Los reyes del metal, el último aguijonazo del escorpión y patos de goma
La cuarta jornada del Rock Fest fue el día soñado para los rockeros de toda la vida. Un cartel que podría haber sido un Donington de alguna edición de los ochenta. Únicamente había que echar un vistazo a los horarios y ver los nombres de Doro, Stryper, Judas Priest y Scorpions en él. Pero no solo de la nostalgia se nutrió esta jornada final. Pudimos disfrutar del potente sonido de Koma y de la diversión pirata de Alestorm y sus patitos de goma.
Probablemente esta fue la jornada más esperada por muchos de los habituales al Barcelona Rock Fest. Toda una sesión de heavy de la vieja escuela que empezaría en nuestro caso con Phil Campbell & the Bastard Sons. El guitarrista que compartió formación con el gran Lemmy durante 30 años lleva unos cuantos girando con sus hijos. La banda, habitual del festival, comenzó rindiendo tributo a Motorhead con la intención de seguir manteniendo vivo su legado. Con cuatro discos a sus espaldas, Phil Campbell sabe que no puede dejar los temas de la banda con la que consiguió su popularidad. La inicial “Iron Fist” junto con “Going To Brazil”, “Killed By Death”, “Born To Rise Hell” y la imprescindible “Ace Of Spades” se mezclaron con los temas de su discografía. Temas que encajan, pero que se olvidan rápido en cuanto suena uno de los clásicos. Un contundente show que terminó con “Mötorhead”.
Paso a la Reina del Metal. Doro Pesch fue capaz de reunir a un buen número de osados que retaron al sol que aún caia a esa hora. Con un repertorio en el que los clásicos de Warlock reinaron por encima de sus composiciones individuales, Doro supo meterse al público en el bolsillo. Aprovechando la lengua del Stage fest preparado para Scorpions, la reina se acercó al pueblo llano en numerosas ocasiones. Los puños en alto acompañaron “Burning the Witches”, “Fur Immer”, “Children of the Dawn”, “Metal Racer” y por supuesto “All We Are”. No faltó un solo de batería, a todas luces innecesario si solo dispones de una hora, ni el catálogo de poses por parte de la banda. Pero… ¿no es acaso eso por lo que hemos venido?
Durante la actuación de Doro, en el Stage Rock ya pudimos ver a los miembros de Stryper vestidos y probando instrumentos. Algo raro en este tipo de festivales en los que las bandas salen al público solo cuando les toca, con las pruebas de sonido ya hechas. Quizás fue por que llegaron muy justos, la cuestión es que ya en esos minutos se podía ver que algo no funcionaba. Su concierto comenzó con veinte minutos de retraso, tiempo en el que Michael Sweet se encargó de lanzar biblias y púas al público. Durante “Sing-Along Song” un par de brutales acoples y las caras de los músicos parecían anticipar otro parón.
Pero el show continuó seguramente recortado por las circunstancias. Aún así, no faltaron temas como “Calling On You”, “More Than A Man” o el gran final que supuso “To Hell With The Devil”. Michael Sweet sigue manteniendo una buena voz y dentro de todos los problemas con los que se encontraron, salvaron la papeleta. Aunque no se si el cantante pensaría lo mismo mientras abandonaba el escenario con cara de estar a punto de blasfemar. Al menos pudimos en el Rock Fest a la formación más clásica antes de que Oz Fox haya tenido que ausentarse de las siguientes fechas por problemas médicos.
Y si el viernes pudimos ver a la comunidad pirata surcando los mares, abordando embarcaciones de la mano de Running Wild, el domingo llegó la parte más tabernera. Alestorm y sus tres patos de goma hinchables gigantes ocuparon el Fest Stage para sacar todo el ambiente festivo que llevan dentro. Irreverentes como pocos, la banda escocesa es capaz de mezclar estilos en pro de la diversión. A estas alturas de festival, y con alguna cerveza en el cuerpo, resultan bastante efectistas. Son descarados y sus canciones llaman a brindar y pasarlo bien desde el primer minuto. “Keelhauled” o “Killed to Death For Piracy” ya te muestran suficientes clichés como para saber que, desde una profesionalidad innegable, esta gente sabe tomárselo todo a broma. La despedida con un enorme “fuck you” inflable durante “Fucked With an Anchor” lo dejaba bien claro.
Y eso que por ver parte del concierto de KOMA nos perdimos a un pato haciendo playback y a un tiburón cantar “Hangover”. Pero tener a la banda pamplonica descargando a unos metros y no acercarse era inviable. La vuelta a los escenarios hace casi ocho años tras la pausa muestra a una banda dura como el hormigón. Combativa como siempre y con sus letras más vigentes que nunca no se callan sobre el escenario ninguna de las injusticias del mundo actual. Poca gente para lo que una banda como KOMA merecen, pero es lo que tiene coincidir no solo con un concierto sino además con la previa de uno de los cabezas de cartel. Aun así temas como “El Pobre”, “Sakeo” o “Imaginatelos cagando” fueron directos a la yugular: Si no hubiera sido por querer tomar un buen sitio para ver a Judas Priest me habría quedado.
Tanta era la expectativa, que incluso los chicos de Alestorm se quedaron a ver el inicio del show desde la lengua del escenario. El metal god Rob Halford volvía al Rock Fest con sus chicos, aunque esta vez ya sin Glenn Tipton, creo por desgracia, definitivamente. Siguiendo con los infortunios técnicos, tuvieron una salida en falso con Richie Faulkner apareciendo él solo en el escenario al terminar la intro. Tomado con humor, aprovechó para lanzar algunas púas y posar antes de que volvieran a lanzar la intro. A partir de ahí, un show perfectamente milimetrado sin salirse del camino que lleva esta gira. El repertorio vino marcado por el peso de “Painkiller” del que sonaron hasta siete temas. Un disco muy exigente a nivel vocal, al que Halford no tiene miedo a enfrentarse.
Cierto es que hace años que su voz, aun manteniendo un buen nivel, necesita de algún ligero apoyo tecnológico y un ritmo algo más lento para dar más pausa. Pero resulta muy digno verle enfrentarse a temas como la inicial “All Guns Blazing”, “A Touch Of Evil”, “Hell Patrol” o la misma “Painkiller”. De hecho se le podía ver más comodo en los temas de su reciente “Invincible Shield” del que destacaría “The Serpent and The King”. O cuando aborda los clásicos y puede descansar la voz cediendo el micro al publico para que coree temas como “You’ve Got Another Thing Coming”, “Breaking The Law”, “Electric Eye”, “Hell Bent for Leather” o la final “Living After Midnight”.
La banda por otra parte suena espectacular destacando por encima de todos a la base formada por Ian Hill y Scott Travis por mucho que las miradas siempre se centren en los guitarras. De los que prefiero la sutileza de Andy Sneap a las exhibiciones continuas de Richie Faulkner. Otra cosa sería el repertorio. Sé que es muy difícil contentar a todo el mundo, y que llevar dos repertorios diferentes es complicado, pero para un festival sería mejor tirar de más clásicos. Pero son pequeñas pegas que se le pueden poner a un concierto serio y bien llevado, intenso que dejó ver a un Rob Halford con ganas de seguir girando hasta que el cuerpo aguante.
Y llegamos al final de la edición con la gira del 60 aniversario de Scorpions. Que se dice pronto, pero es para admirar y agradecer el esfuerzo. La banda germana cumplió con un setlist lleno de clásicos y alguna sorpresa para los seguidores de toda la vida. Tras un video en el que repasaron su historia, comenzaron con “Coming Home”. Y con ella, el sufrimiento por Klaus Meine. Duele un poco ver cómo se apaga un poco más en cada gira la voz de una de las grandes bandas del rock. Sin apenas fuerzas para proyectarla costaba en ocasiones seguir los versos de las canciones. En contraposición, el resto de la banda. Rudolph Schenker y Mathias Jabs siguen enérgicos y suenan inspirados. La batería de Mikkey Dee suena con una pegada y contundencia poderosa y el discreto pero laborioso bajo de Pawel Maciwoda es su complemento perfecto.
“Gas In The Tank” fue la única muestra de su reciente “Rock Believer”. A partir de ahí todo fue un continuo recordatorio a su historia. “Make It Real” y “The Zoo” de “Animal Magnetism” marcaron la senda antes del clásico “Coast to Coast”. Un primer descanso para la voz de Maine, durante la cual que se dedicó a lanzar baquetas al público, antes de atacar un medley que incluyó “Top of the Bill”, “Steamrock Fever”, “Speedy ‘s Coming” y “Catch Your Train”. “Bad Boys Running Wild” dió paso a “Delicate Dance” en la que además de Meine también se tomó un respiro Rudölf siendo sustituido como es habitual en el tema por el roadie de guitarras para acompañar a Mathias. A partir de aquí el gran final plagado de los éxitos que han llenado horas en las radios del mundo.
Aunque la voz de Klaus Meine se notaba ya en mejor estado el público no dudó en acompañar “Send Me an Angel” en formato acústico. Para “Send Me an Angel” volvieron las eléctricas y ese primer verso actualizado en estos últimos años. “Loving You Sunday Morning” volvió a subir el tono rockero del concierto antes del solo de batería de Mikkey Dee. Un respiro antes de afrontar el triplete de temas finales compuesto por “Tease Me Please Me”, “Big City Nights” y otra de sus baladas imprescindibles como es “Still Loving You”. Retirada al backstage y retorno por todo lo alto con “Blackout” y un impresionante escorpión hinchable tomando forma en el escenario. Y como no, fin de fiesta con “Rock You Like a Hurricane” que puso fin a ese repaso de seis décadas de música.
Un concierto con cierto regusto agridulce. Está claro que Meine hace lo imposible por seguir haciendo historia, pero duele verlo así sobre el escenario aunque cumpla como el rockstar que ha sido. El resto de los Scorpions, llenando de poses y movimiento el show, podrían aguantar bien alguna gira más, pero la voz… Así que para muchos aquello fue una digna forma de despedirse en un punto en el que deberían, por mucho que nos duela, decir adiós sin arrastrarse por los escenarios.
Respecto al Rock Fest, y como conclusión global final, ha sido una edición en la que los grandes clásicos han destacado una vez más. Sólo The Baboon Show han sido capaces de ofrecer con su explosividad algo más que el resto. Eso sí, la hora final de Lynyrd Skynyrd ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en este festival. La facilidad para poder ver la gran mayoría de grupos y la puntualidad en los shows ha sido una gran baza a favor. Pero querer hacer cuatro días de festival implica diluir ligeramente la calidad del mismo al querer llenar todo ese tiempo.
Es solo una opinión personal, y lo dice alguien que si fueran cinco días de Rock Fest, iría igual. Por lo pronto, el año que viene están anunciados sólo tres días con una primera confirmación en el cartel, Helloween. Doce meses para montar un potente festival y mejorar aquellos aspectos de la logística que han quedado más flojos (baños, hidratación – aunque este año combatieron el calor de las primeras filas repartiendo agua de manera continua). Las quinielas se abren desde este preciso momento. Y si vamos a jugar a poner nombres, Europe y Deep Purple son mis candidatos… ¿Quién da más?
Fotos: Desi Estévez