo son músicos increíbles, sino que abrieron un mundo de posibilidades dentro de Color Green. Tras perfeccionar su estilo en gira, Color Green comenzó a componer canciones para lo que consideraban un álbum debut.

La canción que da título al álbum, con sus serpenteantes líneas de guitarra y su interacción instrumental con paralaje, empezó como una improvisación oriental cuando Rose llegó con una idea muy vaga: “Quería escribir algo en compás de 6/8. Al principio fue muy incómodo, pero 40 minutos después, parecía un tema perdido de Fairport Convention. Nos costó a todos llegar”. Una banda llena de fans de grupos experimentales como Grateful Dead es promesa de concierto inesperado y sorprendente. Será necesario acercarse con los oídos bien abiertos y ganas de introducirse en su viaje sin ataduras.

JODIE CASH

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Jodie Cash lleva el country y el rock sureño en la sangre. No es para menos: creció entre amplificadores y guitarras gracias a su linaje musical, descendiente de los míticos Los Bombarderos, banda clave de la escena rockera española de los 80 y 90. Desde niña, su banda sonora incluyó a gigantes como Willie Nelson, The Eagles, Creedence Clearwater Revival y Loretta Lynn. Tras curtirse en bandas de country-rock y garage como The Old Weekend Band y The Randles, y experimentar con el doo-wop y el rythm & blues en The Sparkles entre los años 2013 y 2015 Jodie decidió dar el gran salto y lanzar su propio proyecto: Jodie Cash Fingers.

Su debut discográfico, “Rollin’ Swingin’”, tuvo una acogida inmejorable. Con una mezcla de country rock, rock&roll clásico y un guiño a las rancheras, el álbum la llevó de gira por España y puntos de Europa, con paradas en salas míticas como Apolo y Razzmatazz.En 2020, lanzó tres singles, incluido “Huella”, publicado para el sello discográfico Gateway Records (Nashville), además de un disco en vivo a trío, “Sherman Trail Live At El Búho Vol. I”, que capturó la esencia cruda de sus conciertos. Después llegó “Mil Noches”, su primer álbum en español, donde Jodie experimentó con sonidos distintos, toques de flamenco, rancheras y hasta reversionó “Take It Easy” de The Eagles, dándole un giro personal bajo el título “Siempre libre”. Con esta fusión de country, rock y un toque de pop, dejó claro que moverse entre géneros no es un reto, sino su estado natural.

Su maternidad ha influído profundamente en su trabajo más reciente, “My Senses”, un álbum grabado con la que fuera su banda original en Jodie Cash Fingers. En la producción técnica ha contado con Xavi Ollé (Th’ Booty Hunters) y con Myriam Swanson en la artística. Además, cuenta con Rickie Froutchman al lap steel y repite preciosas líneas de violín con Simone Lambregts, quién ha pintado todo el paisaje de este disco comedido y que está por ver la luz el próximo mes de Abril. El disco marca un claro regreso a sus raíces musicales.

El directo de Jodie y su banda actual donde se incluyen a: Jordi «Big Villano» Vila a la batería, Xarly Cáneva al bajo, Fran Esquiaga a los teclados, Toni Espelta en las guitarras y coros y Víctor Fisas como segunda guitarra, es un espectáculo de pura energía. Cada concierto es una experiencia impredecible, una montaña rusa de emociones que te transporta de inmediato a un bar texano o a un honky-tonk de Nashville. Auténtica, carismática y explosiva, Jodie es capaz de engancharte desde el primer acorde. Si eres de los que vibran con el country-outlaw más genuino, aderezado con ese toque de rock sureño, verla en vivo es simplemente obligatorio.

AL DUAL

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Somos los españoles poco dados a apoyar a nuestros propios artistas. Por ello, Al Dual, uno de los máximos exponentes del rockabilly, rock & roll clásico y country tradicional en Europa, no es tan conocido como mereciera. Guitarrista virtuoso, cantante elegante y compositor meticuloso, este artista murciano ha logrado lo que muy pocos fuera de EE. UU.: convertirse en referente mundial del sonido vintage americano sin caer en la simple imitación. Su propuesta respira autenticidad, respeto por la tradición y, al mismo tiempo, una visión contemporánea y cosmopolita.

Alberto Dual comenzó su camino muy joven, enamorado del sonido de pioneros como Duane Eddy, Eddie Cochran, Gene Vincent o Chet Atkins. Pero también ha sabido empaparse del legado del Western swing, el blues primitivo, el hillbilly, e incluso del surf instrumental y el country & western más profundo. Al Dual ha dedicado años a estudiar el lenguaje de la guitarra vintage y a dominarlo tanto en técnica como en sonido. Sus actuaciones se distinguen por su impecable estética retro pero sobre todo por la precisión quirúrgica con la que revive los tonos del pasado con fuego contemporáneo.

Lo conocimos con el EP “Blue’s Back in Town”, una carta de presentación perfecta. Cinco cortes directos al corazón del rockabilly y el hillbilly, grabados en cinta analógica y con instrumentación fiel a los años 50. Luego consiguió lo que muy pocos paisanos han hecho: grabar en los míticos Sun Studios de Memphis, donde reinaron Elvis, Johnny Cash y Jerry Lee Lewis. Que Al Dual haya sido uno de los primeros músicos españoles en grabar allí no es casualidad: su nivel técnico y su comprensión del estilo lo habían hecho merecedor de ese honor.

“The Sun Session” es puro clasicismo. Su debut largo llegó con “Reel to Reel”, donde alcanza la madurez creativa. Grabado en Berlín, es un trabajo instrumental que expande su paleta hasta el infinito: hay surf, western noir, boogie-woogie, twang y fingerpicking de altísimo nivel. El sonido es cinematográfico, mezclando spaghetti western y noir. Como el Twanguero, no necesita letra para contar una historia: su guitarra habla por sí sola.

Invitado a festivales de rockabilly y roots music por toda Europa y Estados Unidos, compartiendo cartel con leyendas del género, su directo “Reel ToUR Reel” es la perfecta puerta de entrada a su sonido. Invitados de postín como Susan Santos o Ariel Rot no le quitan el protagonismo en ningún momento. Para muchos, puede ser el gran descubrimiento de esta edición.

ROB LEINES

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Rob Leines es originario de Georgia y reconocido por un estilo que fusiona el country tradicional con el rock sureño y el honky-tonk. Su música se caracteriza por letras que relatan historias de la vida en la carretera, el trabajo duro y la vida en el sur de Estados Unidos, todo ello acompañado de un sonido crudo y energético.

Su último álbum, “Headcase”, le define perfectamente Rob habita en el cruce de caminos donde confluyen el rock & roll obrero y el outlaw country . Con una triple función como compositor, narrador sureño y héroe de la guitarra moderna, Leines llena su tercer álbum con riffs amplificados y una voz afinada por una apretada agenda de gira. El resultado es un disco para bares de mala muerte y salas de baile, para autopistas y honky-tonks, para ruedas que giran y horizontes que se extienden inalcanzables. Es la banda sonora para esos viajes por carretera que nunca terminan.

“Headcase” aporta más luz que muchas canciones de carretera superficiales. Leines excava profundamente bajo el asfalto, ofreciendo música sobre el amor perdido, las oportunidades tomadas y la vida vivida entre los hitos. Canciones como «Double Wide» todavía generan mucho caos, pero también hay vulnerabilidad: la sensación de que no puedes escapar de tus problemas, ni siquiera a 100 millas por hora.

Antes de grabar “Headcase” con los coproductores Mike Harmeier (el veterano líder de Silverada, y conocido por Mike and the Moonpies) y Adam Odor, Leines dejó su trabajo de soldador -vidas paralelas con Myron Elkins- y se lanzó de gira para promocionar su álbum de 2021, “Blood Sweat and Beers”. El disco le convirtió en una revelación, lo que le valió un año de conciertos abriendo para artistas de renombre como Dwight Yoakam y The Mavericks. Noche tras noche, subía al escenario con su power trío, mezclando el rock & roll con el sonido vibrante de una Telecaster.

«Después de tantas horas y kilómetros, nos sentimos muy seguros de nuestra capacidad para ofrecer un espectáculo de rock. Este es mi música: rock & roll con sombrero de vaquero». Para capturar el espíritu rudo y bullicioso de esos conciertos, Leines y sus dos compañeros de banda, junto con invitados como el organista David Percefull (propietario de Yellow Dog Studios) y la corista Kelley Mickwee (solista también residente en Texas, además de miembro de Shinyribs), se dirigieron a Wimberley, Texas, donde grabaron “Headcase” durante breves descansos entre conciertos.

Para los fans de “Blood Sweat and Beers”, la forma de tocar la guitarra de Leines -una mezcla de fingerpicking híbrido, riffs de rock con tintes blues, slide guitar y acordes distorsionados de Telecaster- también les resultará familiar. Cada canción tiene sus raíces en las guitarras. Al mismo tiempo, “Headcase” explora nuevos territorios. La alegre y vibrante «High in the Cotton» establece paralelismos entre la soldadura y la interpretación musical, dos trabajos dinámicos que obligan a los trabajadores a pasar incontables días lejos de sus amigos y familiares.

Tras años dedicados a ambas profesiones, Leines interpreta las estrofas habladas de la canción con un barítono profundo y cansado que transmite el agotamiento de una larga semana laboral. En otro momento, rinde homenaje a sus abuelos con «Goldmine», cuyo riff funky y fogoso hace un guiño a Jerry Reed. Y en la contundente «Black Lingerie» reemplaza la velocidad impetuosa de sus canciones anteriores por un estilo más tranquilo y arrogante que suena oscuro, impulsivo y peligroso.

JASON SCOTT & THE HIGH HEAT

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Desde en Oklahoma City, Jason Scott & the High Heat crean un sonido envolvente y dinámico que trasciende las tradiciones de su tierra. Demasiado ruidosos para los fans del folk y demasiado detallistas para los rockeros, su sonido se enraíza en el groove, la determinación y un espíritu único, liderados por un compositor cuyo pasado único —una formación pentecostal, años como predicador en formación y una eventual crisis de fe— les ha inculcado una forma de narrar historias y una perspectiva única sobre la vida, el amor y la apatía en el mundo moderno.

Multiinstrumentista, productor, ingeniero y músico de sesión, Scott pasó un año compartiendo su vida en la carretera con la vida en el estudio, donde produjo álbumes para artistas estadounidenses como Carter Sampson, Ken Pomeroy y Nellie Clay. La banda comenzó a expandirse cuando formó High Heat, un grupo de músicos polifacéticos y hombres del renacimiento del roots-rock que, al igual que su líder, compaginaban múltiples actividades artísticas. Juntos, Jason Scott & High Heat se han convertido desde entonces en un colectivo creativo independiente cuyos talentos incluyen la composición, la producción musical, la fotografía, la dirección de videos y más.

En 2022, la banda debutó con “Castle Rock”. Un crisol de sonidos que abarcaba desde el rock directo de Tom Petty hasta el americana de Jason Isbell, desde los nostálgicos ganchos de la música country de los 90 hasta la aguda composición de James Taylor, combinada con la mezcla lírica de John Prine. El álbum pasó dos meses en el Top 50 de las listas de y medios de todo el mundo comenzaron a prestar atención a la banda. Durante este tiempo, sus conciertos en vivo estaban alcanzando el mismo reconocimiento, marcándolos como «la banda a seguir» prácticamente en cualquier lugar donde tocaran. En poco tiempo, estaban de gira, actuando en algunos de los festivales de música más renombrados, incluyendo el Festival Stagecoach, o el Woody Guthrie Folk Festival, y teloneado a diversas bandas como Band of Heathens, Eli Young Band, Vandoliers, Jimmie Dale Gilmore o Kaitlin Butts.

Jason Scott &amp;amp;amp;amp; the High Heat confirmaron su propuesta confirmaron el nivel de su propuesta con el lanzamiento el pasado 28 de marzo de “American Grin”. El álbum amplía su estilo distintivo al combinar rock sureño enérgico con americana robusta, un toque de crudeza honky tonk e himnos perfectos para la carretera. El tema de arranque, «High Country», tiene ecos del mejor Morricone y su atmósfera del «viejo oeste», mientras que «Bernadette» y su sonido de rock ochentero con un gran estribillo nos recuerda a Bryan Adams. Un equilibrio de humor y profundidad brilla en todo el álbum, ya sea en las desventuras alcohólicas propias del fin de semana de «Me & The Bottle (Hungover You)», la guitarrera canción sobre la depresión «Yardwork» o «Maria», que cierra el disco acercándose al sonido de los mejores Wilco.

Producido por su excompañero de banda Taylor Johnson, el álbum se grabó entre Oklahoma City y Texas, donde la banda se inspiró en los sonidos y la cultura locales. Desde las guitarras al estilo de ZZ Top en «If We Make Til The Mornin'» hasta los elementos inspirados en el mariachi en «Interstate of Mind», este nuevo disco amplía el panorama sonoro de la banda, sin perder la esencia y el ritmo que la han hecho famosa.

GERMÁN SALTO

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Germán Salto es un músico y compositor madrileño nacido en 1984, reconocido por su habilidad para fusionar el pop melódico, la americana y el rock clásico con una sensibilidad contemporánea. Compagina su pasión por la música con su profesión como piloto de aerolíneas, algo que desgraciadamente es el pan de cada día en muchos músicos infravalorados como él. Su música se distingue por su elegancia melódica y su riqueza armónica, con composiciones que evocan a artistas como Burt Bacharach, Tom Petty y Brian Wilson, fusionando el pop barroco con el folk rock y el country alternativo. Su estilo ha sido descrito como una mezcla de la «escuela Wilco», con influencias de The Beatles, The Beach Boys y Van Dyke Parks.

Salto comenzó su carrera en la escena musical española formando parte de distintas bandas con las que pasó una fase de aprendizaje hasta que decidió debutar en solitario en 2015 con “Salto”, conocido popularmente como “el disco del gallo” por su portada. Un trabajo que fusiona el pop rock con matices de americana y que supuso un soplo de aire fresco en la escena nacional. Como buen piloto, supo aprovechar el viento de cola para editar ”Far from the Echoes”, un segundo álbum que profundizaba en su estilo melódico y armónico, que le consolidó como un nombre a tener en cuenta.

En 2022, Salto dio un salto al vacío grabando en castellano su tercer álbum, homónimo. Este disco, producido por Íñigo Bregel y con la colaboración de Santi Campos, se caracterizaba por su pop orquestal, con influencias de los más grandes del género. Un disco que fue celebrado por la crítica como una joya fuera de tiempo, un poco en la linea de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán. Hace poco anunció el lanzamiento de un nuevo álbum en castellano para finales de este año con el primer single «Si te marchas». Un trabajo que promete continuar su exploración del power pop y la americana, con la producción de Ricky Falkner y la colaboración de músicos como los de Morgan.

A lo largo de su carrera, Salto ha trabajado con destacados artistas internacionales, estando varias veces encima del escenario del festival, como por ejemplo en 2023, cuando fue guitarrista y director musical en la gira europea de Nikki Lane o cuando en 2024 colaboró con Summer Dean y se subió junto a Gospelbeach para cantar ”You ain’t goin’ nowhere” de Bob Dylan.

BACK TO THE HILLS

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Back to The Hills nacen en Castellón (España) el verano del 2019. Un proyecto que empieza en formato acústico (Nils Heijbel y José María Mulet) tocando versiones de Neil Young o Tom Petty por los bares de la ciudad y que acaba en una banda de power-pop y americana con sonido 70’s en formato quinteto (con David Bueno al bajo, Txema Amat a la batería y el veterano de la escena Santi Campos al piano/guitarras). Aquí empezaba el “sueño americano” de un sueco y cuatro españoles afincados en Castellón pero que viajarán donde les lleve la música.

Tras la publicación de su primer EP homónimo en 2020, en octubre de 2022 publicaban su primer álbum de catorce canciones con el sello Rock Indiana. Un disco que les situaba entre las mejores propuestas de música de raíces de nuestro país, con canciones llenas de hermosas melodías, armonías vocales pocas veces vistas por aquí y canciones llenas de vitalidad y estribillos pegadizo y nombres como Jayhawks, Byrds o Wilco como referentes más reconocibles.

A finales de 2024 publicaron vía Rock Indiana de nuevo su segundo álbum “Just a Smile”, producido por Santi Campos. Un disco reconocido por Dirty rock como uno de los diez mejores álbumes del año pasado.

 

 

Escrito por
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