TakeRoot Festival 2025: Big Day in a Small Town

‘Nada está por encima de Groningen’ o ‘Nada supera a Groningen’, este es un lema que la ciudad al norte de Países Bajos se ha apropiado desde hace aproximadamente tres décadas. El origen de esta afirmación es incierto y, como en tantas otras referencias que se precien, existen varias versiones.

Quizás se deba a que geográficamente, lo más al norte de la ciudad universitaria sea la nada más absoluta que te lleva hasta el puerto de Ems. O quizás aluda a sus propios ciudadanos, que se lo han apropiado como algo referente a su carácter.

En cualquier caso, de lo que estamos seguros es que su TakeRoot Festival es un evento digno de este lema en cuanto a la Americana Music, y un año más han vuelto a hacer digno su reputación en su veintisiete edición.

Cartel equilibrado marcado, una vez más, por los solapes. La ‘elección’ es un acto que, a pesar de contar con el timetable desde varias semanas antes al evento, no deja de ser una moneda al aire no exenta de crueldad. Si bien es más sencilla la alternativa cuando se solapan números de distinto palo como la delicadeza de Courtney Marie Andrews con los británicos Brown Horse y su country folk rock, o el folk más puro de Alela Diane, no deja de rozar el punto de lo inhumano cuando ocurre con Neal Francis, Chuck Prophet o Early James.

En cualquier caso, el festival se empeña en recordarte con su alto nivel que, podrás sentirte como si te acompañara el mejor de tus vinos mientras te absorbe la magia de Brandy Clark, que no podrá ser completa si anhelas sumergirte en el pantano que tiene preparado para ti James McMurtry y su banda ya que no te dará tiempo.

Con estas costuras resulta casi imposible disfrutar de algunos de sus escenarios más emblemáticos y que siempre nos dejan gratas sorpresas como son The Basement (el sótano) o The Attic, con presentaciones más íntimas pero igualmente poderosas, y que este año nos ha sido inviable visitar. Espacios que en ocasiones transforman a promesas que, en nuevas ediciones se encuentran subidos a un escenario mayor. Como Early James, ese artista treintañero cuya voz evoca la sabiduría de la experiencia, dejándose el alma en cada nota, y que en esta edición se ha exhibido ante un numeroso público.

Creemos que hubo un pequeño pecado por parte de la organización al incluir como cabeza de cartel, hasta casi las últimas semanas, a The tallest man on earth. Sin embargo el sueco Kristian Matsson nos sorprendió con un espectáculo peculiar en el que llenó el escenario principal con su única presencia y su guitarra, su gran voz y su teatralidad escénica.

Esto nos lleva a recordar que cuando la apuesta es ganadora nada puede salir mal, y esto con el californiano Jesse Daniel se hizo patente, sobre todo porque aportó la frescura y autenticidad que consigue que recorramos miles de kilómetros cada año. Y si la apuesta no surtiera efecto, siempre conviene tener una bala en la recámara, y la de Chuck Prophet es de plata, nunca falla.

 Si te presentaran todo esto en un espacio de apenas ocho horas, ¿en qué ciudad lo situarías? Groningen se encarga cada año en recordarnos que con esfuerzo, dedicación, y cuidando los detalles, te puedes alejar de la mediocridad y abrazar la calidad que sitúan al TakeRoot como el mejor festival de Americana de Europa…

Brown Horse, que era una de las pocas propuestas europeas, algo lógico en un festival de música americana. Aunque realmente ellos, a pesar de ser originarios de Norwich, suenan como si hubieran salido de la América profunda.

Jovencísimos pero perfectamente preparados, demostraron que son una de las bandas emergentes en la siempre saludable escena de Gran Bretaña. Deliciosos cuándo había que serlo y contundentes cuando era necesario, demostraron tener el talento para componer canciones que van desde la artesanía de Jason Molina al rock más comercial que podría firmar R.E.M.

Comenzaron con “Verna Bloom”, nos asombraron con una maravillosa versión en directo de “Corduroy Couch”, una melodía que no nos podemos quitar de la cabeza; ya acabaron el set homenajeando nada menos que a Sandy Denny con su “Who Knows Where The Time Goes” que demostró que también saben rendir tributo a lo mejor del folk rock de las islas de donde han salido. Tienen un gran futuro, ahora que parece que la música americana vuelve a hacerse un lugar en las preferencias de generaciones más jóvenes.

Al mismo tiempo, en otro de los escenarios, una Kleine Zaal llena hasta la bandera, Courtney Marie Andrews acompañada solamente de Jerry Bernardt, dio un recital íntimo con la calidad a la que nos tiene acostumbrados. Presentó hasta cuatro canciones de su próximo disco además de tocar clásicos de su repertorio como “Irene” o esa maravillosa “Table For One” con la que puso punto final a su concierto.

Está claro que en estos momentos es lo más parecido a una heredera de Joni Mitchell que tenemos. Imposible no emocionarse cuando uno escucha cosas tan maravillosas como “It Must Be Someone Else’s Fault”. Por poner algún pero el concierto pecó de presentar demasiadas canciones inéditas y de, una vez más, presentarse en formato reducido. Ojalá llegue el día en que podamos disfrutarla con una banda al completo.

Brandy Clark es una de las mejores compositoras de su generación. ¿Alguien puede dudarlo? Nosotros no. La oriunda de Washington pero afincada en Nashville nos sorprendió al presentarse con banda, ya que estaba realizando su gira “The Art of Songwriting” en formato reducido acompañada de la maravillosa Amanda McCoy, la bajista habitual de su banda americana. En Groningen, sin embargo, Amanda se colgó el bajo y Erin “Pepper” Nelson, su batería habitual, voló desde Nashville exclusivamente para este concierto.

El pequeño problema fue el guitarrista Johnson Jay, australiano que tocó en la pequeña reunión de The Faces de 2019 y que también cuenta en su currículo con colaboraciones junto a Roger Taylor, Imelda May, Bob Geldof o Stewart Copeland. Era su primera actuación junto a Brandy y su técnica quizás es más rock de lo recomendado para este estilo.

De todas formas, cuando tienes un repertorio lleno de grandes canciones es difícil hacerlo mal aunque tengas que cargar con ciertas dificultades. Así que el concierto, basado fundamentalmente en su último disco, fue impecable. A destacar la reivindicación LGTBI+ con ese pequeño himno que popularizó Kasey Musgraves: “Follow Your Arrow”.

Uno de los puntos a destacar en el festival de este año fue la presencia de mucha clase media de calidad sin cabezas de cartel destacados. Eso hizo que algunas de las salas, en concreto la Kleine Zaal, estuviera siempre al borde del colapso. Así fue en el concierto de James Mcmurtry, uno de los artistas más esperados por el exquisito público que frecuenta el festival. Y James nos dio exactamente lo que esperábamos de él. Sabía que él era una de las apuestas más importantes del Take Root 25 y salió a por todas. Junto a él tres enormes instrumentistas como son Michael Cornbread al bajo, Tim Holt a la guitarra y Daren Hess a la batería.

Musicalmente sin duda fue el mejor concierto de la tarde noche. James aprovechó cada minuto de su recital para demostrar que su estatus en la música americana está completamente por debajo de su calidad. Canciones perfectamente construidas y jams sessions que llevaron a alguna de ellas hasta más de diez minutos… y allí no se movía nadie.

Sabíamos que quizás no habrá próxima vez, no es un tipo al que le guste especialmente venir a Europa. A mitad del recital los músicos se retiraron y cantó a capella “Blackberry Winter” junto a su guitarra acústica. Allí no se oía ni una mosca. Qué gran público el holandés, respetuoso como ninguno, aunque al final fuera imposible no acabar coreando el “To tell you no” que recorre la canción.

Lilly Hiatt se presentó con un formato reducido de 2 guitarras y batería. Toda una declaración de intenciones de lo que iba a ser el concierto: toda una descarga de rock. A veces más tirando al roots, a veces más tirando al indie -está claro que Liz Phair- es una referencia compositiva importante para ella, el concierto se mantuvo siempre en un nivel elevado.

El recital recorrió sobre todo temas de sus tres últimos discos, destacando clásicos de su repertorio como “The Night David Bowie Died” o “Shouldn’t Be”, sin olvidarse de ese proyecto doméstico semi clandestino que fue Domestic Bliss, junto a su marido Coley Hinson.

El concierto se fue cerrando con “Never Play Guitar”, canción en la que tanto ella como Griffin Winton, fantástico guitarrista, se pusieron a saltar de entusiasmo mientras entrelazaban riffs de guitarra. Un concierto impecable. Además, Lilly nos robó completamente el corazón al salir a cantar junto a Patterson Hood con la chapa de nuestra revista. Sin duda, una dirty rocker de los pies a la cabeza.

Frazey Ford puso el toque más sensible del festival con un concierto impecable de country soul. Más conocida en su trayectoria con The Be Good Tanyas, su recorrido en solitario ha sido escaso pero lleno de clase y elegancia. Eso fue precisamente lo que se desbordó en su recital, acompañada de una banda en la que destacaba su corista Caroline Ballhorn. El concierto fue realmente equilibrado, escogiendo lo mejor de sus tres discos y repasando canciones de artistas que respeta. Bob Dylan (“One More Cup of Coffee”) y Ann Peebles (“Trouble, Heartaches & Sadness”) son clásicos de su repertorio.

No así “When We Get By” de D’Angelo, que cantó como homenaje tras su temprana muerte hace unas semanas. El concierto se cerró con ese clásico que es “I Made A Lover’s Prayer” de Gillian Welch. En ningún momento notamos que estuviera convaleciente de una gripe, tal como nos contó entre canción y canción. Uno de esos recitales que hacen especial a este festival.

Los que hayan podido ver a Horsebath en su reciente gira española estarán de acuerdo con nosotros. Los canadienses son una banda muy a tener en cuenta en directo. Así como su disco debut nos dejó un poco fríos, seguramente prueba de su bisoñez en el estudio, su puesta en escena es fabulosa. Tras el concierto los chicos nos explicaban que esta gira europea que cerraban en Groningen ha servido para que la banda crezca y podemos dar fe de que así ha sido. Chicos jovencísimos que son excelentes instrumentistas y que saben jugar con las melodías, haciendo gala además de un elegante eclecticismo. Como los mejores The Band, cantan todos.

Además, sus canciones fluyen de un estilo al otro: rock, country, jazz, psicodelia, … Nos declaramos fans totales de su batería Adair Greysen. Hacía mucho tiempo que no veíamos a un virtuoso igual, dando un espectáculo con las baquetas que recordaremos mucho tiempo. El cantante y guitarrista Daniel Connelly también nos sorprendió al expresarse en un correcto neerlandés; y es que al parecer pasó años tocando tocando en las calles de Ámsterdam. Esperaremos con expectación sus próximos pasos.

Aunque más conocido por ser el vocalista de Drive-By Truckers, Patterson Hood con quien pudimos hablar largo y tendido en el bar de la sala Vera el día anterior, también cuenta con una sólida y prestigiosa carrera como solista. A principios de este año, lanzó su cuarto álbum, “Exploding Trees and Airplane Screams”

Patterson durante su concierto intimista en Groningen, explicó Patterson, que fue una historia de maduración que abarca desde los siete hasta los treinta años, cuando dejó su ciudad natal, Muscle Shoals, para mudarse a Athens, Georgia. 

Habló de sus padres que cuando eran jóvenes (su padre es David Hood, bajista de la Muscle Shoals Rhythm Section) organizaban fiestas desenfrenadas. Patterson aprendió a pasar desapercibido y se escapaba de su habitación durante estas fiestas. En una de ellas, se bebió una cerveza que alguien había dejado por ahí y se desmayó. Su abuela, preocupada porque nadie contestaba al teléfono, fue a ver qué pasaba y se enfadó muchísimo al encontrarlo.

La actitud campechana característica de Hood contrasta con la poderosa naturalidad de su narración, que se mostraba sin tapujos. Sus introducciones daban la sensación de estar charlando con un viejo amigo a la salida de cualquier bar.

¿Un momento destacado? Hubo tantos, pero piensen en este: imaginen a Hood sentado al borde del escenario con su guitarra cantando directamente en el corazón de la tormenta y con Lilly Hiatt acompañándolo detrás de él, con un pin de Dirty Rock clavado en su camisa.

Jesse Daniel era una de nuestras claras propuestas para el TakeRoot de este año. Único concierto europeo del norteamericano del californiano este año. Mermado en cuanto un problema de pasaporte dejó tirado a su otro guitarrista, el californiano se planto en el escenario con una banda realmente apabullante. Pedal steel, bajo, batería y el propio Jesse intercalando acústica y eléctricas. Para quienes siguen pensando que el country auténtico ya no existe, ahí está Jesse.

Abanderado del sonido Bakerfield, Jesse Daniel desgranó canciones de su reciente disco “Son of the San Lorenzo“, donde escucharlo, parece como si la máquina del tiempo te llevará de un lado mezclando country tradicional, pero con algunos toques modernos.

Como bien indicó Jesse Daniel en una de sus canciones más populares esa noche como “Rollin’ on“, sigue adelante, dejando atrás los reveses del pasado y celebrando sus años de sobriedad. ¿Algo que no ha cambiado? Su dedicación a la música country clásica. Con ecos de Buck Owens, Ray Price y otras leyendas de los años 50, ampliando el sonido country tradicional que Daniel exploró en su álbum debut homónimo de 2018.

Jesse Daniel no llegó a compartir escenario junto a su pareja Jodi Lyford, pero si nos llegó a regalar dos temas como el nuevo tema junto a Ben Haggard, hijo de Merle Haggard, “Tomorrow’s Good Ol’ Days” con quien ha colaborado en ocasiones, no sin antes alardear ante un pequeño núcleo de seguidoras españolas justo enfrente de él, anhelando regresar de nuevo a España de gira y su versión del “Walk of Life” de Dire Straits. Su homenaje al camino, a la vida y al apego. El concierto de Jesse Daniel aquella noche reflejó la profunda convicción de Daniel en la música country como forma de vida, reafirmando el grito de guerra que sus seguidores llevan años escuchando en sus conciertos: “My kinda Country music”. 

El conciertazo de Jesse Daniel en el TakeRoot, sí fue corto, pero ambicioso y emotivo que reflexiona sobre el legado, la identidad y el camino recorrido a través de esa mezcla de baladas western, swing de Bakersfield, la arrogancia del rock sureño y country. Un concierto como como una declaración personal y un espejo universal.

Neal Francis siempre es garantía de calidad. Aunque su último disco haya virado demasiado hacia sonidos más disco en detrimento del soft rock de sus primeros pasos, en directo sigue siendo una apuesta segura.  Él es un virtuoso de los teclados y la banda que le acompaña no le va a la zaga. Francis domina el arte del groove, rindiendo homenaje a una impresionante lista de influencias sin dejar de ser él mismo. Si la medida de un buen artista de funk sea su capacidad para hacer bailar, sacó una nota excelente. A pesar de que el público del festival no es el más indicado para mover el esqueleto y el cansancio ya era importante, el de New Jersey consiguió atrapar al público asistente con su particular reivindicación de los sonidos de finales de los 70s.

Early James abrió con “Dance In The Fire”, Una perfecta declaración de intenciones de lo que se nos avecinaba: la emoción todavía puede incendiar un escenario sin necesidad de fuegos de artificio ni pantallas gigantes. El de Alabama mostró esa mezcla de vulnerabilidad y fuerza que lo distingue, cantando como si cada verso fuera un asunto de vida o muerte. Está claro que tiene la técnica, pero también el entusiasmo; un empuje febril y urgente donde cada inflexión, cada respiro y cada acorde están cargados de intención.

A veces casi llega a desbordarnos con su entrega, pero él es así: sincero y apasionado. Con un repertorio en el que destacaron los temas de su reciente “Medium Raw”, destacó especialmente su versión del clásico de Hank Williams “Hey Good Lookin’”, muy celebrado por el público. El cierre con “In Spite Of Ourselves” de John Prine fue maravilloso: una canción que lleva a su terreno hasta impregnarla de su esencia: melancolía sureña, ironía y una voz sin domesticar que no busca la perfección; busca la verdad, la emoción y el alma.

Y el fin de fiesta del festival junto con Neal Francis y Early James, lo remataba Chuck Prophet con sus Cumbia Shoes, junto a miembros de Qiensave y Mission Express todo un espectáculo de rock’n’roll y energía admirable. Prophet presentaba “Wake The Dead” , que salió el otoño pasado, mezclando como nadie la música latina bailable conocida como cumbia con el rocanrol.

Prophet ha explorado diversos géneros durante toda su carrera, con una fuerte presencia en la música americana, y esta siempre ha tenido una influencia latina: el trabajo de artistas como Doug Sahm, Los Lobos y The Mavericks.

Chuck Prophet y los suyos no dejaron de mandar mensajes contra Donald Trump durante todo el concierto mientras repartían magníficos riffs de guitarra y el ingenio de sus letras. Es como si hubiera decidido tomar un chile ya de por sí delicioso y añadirle un toque picante a sus conciertos.

Empezó su concierto homenajeando a Eddie Cochran con “C’mon everybody” para luego seguir con “Same old crime”. Hubo críticas mordaces a temas sociales y políticos, clásicos como “West Memphis Moon” y “Ford Econoline”, su siempre toque de humor con “You Did”, o las nuevas “Sally was a cop” coreada por todos y cada uno en la sala o “First came the thunder”.

Flaco El Jandro, integrante de Qiensave, de His Cumbia Shoes remató el estruendo junto con Chuck  la versión del “Bule Bule” de Los Rockin Devil’s. El concierto de Chuck Prophet & His Cumbia Shoes fue un espectáculo lleno de energía. El material nuevo escuchado en directo sonó fantástico, donde se veía a un Chuck renovado y lleno de energía transmitiéndolo a todos nosotros.

Una vez más, TakeRoot festival 2025 nos ofreció un fin de semana irrepetible de música muy especial y tenía mucho que recomendar: organizadores dedicados y hábiles, todo lo relacionado con gastronomía y bares: fantástico, un público uniformemente encantador, amigable, conocedor y relajado y un entorno absolutamente maravilloso. 

El TakeRoot festival tendrá su edición número 28 el próximo 7 de noviembre de 2026. Allí estaremos, una vez más, para contarlo. Una cita imprescindible para amantes de la música americana.  Es el festival TakeRoot el mejor lugar de Europa para los entusiastas de la Americana de mente abierta que no creen que la música country sea para las personas que se casan con sus primos. Cada uno a su manera lo dio todo y expresó ese volver a sentir esa conexión con el público a través de la música. Inenarrable. ¡Larga vida al TakeRoot Festival!

Fiesta presentación del TakeRoot el 31 de octubre de 2025, Vera: Timo de Jong & Leadbeaters/ Gill Landry.

No fue un cartel que llamase mucho la atención, la pre-fiesta del TakeRoot con el ex Old Crowd Medicine Show, Gill Landry y los holandeses Timo de Jong & Leadbeaters por la cantidad de público en la sala Vera, muy buena entrada, pero no abarrotada como en años anteriores.

El de Lousiana, ex componente de Old Crow Medicine Show y  miembro fundador de Kitchen Syncopators, Gill Landry presentaba su último trabajo hasta la fecha “Cinnamon Canyon Blues” (2024). Landry se curtió tocando en las calles de Nueva Orleans antes de fundar los Kitchen Syncopaters, un grupo de inspiración vodevilesca, junto a su compañero aficionado al folk, Woody Pines, y más tarde se unió a Old Crow Medicine Show tocando el banjo y el dobro.

Solo en el escenario, con una guitarra acústica, una armónica, un slide y una pequeña pedalera. La esencia de todo lo que hace Gill Landry reside en su voz quejumbrosa. Letras sencillas, recurriendo a metáforas naturales y frases concisas para narrar sus historias, además de hacer varias referencias al actual presidente de la Casa Blanca. Su voz posee la fuerza emocional necesaria para convencer. Canta sus canciones auténticas como si las estuviera viviendo: canciones que parecen llegarte recorriendo las llanuras y las polvorientas calles del medio oeste, clásicos de la música americana, contando historias de esperanzas rotas y asentamientos fragmentados entre la añoranza y la pérdida.

Los holandeses Timo de Jong & Leadbeaters cerraron la pre-fiesta del TakeRoot presentando las canciones de su nuevo disco “The Ballad Of Too Much Glitter”  que verá la la luz el 28 de noviembre. El cantante Timo de Jong natural de Groningen y el cuarteto de Ámsterdam, Leadbeaters convirtieron la sala en un bar rural norteamericano donde el bluegrass, country, folk y gospel se dieron la mano.

No solo celebraron la música americana, sino también a los personajes de sus canciones. Todas se basan en gran medida en la gente que habita la América rural a lo largo y ancho del país, con una compasión, amor y alegría.

Texto Javier Casamor, Patricio González Machín y Carlos Pérez Báez. Fotos y vídeos Carlos PB, Javier Casamor, Patricio González Machín, Javier Mcallan y Jorge T. G.

Si quieres leer la crónica de la edición del TakeRoot Festival del 2024, clica en este párrafo o el siguiente enlace.

TakeRoot 2024, el legado, realidad y promesas

 

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