Nick Curran and The Lowlifes – Reform School Girl (2010)

Nick Curran: El último rockero.

Todavía resulta doloroso pensar en ello pero han pasado ya la friolera de casi trece años desde que un implacable cáncer nos arrebató a Nick Curran, un músico auténtico de los que lamentablemente escasean hoy en día. Alguien que había dotado de renovadas energías a un género tan manido como el rock and roll de los cincuenta. Y, sin embargo, cada vez que escucho su áspera voz me resisto a creer que este tipo ya no esté entre nosotros. Es más que probable que jamás se hubiese convertido en una gran estrella pero para los que amamos la música, este guitarrista se había transformado en toda una leyenda.

Y es que Nick, nacido en Maine (Portland) en 1977, sintió desde su adolescencia una irrefrenable pasión por los discos de blues y rockabilly que poseía su padre, un conocido guitarrista de la escena local. Con él empieza a dar sus primeros pasos como guitarra solista en su banda, Mickey Curran & The Tremors, hasta que a los 19 años contacta con el vocalista rockabilly de los cincuenta Ronnie Dawson, que le enseñará una valiosa lección: No quedarse encasillado en un estilo concreto, y con el que girará durante una temporada.

Decidido a echar raíces en Austin (Texas), su siguiente paso será unirse a los Jaguars, la banda de acompañamiento de la cantante pelirroja de rockabilly Kim Lenz, girando incansablemente durante dos años y participando en dos de sus álbumes: The one and only (1999) y el posterior It’s all true (2009), además de respaldar ocasionalmente al vocalista country Wayne Hancock.

Estamos en 1999. Nick está ansioso por apartarse de la escena rockabilly, sumergirse de lleno en el blues y componer material propio. Así el sello Texas Jamboree le da la oportunidad de publicar su anhelado debut en solitario, “Fixin’ your head” (2000), que marcará las directrices del resto de su discografía. Curran se caracteriza por utilizar equipos de grabación antiguos con el objetivo de sonar como el rock and roll primitivo de los cincuenta, impulsado por una poderosa garganta negra al estilo de Little Richard o Roy Brown. Pero en ningún momento suena revivalista, sino que logra infundir en cada tema la vitalidad y la frescura de esa época dorada.

Junto a su grupo los Nitelifes irá publicando en sucesivos años notables elepés: Nitelife Boogie (2001), Doctor Velvet (2003) o Player! (2004), éstos dos últimos en el prestigioso sello de blues, Blind Pig.

Totalmente asentado en la escena de Austin, es admirado por músicos veteranos como Phil Alvin, Alejandro Escovedo o Jimmy Vaughan.

Curiosamente, realizará una innecesaria parada en su meteórica carrera (desde el 2004 al 2007) para cumplir un sueño y formar parte del ex grupo de este último, The Fabulous Thunderbirds (una de sus máximas influencias siendo un crío) llegando a grabar un álbum con ellos, Painted on (2005), así como participando activamente en otros proyectos: Compone varios temas para la popular serie de TV “True blood” y forma parte de bandas efímeras como The Attitudes, los punk Degüello, The Flash Boys, etc.

En 2008, decidido a retomar su proyecto en solitario forma una nueva banda, los Lowlifes, con los que grabará su último álbum, el definitivo Reform School Girl (2010). Pero poco antes Nick recibe un mazazo: Se le diagnostica un cáncer de garganta. Ninguno de estos factores lo desvía del camino y Nick nos entrega una apabullante obra maestra y uno de los mejores álbumes de los últimos años. Desde el intenso comienzo con una abrasiva versión de Etta James, ‘Tough lover’, hasta el irresistible final, con el clásico ‘Rocker’ de los AC/DC como una declaración de intenciones, el malogrado guitarrista nos aplasta con una sucesión de clásicos de su `puño y letra: ‘Reform School Girl’ (evidente homenaje al ‘Be my Baby’ de las Ronettes), ‘Kill My Baby’, ‘Psycho’, ‘The Lowlife’… Da igual el tema que elijas porque el nivel es estratosférico y Nick se deja la piel en cada uno de ellos. La historia del rock en apenas cuarenta minutos.

Por supuesto, un tipo infatigable como Curran no se rinde tan fácilmente y lucha con todas sus fuerzas (llega a tatuarse incluso la frase “fuck cancer” en su muñeca). Por desgracia, en 2011, cuando tiene programada una esperadísima gira por nuestro país recae de su enfermedad. Se organizan conciertos para recaudar fondos con los que sufragar los gastos de su tratamiento. En el organizado en Austin, el propio Nick, muy debilitado, acude orgulloso en su Harley Davidson, mientras que en Barcelona se celebra otro promovido por su amigo Mario Cobo de los Nu Niles) aunque, desafortunadamente, el cáncer ha avanzado de forma inexorable. Nick fallece el 6 de Octubre de 2012 a los 35 años.

En fin, se nos fue demasiado pronto un músico irremplazable, en su momento de máxima creatividad, y que, con toda seguridad, nos hubiese proporcionado muchas más alegrías en el futuro. Pero por lo menos debemos sentirnos afortunados de haber sido contemporáneos de alguien con tanto talento. Siempre nos quedará la posibilidad de pinchar alguno de sus maravillosos álbumes para mantener vivo su legado…

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