Asaf Avidan. Tocado por el Dios del Rock.

Otra noche de gala en nuestra casa, el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid, que recibía el pasado 23 de Abril al genial músico israelí Asaf Avidan, gracias al empeño en traerlo de nuestro amigo Miki Camacho. Sabemos que Asaf es un nombre que salvo a los seguidores y más entendidos en el género no resuena tan alto como otras figuras del Folk, del Indie o del Americana. Pero os garantizamos que Asaf tiene su propia legión de seguidores incondicionales que abarrotan las salas y teatros haciendo sold out a su paso.

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Si Avidan hubiera nacido en Nashville o en Nueva York, su repercusión internacional sería otra muy diferente. Estos son los perjuicios dominantes en el mundo de la música y en concreto en aquella que juguetea con las raíces americanas. Nosotros nos quedamos maravillados de lo que este increíble talento proveniente de tierras judías es capaz de hacer sobre las tablas. El escenario lo poblaban dos guitarras acústicas Martin de caoba, la marca de la casa de las series 15, junto a una guitarra clásica de la prestigiosa marca española Alhambra. Completando el set reposaban sobre la alfombra la típica Cigar Box y el curioso instrumento que es ese Q-Chord de Suzuki, una mezcla entre sintetizador, órgano y guitarra que es capaz de emitir sonidos muy peculiares. La percusión quedaba de la mano de una placa de timbres y un plato con diferentes sonidos dependiendo del impacto de la acolchada baqueta contra según cual de sus superficies. En el suelo un complejo entramado de pedales con los que Asaf juega y juega durante todo el show. Para completar la jugada el maletín tweed con armónicas de diferentes afinaciones.

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Todos esos materiales le sirven al inclasificable músico para tejer su obra. Una obra basada en la honestidad, en la necesidad de sacarla fuera y compartirla con el mundo. Los timbres de voz de Asaf son infinitos. De hecho, en la primera de las escuchas, muchos de sus temas tienen ese peculiar timbre femenino que emana con sorpresa de sus cuerdas vocales. Un timbre que es capaz de engranar en distintas tonalidades hasta los umbrales más graves según el tema lo necesita. Así, cada una de las canciones es abrigada por el músico con el tono y timbre adecuado, dependiendo, no sólo de la entonación y afinación necesarias, sino del ánimo que le quiera imprimir a cada composición. Es parte de las canciones como otro elemento modulador de incalculable valor.

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Las piezas de Avidal tienen vida propia. La vida que le da un ser superlativo. Un alma tocada por la varita del Dios del Rock. Virtuoso a la guitarra, superdotado en la voz, habilidoso en la percusión, maestro en los efectos y portento en la armónica. Todo tipo de combinaciones en instrumento y genero se van sumando sobre el escenario ante mucha de la audiencia primeriza que se encuentra en permanente estado boquiabierto.

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Asaf es mucho más que un músico. Es una orquesta entera que va grabando uno a uno percusiones y efectos en sus pedales de loop para utilizarlos de cimientos sobre los que hacer crecer auténticas obras de escultura e ingeniería musical a la altura de muy pocos. Me imagino a Miguel Angel esculpiendo su David, poco a poco, con cariño en cada cincelada cuando veo a Avidan hacer lo propio con cada una de sus composiciones. Las hace crecer hasta el cenit y las airea con orgullo ante un público entregado.

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Y para colmo, en la noche madrileña, estaba afectado de una pequeña infección de garganta que le quería hacer difícil completar sus temas con solvencia. Pero lejos de verse afectado por esa dificultad, se crecía y los temas sonaban mejor que nunca. El empeño del músico por forzar las cuerdas vocales con esmero nos llevo a uno de los conciertos de la temporada. Era sobrehumano comprobar como casi no podía hablar entre los temas para interpretarlos magistralmente cuando se metía en cada uno de ellos. Como si de una especie de milagro proveniente de tierra santa se tratara, Avidan nos comentaba que sólo el Dios del Rock podría estar haciéndole este regalo de permitirle cantar los temas a pesar de lo que su mundana y humana garganta quería imponer. Aunque el mismo artista nos dice: «Don’t believe in miracles, just believe in love».

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Avidan vienen a presentar su última loncha, la denominada «The Study on Falling», su tercer trabajo en formato largo al que acompaña con la publicación, además, hasta la fecha, de un EP. Aunque su carrera se remonta a 2006 con su anterior banda, antes del vuelo sin motor en solitario, Asaf Avidan & The Mojos, con otros tres largos en su discografía. Una carrera asentada inicialmente en el Rock y en el Folk que ha ido creciendo hacia los parajes inexplorados, hacia lugares similares a la psicodelia y el barroco. Un viaje maravilloso en el que merece la pena acompañarle con detenimiento.

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Un ser peculiar que nos explica sus canciones de amores y desengaños. Nos pide disculpas porque mucho de su material este centrado en la parte más cruda y difícil del amor, el abandono y el pesimismo sentimental. Asaf nos deja joyas como esta: «My heart has been broken into pieces so many times. I am a pessimistic optimistic. Optimistic because I am an idiot and pessimistic because of my experience».

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Avidan interactúa mucho con su público. Los bises son personalizados en base a peticiones de la audiencia atendidas por el músico. De esta manera, joyas como «Man With No Name», «Sacrament» o «Maybe You Are» vieron la luz en el Nuevo Alcalá. Asaf adora estar sobre el escenario. Nos cuenta que la vida en la carretera es dura, que no le gustan los hoteles, que no le gustan los aviones, que odia estar separado de una familia a la que ama. Odia su vida, pero adora tanto las dos horas que nos regala sobre el escenario que es motivación más que suficiente para seguir todos los días. Una inyección de adrenalina, un chute de droga indescriptible que da y que recibe.

Un ser que nos dice que no le demos las gracias a él, que él nos las da a nosotros. Para Asaf, su público es lo que le permite ser un artista. Por necesidad debe indagar en su psique y en su corazón, por necesidad tiene que sacar lo que le «pudre» por dentro, tiene que desnudarse y arrancarse parte de las tripas para convertirlas en canción y poder seguir viviendo. Y todo eso no tendría sentido, si al otro lado no hubiera una audiencia dispuesta a recepcionarlo, a hacer su propia interpretación, a hacerlo suyo. En sus propias palabras: «Your Audience turns this pathetic screaming man into an artist». ¿Qué más os puedo decir? Salud!

Fotos y vídeo: Ana Hortelano y Javier Naranjo

Texto: Javier Naranjo

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