“High Road Reverie” es el álbum debut de la cantautora canadiense Pony Gold, nombre artístico de Theresa Anne Bromley. El disco ha sido producido por Leeroy Stagger. Conocida por su lirismo puro y su voz conmovedora, Pony Gold entrelaza historias de adicción, resiliencia y small towns en canciones que llegan al corazón. El álbum se grabó en directo en los Hipposonic Studios de Vancouver con algunos de los mejores músicos canadienses, como John Sponarski, Leon Power, Erik Nielsen, Darryl Havers o Kendel Carson (que llegó a tocar el violín para John Prine). Edita Neon Moon Records.
Escucha “High Road Reverie” de Pony Gold aquí:
Pony Gold crea canciones atemporales y conmovedoras que resuenan profundamente, con una energía cruda y honesta que recuerda a Kathleen Edwards, Lucinda Williams y al primer Tom Petty. Es conocida por su lirismo crudo y personal, su estilo vocal distintivo y su profundo compromiso con la narrativa honesta, moldeado por su infancia rural adversa y sus años de recuperación. Empezó a publicar música como Pony Gold en 2023 con “Take Me Somewhere”. Con su nuevo disco, continúa forjando su lugar en el panorama de la música americana y el country alternativo, consolidándola como una de las voces emergentes más cautivadoras de Canadá.
“Este disco refleja continuidad y crecimiento, conectando pasado y presente, y sentando las bases para lo que viene. El álbum cuenta mi historia a través de una composición cruda y honesta, abordando la adicción, el duelo, una crianza adversa en un pueblo pequeño, un padre en prisión, el amor incondicional de un caballo y la resiliencia que conlleva la recuperación”
El tema principal de este disco es el cómo forjar un futuro fuera de la prisión perpetua de los pequeños pueblos americanos. Theresa intenta dar luz a esas pequeñas historias del día a día. La canción que abre el álbum, “Big in the City”, resume muy bien ese espíritu. “Solo mirábamos al cielo/ Mi corazón latía salvajemente/ Intentando liberarme de esa parte de mí/Y hacerme grande en la ciudad”. Una de esas canciones que atrapan desde el principio, con un aire a la Lucinda noventera. “Love Song” es otra joya melódica, con Kathleen Edwards en el horizonte. “Impossible Dream” vuelve sobre los sueños casi imposibles de conseguir hacerse un nombre en una industria cada vez más devaluada.
También hay canciones que buscan la emoción. “From A Jail In Washington” está escrita pensando en su padre, encerrado en prisión y que nunca le escribió una carta. “Little Horse”, más triste todavía, está dedicada a su yegua Whisper, de la que no pudo despedirse por estar en la ciudad labrándose una carrera. También hay lugar para el blues canónico. “Montreal” tiene ese sonido de blues bastardo que tan buenos resultados da si está bien hecho, con un órgano que aparece y desaparece con ganas de hacer prisioneros. Al igual que la cruel letra de “Midnight Crisis” o “Nowhere But Up”, crudas descripciones de una adicción que cierran el disco.