Adiós a Steve Mackey

Adiós a Steve Mackey Pulp

Ayer, 2 de marzo de 2023, falleció Steve Mackey a los 56 años. Su encuentro con Jarvis Cocker cuando ambos vivían temporalmente en Londres propició su entrada en Pulp y el inicio de los años gloriosos de la banda. Fue también el amigo que rescató a Richard Hawley, invitándole a unirse a Pulp como músico de directo y le animó a iniciar su carrera en solitario.

La llamada a Hawley forma parte del Capítulo 9, titulado «El Sol sale a menudo«, extraído del libro Calles que fueron nuestras (Editorial Silex, 2019)

TOCANDO FONDO PARA SALIR A RESPIRAR.

Dime, ¿en qué consiste el éxito? Dime, ¿qué has visto allá arriba? ¿Es lo que cuentan todos: drogas, chicas y dinero para quemar? Sí, he oído que es eso y que tú no lo quisiste. Que te bajaste a tiempo de esa montaña rusa, que dijiste que solo un tarado puede pensar que ser una estrella del pop es algo bueno. Jarvis Cocker también se dio cuenta, igual que tú. Debe ser cosa del aire que se respira en Sheffield. Antes que a él le sucedió a Russell Senior. No sois normales, no me digas que sí. A la gente le entusiasma eso, se les ve inflados como sapos, disfrutando de ese lugar en la cumbre al que han llegado fácilmente. No nos engañemos, por mucho que uno lo pelee, esto no es como trabajar en una fábrica. Esto no es lo que hacía tu padre, dejarse la piel todas las horas del día en una fundición, sudando como solo se suda cuando estás cerca de un horno. Esto, aunque te lo trabajes no es lo mismo. Y de repente tienes lo que nunca tuvo tu padre, y en cantidades que no podrías haber imaginado. Pero dices que no y te bajas. Por cierto, ¿cómo se hace para bajar de una montaña rusa que está en marcha? Me lo tendrás que contar, porque tú lo hiciste. Vale que de haber seguido allí habrías muerto. Lo dices y yo lo creo. Si Longpigs hubieran seguido adelante y tú con ellos, no estarías vivo.

Demasiado alcohol, demasiadas drogas. Y esa llamada de Steve Mackey, tu viejo compañero de escuela, te salvó. Encontraste en Pulp más que un refugio, más que una tabla de salvación, encontraste a unas personas que habían pasado por lo mismo que tú estabas pasando. Se dice que alguno había estado enganchado a la heroína. El caballo estaba haciendo muchas carreras en Sheffield desde que cerraron las fábricas y los camellos se multiplicaron; todos los suburbios tenían problemas, y en las ciudades satélite era peor: Catcliffe, Rotherham, la heroína se había adueñado de la escena, se había convertido en algo ordinario, era algo terrorífico. Tú no caíste en eso, no formaba parte de la ecuación, dices. Pero de todo lo demás sabes bastante, de joven te enredaste en lo que tenías a mano: setas, ácido, speed, es lo que hay cuando no tienes otra cosa que hacer. Y la cocaína, la dama blanca no era de tu ambiente, pero la línea era tan fácil de cruzar. Lo dejaste ya, solo canutos y cerveza. Porque te llamó Mackey. Te gusta bromear diciendo que te invitaron porque eras la única persona “común” que conocían. Pero la realidad es que eras el guitarrista más grande que conocían, alguien de quien se decía que era capaz de tocar ‘All Along The Watchtower’ mejor que Hendrix.

Alguien a quien Russell Senior pedía consejo cuando quería comprar una guitarra, capaz de conseguir una rebaja en el precio al detectar el año de fabricación por el tipo de madera utilizada. Y con ellos encontraste la paz, con Jarvis Cocker, que había visto el reverso del éxito y lo había vomitado en “This Is Hardcore”, con una banda que se iba a despedir con un álbum titulado “We Love Life”. Tu romance con los excesos del rock había terminado. Habías visto lo difícil que era tomar las cosas en serio cuando la gente que te rodea y tú mismo estáis permanentemente borrachos. Con Pulp todo parecía ser diferente, divertido, Jarvis estaba relajado y la gira de “We Love Life” fue bucólica. Y entonces, después de no haber prestado demasiada atención a las advertencias de tu mujer, tu padre, tus amigos, solo entonces supiste que estabas a salvo.

Calles que fueron nuestras. El universo musical de Pulp, Jarvis Cocker y Richard Hawley” de Juan J. Vicedo.

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