Rozalén sin Bea sería menos Rozalén

Rozalén se transformo en Bea o Bea es Rozalén. La autora manchega, a la que siempre la había emparentado con  José Bono (para las nuevas generaciones un antiguo ministro socialista) y que se ha quedado en ahijada, comentaba asombrada la diferencia de la primera vez que actuó en la ciudad ante unas 60 personas en el Café Teatro frente a las más de 20.000 que abarrotaban la Plaza Mayor de la ciudad castellana, para desasosiego de los equipos de protección civil de la localidad. Seguro que, al igual. que el parentesco, ando yo despistado y no se si hace referencia a su paso por la Sala Porta Caeli donde si que estaban esas 60 personas, o algunas menos incluso; más que nada, porque en el Café Teatro difícilmente entra esa cantidad. Sea como sea, recuerdo que en esa ocasión ya estaba acompañada por su sombra, Beatriz Romero, albaceteña como ella y convertida en el  ‘alter ego’ de la cantante y , por lo menos para mi, en el 50% de su puesta en directo, y es que sin ella el brillo que tiene la presencia de esta cantante se atenúa bastante. Su relación viene de largo,  por el 2013 «estábamos de cooperantes, y una noche agarré la guitarra y me puse a cantar. Entonces Romero se puso una nariz de clown y empezó a ­traducir la letra», cuenta María en una entrevista.

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La artista manchega cuenta con tres trabajos editados, «Con derecho a»(2013), «Quien me ha visto»(2015) y «Cuando el rio suena»(2017) y desde sus primeros momentos anda muy implicada con distintas causas que quedan reflejadas en sus diferentes temas; rechaza la violencia machista ‘La puerta violeta’, apoya la lucha contra el cáncer de mama ‘Vivir’ o tiene un componente de compromiso social ‘Girasoles’, sin olvidarnos de esa Memoria Histórica, para algunos un tema del pasado pero para otros muchos un tema sin cerrar (y no hace falta más que leer algún que otro comentario en diferentes redes sociales, para darse cuenta de que muchas cosas, por mucho que se ponga uno de perfil, siguen causando mucho daño): «Justo era el hermano de mi abuela. Es nuestro desaparecido de la guerra. Marchó y ya no volvió. Gracias a la música, a esta canción, hemos podido descubrir dónde estaba su fosa. Ahora mi abuela sabe dónde llevarle flores a sus restos. Y esto no es política, es humanidad», dice como entrada del tema.

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Rozalén se mueve en un terreno amigable; su música  que encierra un mensaje y una evidente carga reivindicativa, es acta para todos los públicos….incluso para los que la tachan de femi-nazi o de remover el pasado; no es para nada Rock de Combate pero no duda en apoyar ciertas causas, en las que doy por descontado que cree y no solo es solo una mera cuestión comercial; y es que en estos tiempos que se tornan oscuros y fríos, o como denominan en otros medios; en tiempos de enfermedades y miedos, no hay que desdeñar el poder de las canciones.

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Rozalén acompañada por una banda notable, sin excesos ni florituras pero marcando claramente su terreno y por Beatriz Romero y sus signos, que consiguen que María Rozalén sea más Rozalén y es que Bea es parte de Rozalén o dicho de otra manera que diría M.Rajoy, (para los lectores más jóvenes otro político de la época del nombrado al principio), Rozalén sin  Bea sería menos Rozalén, actuó dentro de los conciertos que el Ayuntamiento de Valladolid programo para sus Fiestas y Ferias el pasado día 4 de Septiembre de 2019 en la Plaza Mayor de la ciudad.

Texto y fotos por Chusmi10

Rozalén sin Bea sería menos Rozalén

 

 

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