Emma Swift: “The Resurrection Game”

Emma Swift tiene nuevo álbum, “The Resurrection Game”, editado hace unas semanas en Tiny Ghost Records. Fue creado en los estudios Chale Abbey, en la Isla de Wight y en The Duck en Nashville, Tennessee. Las canciones hablan sobre  romance, deseo, una crisis nerviosa completamente real, la espiritualidad, la esperanza y la autoaceptación radical. La banda principal—Spencer Cullum (pedal steel), Jordan Lehning (teclados), Dominic Billet (batería) y Juan Solórzano (guitarra)— es, salvo Andrew Combs,  los músicos del proyecto Echolalia. Viendo el lugar de grabación y los músicos, se entiende que se grabara en las mismas sesiones.

Escucha “The Resurrection Game” de Emma Swift aquí:

Emma Swift es una compositora australiana que actualmente reside en Nashville. Una talentosa cantante inspirada por Sandy Denny, Joni Mitchell, Marianne Faithfull y una plétora de poetas fallecidos, cuyo sonido es una mezcla de folk clásico, americana e indie rock. En agosto de 2020, lanzó “Blonde on the Tracks”, una deliciosa reinterpretación inspirada en el sonido de Laurel Canyon de algunas de sus canciones favoritas de Bob Dylan. Este nuevo disco se alumbró tras una crisis nerviosa de siete semanas que la llevó al hospital en su Australia natal. Siguió más de un año de recuperación, un período muy delicado en el que lidió con lo sucedido mediante terapia, medicación y, finalmente, arte.

“Creo firmemente en el poder redentor del arte. Aunque muchas de estas canciones provienen de un momento inmensamente difícil de mi vida, lo que intento hacer aquí es transformar la experiencia en algo más complejo. Convertir lo brutal en algo hermoso”.

Con una sólida base en tradiciones musicales imperecederas, pero con una perspectiva y una ejecución absolutamente contemporáneas, “The Resurrection Game” confirma de inmediato a Emma Swift como una cantante y compositora excepcionalmente talentosa, con una habilidad y un espíritu inmensos. Swift confía, en lo más profundo de su ser, en que el acto de crear algo tan apasionadamente personal, de entregarse por completo a la angustia y la desesperación que le cambiaron la vida, es el camino más auténtico hacia una mayor conexión con su arte y el mundo exterior.

El álbum logra su objetivo declarado de transformar el dolor personal en música. La voz de Swift sigue siendo su mayor virtud, aportando claridad y carga emocional a letras llenas de poesía en las que aborda temas muy duros. El contraste entre su voz cristalina y el intenso contenido emocional del álbum crea una tensión que recorre todo el disco, llenándolo de intensidad. Jordan Lehning, que produce el disco, ha creado arreglos que encajan a la perfección con el espíritu de estas canciones. Tal vez las canciones hubieran brillado más con un sonido más espartano pero la sección de cuerdas (Annaliese Kowert y Laura Epling al violín, Betsy Lamb a la viola y Emily Rodgers al violonchelo), crean en ocasiones una tensión muy adecuada al impacto emocional.

El disco se abre con la melancólica “Nothing and Forever“. “En algún lugar entre/ la nada y el para siempre/ Ahí estamos tú y yo”, canta impulsada por un sonido orquestal. A continuación, el tema titular,  “The Resurrection Game”. Con un sonido que evoca los discos de Emmylou con Daniel Lanois, narra la visita de Swift a un retiro espiritual done se desvelaron formas de pensar negativas desarrolladas inconscientemente en la infancia. “No Happy Endings”, grabado en Nashville, tiene un espíritu menos oscuro. “El mundo es una bomba de relojería girando/eso no se puede negar/ no hay finales felices/ pero chico, yolo estoy intentando”.

Otro de los grandes momentos del disco es “Catholic Girls Are Easy”. Una balada bastante dura sobre la pérdida de la fe y la educación represiva vivida. “Las chicas católicas son fáciles, fáciles de divertir, fáciles de confundir, las chicas católicas son fáciles, fáciles de poseer, fáciles de acariciar”. También destaca “Impossible Air”, que se inicia con un solo de oboe. Una canción que suena como uno de esos medios tiempos impecables de Andrew Combs, un tipo que seguro no andaba lejos del estudio. Un disco de redención y superación. Difícil de gestar y, por momentos, difícil de digerir; pero necesario. Un paso necesario para volver a creer en la vida.

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