Eli «Paperboy» Reed. La evolución de un líder.

Reparto de alegría y felicidad en forma de Soul sesentero la semana pasada en la sala El Sol de Madrid a cargo del todo poderoso Eli Paperboy Reed. Fiel a su estilo «vintage» mucho antes de que a los hipsters se les hiciera el culo pepsicola al oír el término. Para los que adoramos el Northern Soul, y su raíz americana, fue una sobredosis descomunal de adrenalina. Como si estuvieras caminando detrás del mismísimo Shaft por las calles de Nueva York con Otis Redding a todo trapo en nuestro transistor al volante de un Mustang del 65. Y es que todo es auténtico en la propuesta que nos plantea Paperboy desde su primera visita y vez tras vez a nuestro país. El formato es todo lo «legacy» que necesita ser. Con esas presentaciones del teclista a lo Jose Luis Moreno, cada vez que Eli entra o sale del escenario. Como si del mismísimo Raphael se tratase. Y es que Eli Paperboy Reed no es para menos.

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Cierto es que sus recursos como músico son limitados en el sentido de que sabe tocar acordes, hacer el mute de sus cuerdas en el momento adecuado y meter ese gritito a lo James Brown cuando es necesario hacerlo. El caso es que hacer esas tres cosas a la vez y conjuntar todo ello dentro de una bandaza soul como la que lleva no es fácil. Y la combinación resulta en la felicidad del respetable. Punto. No hay más preguntas, Señoría!

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El producto se mide por lo completo que es y además Paperboy ha ido creciendo como artista con el paso del tiempo. Le hemos visto en nuestros escenarios cada uno o dos años. El año pasado, sin ir más lejos le tuvimos de gira por aquí. Cerquita de Madrid estuvo en el South Side Festival de Leganes. De hecho, el pasado jueves nos preguntaba cuántos habíamos estado en aquel show y la respuesta fue casi unánime. Porque si ves a Eli una vez, repites siempre que viene. Paperboy no falla, es un valor seguro y nosotros tampoco fallaremos.

Y decíamos que Paperboy crece porque al principio, la cosa sonaba bien, pero se ha ido calentando como la voz en sus conciertos. De aquella figura impostada con traje y corbata a la que sólo le faltaba echar talco en el suelo para ponerse a bailar como si se tratara del Wigan Casino, hemos pasado a la honestidad de terminar completamente descamisado. Cambiando la corbata por el bolo country. Y es que sin ir más lejos, en aquel Black is Back del Matadero de Madrid, todo parecía, aún sonando muy bien, más artificial. Pero ahora ya no vemos a Eli Paperboy Reed tan producto como antes. Lejos quedan ya los jueguecitos con los Pepper Pots. Le vemos más artista honesto. Más disfrutón en sus salas pequeñas. Más maduro, vamos. Y es que el de Boston tendría que haber nacido más pegado a los lagos, más cerquita de esa Motor Town que es Detroit. Embebido en el sonido Mo’town precisamente heredado del sobrenombre de esa ciudad de Michigan. Porque a eso suena el Paperboy cada vez más fino y destilado. Lejos ya del pueril gorrito reparte periódicos que usaba en su día y del que le viene el apodo. Hasta el año que viene Eli. Salud!

Texto, vídeo y fotos: Javier Naranjo

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