La otra vida de los Cero: calentando motores en la Joy Eslava

La banda granadina 091 comenzó una gira que les trae de vuelta tras la resurrección de 2016. Ya prometieron al acabar aquella gira que regresarían. Y, como la gran banda que siempre fueron, no lo han hecho viviendo del pasado, sino como los grandes: grabando un disco nuevo como excusa para girar. Es lo que solían hacer todas las bandas hasta que empezó esta nefasta moda de giras de aniversario de discos clásicos. Es lo que hay que hacer para mantener un mínimo de dignidad: seguir creando y defendiendo esas creaciones.

A finales del año pasado 091 lanzaron La Otra Vida. Un trabajo con nuevas canciones originales después de 25 años. No alcanza las cotas de discos pasados, pero dista mucho de ser un trabajo de compromiso. A lo largo del recital podremos comprobar que alguna de sus canciones pueden codearse dignamente con sus clásicos. Entradas agotadas por un público rendido de antemano, lleno de fans de los viejos tiempos. Muchos que los tienen como LA banda de su vida. El estribillo de su último single parece escrito para ellos: “si alguna vez pudieras leerme el pensamiento, verías que no pienso en nada, en nada más que en ti”. Esto es, sin duda, un arma de doble filo. Vimos mucha gente más pendiente de sacar un buen selfie que de escuchar atentamente a la banda. ¿Y nos quejamos de los adolescentes?

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Muchos músicos también por los palcos de la Joy: Nat Simons, Amaral, Miguel Ríos, … Siempre fueron los Cero banda adorada por sus compañeros de profesión. En la formación, y como gran novedad respecto a la historia de la banda, que nunca giró con teclados, está Raúl Bernal. Ha habido cierta polémica con su inclusión como músico de gira, pero sin lugar a dudas parece un acierto pleno: es un músico fantástico, que mejora cada canción. ¿Menos guitarras? Sí, claro. Evolución, madurez. Palabras que encajan en una trayectoria que ya quisieran muchos compañeros de generación.

Comienzan despachando el primer single del nuevo disco, Vengo a Terminar lo que Empecé, que enlazan con Condenado. Les siguen El Baile de la Desesperación y Zapatos de Piel de Caimán, dos de las mejores canciones rock que se han escrito en este país y que posiblemente son el mejor momento de la noche. Coreadas por un público entregado, suenan tan vigentes como el primer día. Precisas, potentes y atemporales.

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Mañanas de Niebla en el Corazón y Naves que Arden suponen un pequeño bajón de intensidad. La banda vuelve a coger impulso con otras dos favoritas de la afición, Este es Nuestro Tiempo y Huellas. No acaban de coger vuelo ni Tormentas Imaginarias ni Cartas en la Manga. Esta última, primer single de 12 canciones sin piedad, es sin duda una favorita para muchos fans, pero traída hoy al directo suena fuera de lugar y le da la razón a la banda, que la tuvo fuera de su repertorio durante muchos años. Simplemente no acaba de encajar con el resto del repertorio.

Por el Camino que Vamos, recibida por el público con cierta pasividad, es sin embargo una de las mejores canciones del último disco. Una elección ideal para abrir el camino a un final de recital impecable y lleno de hits. La Noche que la Luna Salió Tarde, fabulosa, un milagro de canción. En la Calle, con un traspiés que lo único que consigue es que sea todavía más coreada. Un Cielo Color Vino, hasta cierto punto una sorpresa en el repertorio.  La Canción del Espantapájaros, por fin recuperada en su versión eléctrica. Era el gran momento acústico de los conciertos, pero han sido valientes y la devuelven a su vida anterior. Enorme canción, enchufada o desenchufada. La Torre de la Vela y La Calle del Viento, cierran el concierto en todo lo alto.

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El público repite el ritual clásico, cantando “mucho Cero, mucho Cero”. Una coreografía repetida por unos seguidores fieles como ningunos, posiblemente hasta demasiado. Afortunadamente, los Cero no viven solo de esa nostalgia y siguen avanzando. En los dos bises, nuevos temas del último disco. Uno de ellos con Frandol, productor del disco, a la guitarra acústica. Y más temas imprescindibles: Esta noche, ¿Qué fue del siglo XX?, Otros como yo y, en esto no cambian: el cierre con La vida qué mala es. Como dice Manuel Vicent, solo resucitan los que han muerto bien. Y los Cero han resucitado plenamente.

Lo reconocían ellos mismos al final: no fue su mejor concierto. Dio la sensación de que las dos horas se les hicieron largas. Quizás comenzar la gira en Madrid fue demasiado valiente por su parte. Seguro que, como siempre, a medida que avance la gira la maquinaria se hará más precisa. Eso no pareció importar a los irredentos fans, que volvieron a sus días de juventud disfrutando de unas canciones que se resisten a envejecer. Han tenido que pasar décadas para obtener la recompensa, así que ahora es lógico que disfruten del momento. Todos echamos en falta tal o cual canción o nos sobra alguna otra del repertorio. Pero, más allá de minucias, ya estamos repasando las fechas de la gira para volverlos a ver. Aun con sus imperfecciones, un concierto de los Cero es algo muy grande.

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