Cass McCombs: “Interior Live Oak“

Cass McCombs edita su decimoprimer disco, “Interior Live Oak“. Un trabajo grabado junto a numerosos colaboradores, entre los que destacan Chris Cohen, Sam Evian y su batería de toda la vida, Jason Quever. Los tres aparecen acreditados individualmente como coproductores de varios temas. También colaboran los guitarristas Mike Bones y Matt Sweeney, el teclista Frank LoCrasto, el baterñia Austin Vaughn y el bajista Brian Betancourt. Músicos todos ellos con amplios currículos en la escena indie rock de los últimos años.

Escucha “Interior Live Oak “ de Cass McCombs aquí:

Como dice la hoja promocional, “Interior Live Oak” se nutre de todo lo que Cass ha creado a lo largo de dos décadas de experimentación para ofrecer una luz directa y clarificadora. Su actitud es esperanzadora en todo momento, lo cual puede resultar extraño para alguien que suele cantar sobre los aspectos más extremos de la vida moderna. El nombre del disco hace referencia a una especie de árbol del norte de California y fue grabado en gran parte en el Área de la Bahía, no muy lejos de donde dio sus primeros pasos.

Cass es un cantautor cuya música y personalidad son misteriosas como pocas. Ha construido su carrera con canciones eclécticas que abarcan desde el folk con tintes country hasta el soft rock californiano. Por ello, McCombs he sido comparado con casi todos los nombres clásicos, a los cuáles podría haber mirado a los ojos en la escena de los setenta. Pero, a la vez, siempre ha demostrado que es un artista único.

En este trabajo se presenta como un trovador moderno que ha llegado a su madurez creativa. Largo y sinuoso, profundo e imaginativo, podría ser perfectamente su obra cumbre. Como la mayoría de su discografía, no es un disco que entre a la primera, pero con las escuchas crece y crece hasta convertirse en imprescindible. Ya lo anuncia la portada sepia que tiñe de clásico el envoltorio: aquí hay un hombre entregado a su arte y a su melancolía.

La reseña de este disco podría ser infinita y repetirse en bucle, mutando en cada nueva escucha. Las dieciséis canciones que contiene esconden detalles que van apareciendo poco a poco si se les dedica el tiempo que necesitan. Difícil en esta sociedad acelerada. Un reto mayúsculo que empieza con “Priestess”, homenaje a una vieja amiga fallecida hace poco a ritmo de country soul. Le sigue “Peace”, con ecos al primer rock californiano y la fantástica “Missionary Bell”, una balada suave, dulce y melancólica acerca de todas esas cosas que nos pesan más que una enorme campana de una misión. Su melodía es tan simple y reconocible que suena a clásico desde el primer momento. “Miss Mabee” le sigue con su peculiar reinterpretación del power pop.

“Home At Last” atrapa con su despreocupado aire a Nilsson, mientras que “I’m Not Ashamed” podría ser una epopeya sinfónica de Neil Young. “Who Removed The Cellar Door?” es otra de las joyas. Una letra enigmática y una música que nos hace pensar en Tom Petty producido por Lee Hazlewood. Hablando de Tom, “A Girl Named Dogie” es la versión de Cass de la historia de “jovencita se muda a la gran ciudad desde la América profunda” que tanto utilizó el de Florida. Esta vez, sin embargo, a ritmo de psicodelia. “Asphodel” recicla el sonido de Laurel Canyon de manera fresca y sorprendente. Da paso a “I Never Dream About Trains”, una de las canciones claves del disco. Una espléndida canción de desamor donde se autoengaña diciendo que nunca sueña con ella, mientras el estribillo repite: “Nunca miento en mis canciones/ Y nunca sueño con trenes”.

Ecos al mejor Elliott Smith asoman en “Van Wyck Expressway”. Son cantautores de la misma estirpe, sin duda. “Lola Montez Danced the Spider Dance” llega a los siete minutos con su aire ligero a spaghetti western que no acaba de explotar.  “Juvenile”, sin embargo, tiene un órgano juguetón que parece salido de algún disco del power pop más festivo. Sin duda, este es un disco es un pozo sin fondo. Para acabar de repasar el catálogo de sónidos clásicos, “Diamonds In The Mine” nos recuerdan a The Beatles y “Strawberry Moon” parece compuesta para ser cantada por cualquiera de los miembros del Rat Pack. El disco se cierra con el tema homónimo, donde se acerca a los Deep Purple más psicodélicos.

A sus 47 años, McCombs ha llegado a lo más alto. Juguetón, explorador y amante del detalle, hace obras que son de otra época. Desde folk sinfónico hasta hard rock, pasando por el country soul y el sonido de Laurel Canyon. Además, una de sus principales cualidades es que todo lo presenta con naturalidad y modestia. Un disco grande que necesita paciencia y atención, pero te devuelve el esfuerzo convertido en emociones de manera exponencial.

cassmccombsInteriorliveoak02-copia

Etiquetas de la historia
,
Escrito por
More from Javier Casamor

Pearl Charles presenta su nuevo disco “Magic Mirror”

El tercer trabajo de la californiana es un nuevo paso adelante en...
Leer Más

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.