Joaquín Sabina cierra el telón

Joaquín Sabina se despidió de todos nosotros en Madrid el pasado domingo 30 de noviembre en el último de sus 71 conciertos de la gira “Hola y Adiós” de el de Úbeda con la que se marchó para siempre de la cantina de sus directos, rituales multitudinarios, en los que no volverá a sacar la magia de su bombín para ofrecer siempre generosa barra libre de emociones.

Joaquín Sabina en julio de 2024 anunció en un comunicado su intención de despedirse de los grandes escenarios. Una gira que arrancó en febrero en América. Solo unos meses antes de aquel anuncio cumplía 75 años, tras haber acumulado demasiados trances de salud, como el infarto cerebral que sufrió en 2001 y que le hizo replantearse la vida canalla que alimentaba muchas de sus canciones.

Ahora con 76 años, Joaquín Sabina, dejará de rimar canciones y a sus ciudades favoritas como México, Madrid, La Habana y Buenos Aires., canciones que provocan en directo himnos universales adheridos a la genética de la cultura popular de varias generaciones.

El escritor poeta y pintor, hijo de un comisario de policía y una ama de casa. Sabina cosecha 18 álbumes de estudio, más decenas de discos en vivo, rarezas, recopilatorios y DVD’s. En 1970, fue exiliado a Londres por su ideología política (de izquierda), luego de relacionarse con movimientos contrarios al régimen franquista y de lanzar un cóctel molotov contra una oficina del Banco Bilbao, en protesta por el “Proceso de Burgos”.

Sabina permaneció en la capital de Inglaterra durante siete años. Cuando regresó a España después de la muerte de Franco, comenzó a tocar en pequeños bares en Madrid y luego grabó su primer disco, “Inventario” (1978).

A partir de los 80, Sabina abandonó el perfil de cantautor comprometido y adoptó una imagen rockera, más contemporánea. El éxito de sus sucesivos trabajos le hicieron ganar fama, tanto a nivel nacional como en varios países de Suramérica.

En 1981 se publica “La mandrágora”, junto a Javier Krahe y Alberto Pérez álbum en directo con la intención de recoger el espíritu de aquellas actuaciones en el local madrileño. Habría que esperar hasta el año 1984 para disfrutar de “Ruleta Rusa”; en este disco Sabina empieza a experimentar con sonidos más roqueros, y empieza a colaborar en algunos temas con la banda de rock Viceversa.

Ese mismo año, 1984, graba junto con Gloria Van Aerssen de Vainica Doble el famoso tema Con las Manos en la Masa, sintonía del programa homónimo dedicado al mundo de la cocina.

La historia sobre su vida, a través de la música, cuenta con varios elementos: amor romántico y apasionado, amores prohibidos también, emociones fuertes, todo tipo de excesos, amistades con personas desconocidas, amistades con personalidades notables, un amor profundo por la libertad y, sobre todo, eso de vivir la vida a su manera, entre músicas, whiskys, cigarrillos y bares.

En verano de 2001 sufrió un leve infarto cerebral que puso su vida en peligro. Aunque pocas semanas más tarde se recuperó -sin sufrir secuelas físicas-, el incidente influyó en su forma de pensar.

Dos años después, Sabina canceló la gira del álbum “Dímelo en la calle” (2002) argumentando problemas en las cuerdas vocales. Posteriormente se descubrió que se trató de una excusa. Es que en aquellos años, el español sufrió una gran depresión, durante la cual redujo enormemente su actividad musical pero potenció su faceta literaria como poeta.

Sabina fue denunciado haber defraudado al fisco por un total de 70 millones de euros. De acuerdo a la denuncia, habrían usado “sociedades pantalla” con varias multinacionales de la música para eludir el pago de impuestos en sus cobros de derechos de autor. Sólo a Sabina, se le reclaman cuatro millones de euros.

La despedida de Sabina marca el cierre de una época. No solo porque sea uno de los últimos grandes cantautores, sino porque representa una forma de entender la canción y la vida que ya casi no existe: sin filtros y algoritmos, sin poses estudiadas. Solo un tipo con una guitarra contando historias que nos pasaron a todos.

Quedan sus discos, quedan sus canciones, queda esa voz ronca que acompañó amores, desamores, noches eternas y amaneceres tristes. Llegó su último vals con ese último aplauso en Madrid. Que te vaya bonito. Cuantas cosas quedaron prendidas hasta dentro del fondo de nuestras almas. Cuantas luces dejaste encendidas y no sabemos como apagarlas, hubiese dicho José Alfredo Jiménez.

FotosAndrés Marvelli y Desi Estévez.

 

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