The Foxholes y La Broma Negra, talento al margen del sistema

A veces, Barcelona parece Gotham City, la ciudad de Batman. Silenciosa. Extraña. Oscura. En la Sala Monasterio, junto al mar y en la noche del 11 de noviembre de 2017, La Broma Negra tomó por asalto el escenario. Cuatro músicos juntos, pero a la vez, vestidos de maneras tan dispares que parecían la improvisada tripulación de un barco pirata, casi como salidos de un cómic de superhéroes. Pero que la forma no nos distraiga de lo esencial, que es el contenido. Esta formación madrileña esconde una trayectoria tan agitada como apasionante y su estilo, que recuerda mucho al Pop electrónico de Aviador Dro o Alaska y Dinarama, acabó atrapando por su atrevida propuesta.

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            Al frente de ellos, y con una voz perfectamente modulada, Carlos Caballero  repasó una trayectoria de más de veinticinco años. Entonces los oídos más atentos descubrieron el verdadero tesoro de estos filibusteros surgidos de un poema de Espronceda: unas letras tremendamente originales que mezclaron reflexión, romanticismo y narrativa en un impactante ejemplo de creatividad. Versos que hablaban de cielos azules, bailes de máscaras sin música o del Madrid de los Austrias en pequeñas joyas de puro Pop. A nivel musical el papel del teclado y las programaciones de David Infantes resultaron determinantes. Simultáneamente, los solos de guitarra de Alejandro Gómez surgieron de la nada en momentos inesperados, sin apenas avisar y siempre de forma limpia y fluida. Desde la percusión, Laura Pérez también añadió unos coros que confirieron a su sonido de una mayor sensación de conjunto, algo que personalmente me gustó mucho. Realmente sorprendentes.  

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            Tras este cuarteto, que publicará su próximo álbum el año que viene, llegó el turno de The Foxholes. El trío catalán, cuyo Rock Progresivo posee un toque de Pink Floyd entre muchas otras influencias, interpretó íntegro su recién estrenada obra “Sci-Fox” (2017), igual que hacían en sus tiempos los británicos. Como es habitual en el género, el disco comienza y termina con dos piezas instrumentales que llevan el título de la obra, aunque no me atrevería a incluirlo en la categoría de álbumes conceptuales, sino simplemente como una pequeña reflexión acerca del concepto de ciencia ficción.

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Escucha «Sci-Fox» (2017), nuevo disco de The Foxholes.

Musicalmente tampoco pretende ser ambicioso ni gusta de orquestaciones exageradas, sino que muestra a las claras el talento de Jonah A. Luke, el autor de los temas, a la hora de tejer piezas que pese a su aparente complejidad entran a la primera.

The Foxholes y La Broma Negra.

            Desde que se fundaran en el 2006, la magia de sus partituras radica en esa dulzura que las aleja de paisajes un tanto ariscos y que las hace asequibles al gran público. Ese sería el caso de varias de sus anteriores canciones, llamadas a ser clásicas en su repertorio, como  “El mismo sol”, “Tu realidad” o “Accidente Club”, donde la voz y guitarra de Luke se acercaron a atmósferas más Pop, como actualmente hace Steven Wilson. Todo eso no quita que sus canciones exhibieran una clara y cuidada musculatura basada en las contundentes y adecuadas líneas de bajo de Max Mojo Moritz y en el trabajo a la batería de Angel Millán. Como siempre, dejaron ganas de más.

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            Ambas bandas coincidieron en poseer un talento al margen del sistema. Caminan fuera de los gustos mayoritarios que, en muchas ocasiones, aúpan a la mediocridad y convierten a los artistas en héroes enmascarados que luchan por la justicia en plena jungla del asfalto.   

Fotos por Fernando Descarrega.

The Foxholes y La Broma Negra

 

 

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