Wilco, ángeles en ebullición perpetua

lr a ver en directo a Wilco es como reencontrarse con un viejo amigo al que deseas abrazar. Como ese camarada, no es necesario ni que traiga novedades que contar: hay tanto cariño que basta con contar viejas historias para pasar la mejor noche en meses. Nos han acompañado desde hace tres décadas ya; hemos crecido juntos, sin saber a quién queremos más, si a papá (Jay Farrar y sus Son Volt) o a mamá (Jeff Tweedy y sus Wilco). La separación de Uncle Tupelo definió el rock americano de las últimas décadas. Aunque gran parte de mi corazón está con Farrar, Wilco y su valiente evolución también son parte de mi vida.

Y aquí estaban, fieles a su cita con un público, el español, que siempre ha sido de sus favoritos. Algo que comentó Jeff Tweedy en el concierto. Las noches en Madrid son de las más felices de su vida. Ante un público entregado y conocedor de su obras, aquí siempre han sido muy respetados. Llama la atención que, en otro países, Francia por ejemplo, su popularidad haya crecido mucho últimamente debido a su aparición en “The Bear”. Jeff Tweedy parece atravesar un buen momento y aparece más delgado que nunca y muy sonriente. Sabe que está al frente de una de las mejores bandas de rock del mundo.

El único pero del concierto es que se olvidaran de rescatar algún tema de “Summerteeth” , mi disco favorito; pero tienen un repertorio tan descomunal que no deja de ser una simple y pequeña objeción. Wilco volvieron a ofrecernos una actuación excelente. Saben perfectamente cómo mantener el equilibrio entre conservar esencia y experimentación. Siempre mirando hacia delante, con ese conocimiento por la historia de la música que pocos manejan como ellos.

Sin disco que presentar, decidieron basar el repertorio en sus clásicos (“Yankee Hotel Foxtrot”, “A Ghost is Born”) y, sobre todo, en “Sky Blue Sky” -del que cayeron cinco temas- con breves recuerdos a otros discos. Aunque si no los conoces podrías apostar porque son unos profesores de instituto de viaje por Europa, nada más comenzar el concierto dejan bien claro su magisterio. Está claro que disfrutan encima del escenario, orgullosos de defender un repertorio espectacular. Serpenteando del folk al ruidismo, muchas veces sin que el público se dé cuenta; el concierto es, una vez más, una lección de rock con mayúsculas: clásico, elegante, experimental, atrevido y lleno de vida. Y mucha Alma, haciendo honor al nombre del festival.

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El concierto comenzó “Handshake Drugs”, toda una declaración de intenciones. Un tema que le dio a Nels Cline la oportunidad de comenzar su exhibición guitarrera. El primero de la noche que comienza como una balada tranquila y va creciendo hasta desembocar en un delirio sónico. Cline, que se desenvuelve con igual soltura en el punk rock, el free jazz, el country o el indie rock, es el guitarrista ideal para elevar cualquier pieza que pase por sus manos. “Evicted”, una de sus últimas canciones, mantiene el tipo dentro del repertorio. Aunque el primer gran momento de euforia entre el público se desata con” I Am Trying to Break Your Heart”. Un clásico de la banda y del rock de este siglo.

“If I Ever Was a Child”, “Pot Kettle Black”, “You Are My Face” y “Whole Love” elevaron poco a poco la temperatura hasta llegar a “Bird Without a Tail / Base of My Skull”. Extraída de “Cruel Country”, muestra una faceta poco explorada por la banda, acercándose por momentos al rock progresivo. Está claro que la apuesta de la banda esa noche era la de dejarse ir en desarrollos instrumentales.

Tras la fantástica “Box Full Of Letters” (¡qué buenos eran también cuando hacían simple rock directo!), como siempre en esta gira continúan con “Annihilation”, del último EP de la banda. Una canción que muestra que la evolución de la banda a lo largo de 30 años todavía no ha terminado, desembocando en una orgía de guitarras con un claro sabor a Velvet Underground, en el que Nels Cline y Pat Sansone se retaban el uno al otro desde su posición en el escenario mientras Jeff Tweedy sonreía feliz como pocas veces. ¿Su particular“Sister Ray”? “Hummingbird”, clásico con sabor a The Beatles fue, como siempre, uno de los temas más coreados de la noche, sonando de maravilla en la noche de Madrid en un momento realmente emocionante. “Quiet Amplifier” y “Either Way”, dos joyas de sus dos discos más celebrados sonaron a gloria.

Pero a mi alrededor la gente ya murmuraba, ¿Cuándo tocarán…? Y si, en cuanto sonaron los primeros acordes de “Impossible Germany” aquello fue una locura. El gran tema rock de lo que llevamos de siglo, una de esas canciones que no tienen que envidiar a ninguno de los clásicos que conocemos. Como siempre, Cline nos regaló una exhibición espectacular en el que siempre es el momento álgido de los conciertos de Wilco. Es emocionante oír al público corear sus riffs más significativos, algo que sorprende al propio Jeff. Por más veces que hayas visto esto en directo, es imposible no disfrutar su crescendo imparable. Aunque los veteranos notaron más contención de la acostumbrada en la versión del viernes en el Tierno Galván. Un tema que cada noche busca su propio sendero.

La melancolía que parece innata en Tweedy sigue atrapándonos. Como dijo en alguna ocasión, no hay momento más sublime que conseguir con tus canciones abordar muchas cosas de tu vida sin censuras y, además, conseguir conectar con el público. Incluso la música de Wilco que suena más sombría y desesperanzada siempre mantiene un nivel de esperanza y consuelo. Lo demuestra en “Jesus, Etc.”, la canción que tiene que pelear por hacernos olvidar el clima creado por el clasicazo anterior. Esa es una gran lección para cualquiera que escriba o crea: poder hacer algo sin pensar en si es bueno o malo. Como buena es la dylaniana “Walken”, que dejó paso al kraut de “Spiders (Kidsmoke)”, una manera igual de buena que otro de cerrar un concierto que fue toda una lección de historia del rock.

El bis comenzaba con “California Stars”, un recuerdo a ese maravilloso proyecto en el que trabajaron junto a Billy Bragg para musicar letras inéditas de Woody Guthrie, un cantautor a reivindicar en estos momentos convulsos. Aunque a diferencia de Springsteen, no lanzan grandes discursos políticos: con cantar su canción es suficiente. “Falling Apart”, un country rock trotón que recuerda a los Byrds de Gram Parsons permitió a Pat Sansone tener otro momento de gloria (debe ser difícil compartir las guitarras con un coloso como Nels Cline) y, finalmente, “I Got You (At the End of the Century)” cerró el set con el recuerdo de uno de los últimos discos dobles realmente valiosos que nos ha dado el rock en su ya larga historia.

En el setlist estaba “A Shot In The Arm”, pero el tiempo se había acabado. Si iba buscando escuchar canciones “Summerteeth” estaba claro que no era mi noche. Como dice la letra de la canción, “lo que fuiste una vez ya no es lo que quieres ser”. Wilco es una banda siempre en movimiento, avanzando y arriesgando. Como dijo Van Gogh, ¿qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo? La banda de Jeff Tweedy siempre lo está intentando. Como dicen en su reciente “Annihilation”, son ángeles en ebullición haciendo que nuestra felicidad sea interminable esta noche.

Foto de portada: Jorge T. Gómez.

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