El dúo de Americana compuesto por Joselyn Wilkinson y Don Barrozzo, regresa con “Lost & Found Highway”. Su tercer álbum ofrece una visión integral de su trayectoria, haciendo referencia a lugares, recuerdos, protestas políticas y desafíos emocionales. El dúo, originario de Montana y radicado en Los Ángeles, ha dejado huella en la ciudad. Muestra de ello los músicos que colaboran en el disco. Figuras destacadas del Americana como el gran Greg Leisz (pedal steel) o Bob Glaub (bajo) y Mauricio “Fritz” Lewak (batería), la base rótmica de la banda de Jackson Browne desde hace muchos años. Edita Paintbrush Records.
Escucha “Lost & Found Highway” de Joselyn & Don aquí:
Más allá del excelente acompañamiento, el gran atractivo del dúo reside en la potente voz de Wilkinson y en la virtuosa guitarra de Barrozo. Además de unas canciones bien trabajadas, nueve propias y una versión del “Seminole Wind” de John Anderson. El disco comienza con “Right on Through”, con Cristina Vane a cargo de las armonías y Greg Leisz demostrando su magisterio. La canción aprovecha la leyenda de un accidente ferroviario ocurrido en su tierra natal en 1989 como metáfora de una relación que se rompe la misma noche del suceso, en medio de una de las olas de frío más duras de las últimas décadas.
“Golden Hill” está impregnada por un cuarteto de cuerdas que crea una atmósfera reflexiva que evoca un santuario donde encontrar la tranquilidad en medio del caos en una balada muy californiana. Muy a lo Fleetwood Mac, “Girl From The Mountain”, es un folk rock lleno de melodías sobre mudarse desde las montañas a L.A. para triunfar. “Me voy porque ella cree que soy más/Que una chica de la montaña”. En “Choose Love” aprovechan la presencia de Chris Pierce. Su ármónica y su voz llena de blues ayudan a elevar una canción llena de clasicismo que no es más que una voz de alarma contra el auge de la derecha reaccionaria. “Quieren controlar mi cuerpo y mi alma / No es ningún secreto a quién intentan complacer / Deberían avergonzarse de invocar el nombre de Dios / Si el odio es el único veneno que emanan”.
A continuación, “Seminole Wind”, cover del tema de John Anderson de 1992, es un canto contra la degradación del medio ambiente por parte de las grandes corporaciones. “Four AM” aborda la soledad de las noches en vela, ya sea por el insomnio o por la necesidad de ejercer de madre. Con su energía desbordante, nos recuerda por momentos a la mejor Lucinda Williams. “What Are We Doing Here” nos trae el mejor country de los 70s. Una canción que podría haber sido cantada por Linda Ronstadt. El pedal steel de Leisz sobrevuela en el ambiente y la trompeta de Barrozo completa una canción perfecta.
Es el mismo Don el que coge las riendas vocales en “Working the Hi-Line”. Una canción sobre su padre inmigrante, que trabajó duramente construyendo la vía férrea que unía Chicago con Seattle. La canción evoca el hermanamiento entre razas y el aprecio por la vida sencilla de las comunidades rurales. La canción que da título al álbum vuelve al fabuloso sonido de Laurel Canyon con unos arreglos que demuestran mucho mimo. Una típica canción de carretera y huida. De no saber establecerse en ningún sitio y el imperioso deseo de cambio constante. Acompañados por Abby Posner -ojito a esta chica- en la guitarra eléctrica y la voz, el disco termina con “Rock and Roll Heart”, un lamento por todos los caídos del rock. Un himno para todos nosotros:
“Es un día triste cuando se pierde la chispa/ Y se apagan las luces de un corazón rockero/Es la última llamada para un arte perdido/Cuando se apagan las luces en un rockero/De Amy a Zevon, de Aretha a the Ramones/ Solo necesito escuchar esa primera nota y siento que vuelvo a casa./Con una simple canción puedes encender una chispa./ El sol nunca se pone en un corazón rockero.”
