La bestia Shawn James

Colgando el cartel de sold out en la sala Mon de Madrid apareció Shawn James ante una auténtica legión de seguidores, que probablemente provoquen que el año que viene su estatus se eleve al nivel de los grandes.

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Creando una atmósfera de intimidad y anticipando lo que se venía encima, Shawn James arrancó sentado al piano entonando con su envolvente voz Love Will find a Way. Tras este sentido inicio, salió el resto de la banda a escena completando un entramado musical con The Stones Cried Out.

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Los cuatro músicos sobre el escenario acapararon la más absoluta atención de todos los asistentes destacando, a parte del propio James, Sage Cornelius, la entregada violinista que se desvivía a cada movimiento del arco del violín.

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La perfecta comunión de los músicos fue dando forma a un repertorio que transitaba a lo largo de la discografía de James, árida y pausada en ocasiones; intensa y estridente otras, aunque siempre dulcificada por su profunda voz. Tras I want more, de su último disco, editado en 2023, comenzó la parte del set en la que el músico se expuso en solitario frente al público acompañado únicamente por su guitarra y abordando otro de los singles de ese Honor & Vengeance, Muerte mi amor, en la que el público, unido en un solo ente se unió al músico de Chicago.

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James es para muchos de los asistentes un reciente descubrimiento, para otros, sin embargo, un viejo conocido que ya tiene rodada la escena madrileña. Evidencia de ello fue la anécdota de una larga noche que terminó con una buena resaca y teniendo que realizar una grabación, según confesó el músico a la congregación. Acto seguido, nos obsequió con una versión de Ain’t no sunshine, de Bill Withers.

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Así como Ain’t no sunshine era perfectamente reconocible, no lo fue tanto su peculiar versión de The Number of the beast, de Iron Maiden, convertida en una suave melodía acústica.

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Ya con el resto de los músicos de vuelta sobre el escenario, los últimos coletazos de intensidad, que cerraron un ciclo completamente redondo a estas dos horas con que nos obsequió Shawn James. Entre esas últimas pinceladas musicales, pudimos entonar el himno que le ha propulsado a la fama gracias a un video juego, Through The Valley.

Probablemente su próxima visita colapse el aforo de salas mucho más grandes.

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