Black Sabbath – Paranoid (1970)

Un 18 de septiembre de 1970 salía a la luz “Paranoid” de Black Sabbath. Disco indispensable de la historia del Rock, influenciaron e inspiraron a las siguientes generaciones. La oscuridad, el común denominador de Black Sabbath. Black Sabbath, Paranoid y Master of reality fueron grabados en un año y medio, entre 1970 y 1971, y pusieron la piedra angular en el género duro, antes de que lo llamaran heavy metal.

Es el segundo álbum de Black Sabbath. Originariamente su nombre iba a ser “War Pigs“, pero debido a presiones de la discográfica se cambió el nombre a “Paranoid”. Disco de culto, llegó a ser número uno en el Reino Unido, y hoy en día sigue siendo el álbum más vendido de Black Sabbath. Black Sabbath es la banda Sigmund por excelencia. Tanto con Sigmund Freud y Black Sabbath fueron importantes, porque con ambos nos obligaron a pensar de manera diferente (Freud sobre la mente y Black Sabbath sobre el rock n roll). “Paranoid”  aborda temas tan diversos como la guerra nuclear, la adicción a la heroína, Vietnam y los skinheads.

Da gusto escuchar Black Sabbath (1970), Paranoid y Master of reality (1971), discos que te invitan a subir el volumen y escucharlos en serie puede traer un problema con tus vecinos, pero no deja de sorprender cómo, 55 años más tarde, Sabbath sigue alcanzando cimas que nadie más pudo tener, salvo contadas excepciones y pone a payasitos como Marylin Manson, entre otros en su justo lugar.

De la Santísima Trinidad Heavy que completaban Led Zeppelin y Deep Purple, Black Sabbath fue siempre la opción más oscura y menos comercial, salvo que se quisiera vender el escándalo barato de Ozzy Osbourne mordiendo murciélagos. Black Sabbath no generaba el consenso de un “Inmigrant Song” o un “Child in time”: Ozzy Osbourne, el guitarrista Tony Iommi, el bajista Terence “Geezer” Butler y el batería Bill Ward se movían con otra pesadez, podían cometer el pecado musical de hacer la misma melodía en la guitarra, el bajo y la voz, como en “N. I. B.” o “Iron man”, pero en el tema siguiente entregarse a una maraña armónica insólita, cortesía de Iommi, que sabía cómo construir oscuridades del tono de “Warning” o “Hand of doom”, ideales para los alaridos y susurros maléficos de Ozzy. 

“War Pig”, con un riff de una época en la que los riffs como ganchos característicos eran muy importantes y siguen siendo increíblemente relevantes hoy en día. Sin embargo, “Paranoid” e “Iron Man” son fácilmente mis favoritos.

Me encanta ese sonido aplastantemente pesado y la forma en que las canciones se toman su tiempo para impactar. A diferencia del metal posterior, que es rápido y brutal, aquí es lento y pesado, como una bola de demolición en cámara lenta.

“Paranoid” tiene un sonido tan único y distintivo, especialmente para el metal. Realmente destaca y se siente increíblemente único. Una de las cosas que más me frustra del metal es lo rígido que puede ser el pensamiento sobre géneros: o las bandas del mismo género terminan sonando demasiado similares, o cada pequeña desviación tiene su propio micro género. Si “Paranoid” hubiera salido 50 años después, probablemente se habría promocionado como “el álbum de pre-metal psicodélico, pesado y proto-ocultista de Birmingham con infusión de doom”.

Black Sabbath no aflojan en ninguna sola canción, se lucen cada vez que pueden, y nos dan uno de los discos más importantes que la música a parido en su historia.

No solo quedando como una obra trascendental del pasado, sino que como una atemporal, la cual sigue siendo tan pesada, tan novedosa, y tan actual como se puede imaginar, catapultando al disco como una de las obras artísticas más monumentales que el ser humano halla creado en su historia.

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