Trevor Sensor: “A Few Tears of Eros”

El cantautor Trevor Sensor tiene por fin nuevo disco: “A Few Tears of Eros”, editado por High Black Desert Records. Todas las canciones han sido escritas por Trevor. El álbum ha sido producido por Brandon Darner. La portada no es especialmente atractiva, pero como cantaba Willie Dixon, no puedes juzgar un libro mirando la portada. Y, como comenta Sensor en alguna entrevista, ahora mismo todos nos preocupamos más de las apariencias que del contenido. La vida moderna…

Escucha “A Few Tears of Eros” de Trevor Sensor aquí:

Sensor es conocido por su voz ronca, sus letras intelectuales y su indie rock teñido de folk dylaniano. Creció en una pequeña ciudad decadente de Illinois llena de fábricas abandonadas. Esa decadencia fue clave en sus primeros discos. Finalmente, se mudó a Iowa, donde estudió literatura y filosofía en la universidad. Sus letras son un factor clave en sus temas, impactantes y llenas de giros e ideas originales. Escritores como Kierkegaard, William S. Burroughs o Jack Kerouac son algunas de las influencias fundamentales de sus canciones. Su primer EP, “Texas Girls & Jesus Christ” recibió un gran apoyo, así como su primer álbum, “Andy Warhol’s Dream”, que hace referencia a la predicción del artista sobre los quince minutos de fama que todos tenemos asignados en la vida.

Desde los dos volúmenes de “On Account Of Exile” de 2021 no teníamos noticias suyas y ha sobrevivido con trabajos de poco monta en el Midwest mientras preparaba este disco. Su nuevo álbum es una colección de canciones de amor modernas: una historia con moraleja sobre el ascenso y la caída de una estrella de ficción (“Heaven’s a Big Disgrace”), la búsqueda de un sueño (“The Farm”) y el amor con arrepentimiento (“When the War Gets Done”). Según Trevor, Yukio Mishima y Georges Bataille son una clara influencia a nivel lírico en estas canciones envueltas en sonidos analógicos que seguro nos resultarán familiares. Hay mucho de Tom Waits, de John Lennon… pero sobre todo de Bob Dylan. Su tono de voz se acerca en muchas ocasiones al del premio Nobel. De todas formas, sabe cambiar de registro en un disco entretenido y lleno de sonidos atemporales.

“Con Dylan y Waits soy lo que Bolaño fue con Borges y Cortázar. Todo es cuestión de linaje… ser el siguiente eslabón de la cadena. Bolaño no tuvo reparos en decir que veneraba a Borges, y yo no tengo problema en hacer lo mismo con Bob y Tom.” Trevor Sensor

El tema inicial, “When I Had the Gall”, con sus arreglos de cuerdas, parece un clásico perdido de pop barroco. Un Nilsson desafinado que no refleja lo que nos espera, porque hay mucho y muy variado dentro de este sorprendente trabajo. La siguiente, “Heaven’s a Big Disgrace”, comienza con unas guitarras muy Tom Petty pero acaba por acercarse al rock sureño. “Schmuck for Luck” es, sin embargo, un acercamiento al funk rock desarrollado por McCartney en los setenta. El cambio de tono es bastante notable en “The Farm”, mucho más atmosférica, con un aire de guitarra country más crepuscular y un excelente solo de guitarra. Enorme.

La fugaz “There Is a Dark Matter” tiene clara influencia del Bob Dylan setentero. La letra es muy perspicaz y Trevor demuestra estar como pez en el agua con este estilo. Parece que el sonido de Dylan está al alza en estos momentos. Jesse Welles sería otro claro ejemplo de gente que se inspira claramente en él sin disimulos. “Now That I’m Naked” está muy en la línea del John Lennon más cabaretero. No inventa nada, pero es disfrutable, con su alegre piano y sus elementos clásicos.  Da paso a “Thomas Park”, que parece un descarte de Elliott Smith, otra de sus influencias más señaladas.

“When the War Gets Done”, vuelve al cancionero americano, con un aire a local lleno de humo y ecos del primer Tom Waits. Cantada con pasión (“¿Qué sentido tiene todo esto?/Dime, ¿quién es nuestro Dios?/Solo necesitaba dinero/para la vida que quiero”) y con una melancólica trompeta en sordina que nunca falla. “Trampin’” es un poco del mismo estilo, pero quizás demasiado sobreactuada. El disco vuelve a cambiar completamente de tono con “New York Mourning”. Decidido a demostrar su reputación como camaleón musical, Sensor nos ofrece un tema elegante al estilo de los mejores Steely Dan. Una historia atemporal sobre luchar firmemente hasta conseguir lo que quieres donde hasta su voz parece distinta.

El final del disco parece un fondo de catálogo de Dylan. Los años setenta asoman en la encantadora balada “Take All My Love”. Los últimos pasos de Bob asoman en “Too Many Years of Drinkin’ & Cryin”. Nada que objetar, porque la canción es fantástica, con esa oscuridad tan difícil de conseguir. Quizás la más prescindible sea “Keepin’ By Your Door”, que recuerda demasiado al clásico “Is Your Love In Vain?”. Pero tampoco seamos demasiado severos. Necesitamos discos con tan buena factura y canciones como este. Como bien dice Sensor, continuar un legado como el de Bob merece todo nuestro aprecio. Y lo hace mucho mejor que nombres más celebrados por la crítica.

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